Concepción Castro Barbero: «El respeto y la libertad son las claves para educar ciudadanos globales»
Concepción Castro Barbero (josefina trinitaria y delegada diocesana de enseñanza de Santander), es profesora de Religión e Historia en el Colegio María Reina Inmaculada de Santander, y lleva más de veintinueve años dedicados al ámbito educativo. Esta entrevista se publicó en el número de diciembre de 2019
Dicen que la experiencia es un grado. En la actualidad, es uno de los aspectos más destacados por el área de recursos humanos de las empresas en la selección de personal. La experiencia, además de ser un grado, marca una diferencia grande. Se puede hablar mucho sobre educación o sobre la asignatura de Religión, pero, cuando este “hablar” parte de la experiencia, marca mucho la diferencia respecto a lo meramente teórico. Nuestra entrevistada, Concepción Castro Barbero (josefina trinitaria y delegada diocesana de enseñanza de Santander), es profesora de Religión e Historia en el Colegio María Reina Inmaculada de Santander, y lleva más de veintinueve años dedicados al ámbito educativo.
En el último año, además, compatibiliza la labor docente con el servicio como delegada diocesana de enseñanza en la diócesis de Santander. Su deseo es que la delegación esté abierta a los profesores de Religión tanto de la pública como de la concertada. En esta entrevista, nos comparte sus impresiones sobre el estado de la asignatura, sus retos y perspectivas de futuro.
Jornadas de profesores
El 18 y 19 de octubre, se celebraron en Santander las I Jornadas de Profesores Cristianos, un evento que reunió a profesores de Religión en centros públicos y profesores de la concertada y de la privada.
¿Por qué unas jornadas de profesores cristianos?
Por el deseo de caminar unidos, de conocernos y ayudarnos; de visibilizar en nuestra ciudad que somos muchos los que creemos en Jesús de Nazaret, los que vivimos nuestra vida y nuestra profesión desde la fe. También por la importancia de caminar unidos y de que la delegación de enseñanza vaya más allá de los profesores que imparten Religión en los colegios y centros públicos.
¿Hay dificultades para unir ambas realidades: profesor de Religión de la pública, profesor de la concertada?
Algunas sí que hay. Generalmente, los profesores de Religión de la concertada son también profesores de otras asignaturas, lo que hace que no se sientan especialmente responsables de formarse en este campo. También porque es la entidad titular del centro al que pertenecen la última responsable de ellos, por lo que la delegación, en la mayoría de los casos, pasa totalmente desapercibida.
¿Cómo construir un proyecto común diocesano entre todos?
Con mucha constancia y mucha paciencia. Informando, ofreciendo formación, creando lazos, programando actividades conjuntas, etc.
La tarea de delegada
¿Cómo ve la situación de los profesores de Religión en la diócesis?
Veo gente muy trabajadora, con ilusión y ganas de trabajar. También me encuentro con gente cansada, desmotivada, aunque son los menos. Y bastantes profesores de Religión desvinculados de la vida parroquial y de la diócesis, y eso es una pena, algo que hay que cuidar y mejorar.
¿Qué retos se marca como delegada de enseñanza en la diócesis?
Son varios los retos: cuidar la formación y el acompañamiento de los profesores de Religión; caminar unidos todos los profesores de Religión, independientemente de que trabajemos en la concertada o en la pública; potenciar la vinculación y el compromiso con la diócesis; potenciar la identidad del profesor de Religión y su ser enviado.
¿Qué opina de la formación del profesorado de Religión en general? ¿Tiene propuestas concretas de acción?
Creo que la formación que reciben para impartir clase de Religión es insuficiente. A primera vista, puede parecer excesiva, pero creo que alberga muchas carencias y, a veces, resulta difícil transmitir el mensaje con claridad, hondura y credibilidad. Y eso es vital. Siempre digo que dar clase de Religión hoy es más difícil que impartir cualquier otra asignatura. El discurso tiene que ser coherente, creíble, profundo y serio. A veces, eso se descuida.
La asignatura de Religión
¿Qué evaluación haría del estado actual de la asignatura de Religión?
A veces, la veo peligrar, por varios motivos. No por causas externas, porque no van a poder quitarla del ámbito académico y educativo, sino por los mismos profesores de Religión. Cuando todo vale en clase, cuando se rebajan las exigencias, cuando con un simple trabajo se aprueba… Hacer un análisis de esta realidad resultaría complejo.
¿Cuáles cree que son los retos principales de la asignatura?
Señalo tres retos fundamentalmente: dar a la asignatura la importancia que le corresponde, como el resto de materias; ser un profesor formado, con conocimientos amplios de su materia, capaz de desmontar argumentos “viejos” que aún siguen en vigor; y no caer en la “moralina” o la catequesis. Ese no es el objetivo de la clase de Religión.
¿Cómo sueña la clase de Religión?
Para mí, sería una de las asignaturas más importantes del currículo. Una asignatura que ofrece una formación integral de la persona, que camina al lado de la vida de los niños y los jóvenes, que suscita preguntas y ofrece respuestas, que te posibilita claves para entender la cultura, el arte, la literatura, etc.
Iglesia en salida
¿Cómo podría aterrizar el concepto de “Iglesia en salida” en la concertada? ¿Y en la asignatura de Religión?
No muy diferente a lo que es hoy la escuela concertada. Al menos la que yo conozco. Una escuela donde hay cabida para todos, abierta a las realidades de nuestro mundo, acogedora con todos. Una escuela donde el centro es el alumno, con todo lo que eso significa. Donde la transmisión de conocimientos va acompañada de valores, de respeto, de acompañamiento, de comprensión. Y lo mismo en la asignatura de Religión.
¿Cómo habría que enfocar la asignatura de Religión en mundo cada vez más interreligioso?
No desvinculándola de la vida personal, no reduciéndola al ámbito de lo privado y a la mera transmisión de conocimientos. Es un estilo que puede y debe marcar la vida de los jóvenes, despertar en ellos deseos de justicia, de paz, de liberación, de búsqueda de un mundo mejor, más fraterno, con más sentido.
¿Cómo educar a los alumnos a ser “ciudadanos globales”?
Siempre desde el respeto y la libertad. Cuando hay respeto, puede haber conocimiento y valoración. Y libertad, la suficiente para entender que somos distintos y que cada uno debe buscar aquello que le hace feliz, respetando siempre al diferente.
Pensado en las necesidades formativas del profesorado en esta encrucijada educativa, ¿qué cuatro documentos eclesiales recomendaría?
Aunque no es documento eclesial como tal, la Biblia. Ojalá la Palabra de Dios estuviera más presente en nuestros colegios, en nuestros ambientes, en nuestro día a día. Además, tendría en cuenta estos tres documentos: el Compendio de la doctrina social de la Iglesia (totalmente desconocido); Laudato si’, en línea con el nuevo pacto educativo para el cuidado de la creación que nos propone el papa Francisco; y el documento de la Sagrada Congregación para la Educación Católica: Educar al humanismo solidario.
En clave PERSONAL
El lugar de su infancia
Cabezuela del Valle, situado en el Valle del Jerte, donde se cultivan las cerezas más ricas del mundo.
Familia y colegio
Raíz y fondo de mi vocación.
En mi familia, viví mi vida de fe y aprendí valores tan importantes como compartir, la vida familiar, el respeto y la acogida.
Educación y vida religiosa
Soy religiosa josefina trinitaria.
En mi vida, no pude desvincular mi experiencia religiosa de mi tarea como educadora. No se da lo uno sin lo otro.
Una cita bíblica
En este momento de mi vida, me quedo con dos: “Donde está vuestro tesoro, allí está vuestro corazón” (Mt 6,19-23); y “Sed sal y luz del mundo” (Mt 5,13-16).
Tres libros de espiritualidad
Un libro que me encantó y me marcó fue Sabiduría de un pobre. Además, los escritos que me han acompañado durante gran parte de mi vida han sido los de san Rafael Arnaiz.
¿Y de literatura?
Un libro que me encantó fue la Biografía de Pedro Arrupe, de Pedro Miguel Lamet. Los pilares de la tierra de Follet y El cántico espiritual, de san Juan de la Cruz.