Pedagogía del cuidado
El tema del cuidado ha estado presente en el mensaje de Francisco, desde el comienzo de su pontificado. ¿Qué retos y desafíos nos plantea esta invitación del Papa en nuestra dimensión educativa?
En este mes de febrero, se cumple un año del encuentro en el que el Santo Padre convocó a todos los presidentes de las conferencias episcopales para abordar la cuestión de la protección de los menores en la Iglesia. Este fue un acontecimiento eclesial que suscitó la atención de la sociedad entera, dado su carácter inédito y la importancia de la temática abordada. Francisco planteaba en el discurso de cierre que cualquier medida que se fuera a tomar tenía que tener como objetivo principal “proteger a los menores e impedir que sean víctimas de cualquier abuso psicológico y físico. Por tanto, es necesario cambiar la mentalidad para combatir la actitud defensiva-reaccionaria de salvaguardar la institución, en beneficio de una búsqueda sincera y decisiva del bien de la comunidad, dando prioridad a las víctimas de los abusos en todos los sentidos”.
A partir de esta reunión, se establecieron una serie de acciones que deben ser llevadas adelante en cada iglesia particular para enfrentar estas graves situaciones y, sobre todo, para el cuidado de los menores. En esa línea finalizamos el 2019, con la decisión del Papa de abolir el secreto pontificio en casos de violencia sexual y abuso de menores cometidos por clérigos, y el cambio de la ley sobre el delito de pornografía infantil.
El tema del cuidado ha estado presente en el mensaje de Francisco, desde el comienzo de su pontificado. En Argentina, todavía recordamos las palabras que dirigió en la madrugada del diecinueve de marzo de 2013 a los fieles que realizaban una vigilia en la plaza de mayo, esperando la celebración de inicio de su ministerio petrino como obispo de Roma, en las que decía: “Les pido un favor: caminemos juntos todos, cuidémonos los unos a los otros, cuídense entre ustedes, no se hagan daño, cuiden la vida, cuiden la familia, cuiden la naturaleza, cuiden a los niños, cuiden a los viejos, que no haya odio, que no haya pelea, dejen de lado la envidia, no le saquen el cuero a nadie, dialoguen entre ustedes, que este deseo de cuidarse vaya creciendo en el corazón y acérquense a Dios”.
El cuidado de la creación ha sido una de sus preocupaciones principales y, en algún punto, una nota distintiva de su enseñanza, que lo ha posicionado como uno de los referentes sobre el tema, lo que le valió el reconocimiento de muchos hombres y mujeres por fuera de la Iglesia. Esta preocupación por el cuidado de la creación la pudimos conocer principalmente en la carta encíclica Laudato si’, como así también en el otro acontecimiento eclesial destacado del año pasado, que fue el sínodo especial para la Amazonia.
El cuidado como educadores
Pensando en cómo nos interpela a los educadores católicos esta invitación del Papa, lo primero que podemos considerar es que, dentro de las notas de identidad que reconocemos como propias en nuestras obras educativas, está la búsqueda permanente de construir comunidades en las que el cuidado de la persona ocupe el lugar principal. Día tras día, nos proponemos cuidar y cuidarnos en nuestras escuelas, no solo como un presupuesto ético sino también como una práctica educativa. Y lo que sustenta esta tarea es nuestra identidad cristiana que nos hace reconocernos hijos de Dios y hermanos entre nosotros. El papa Francisco, hablando del mandato que Dios le da al hombre y a la mujer de “cultivar y cuidar” la creación, afirma que “no cultiva quien no cuida y no cuida quien no cultiva”. Desde esta mirada, podríamos afirmar que educar es nuestra manera de cuidar.
La educación y el cuidado aparecen entonces como dos acciones inseparables, por lo que se hace indispensable reflexionar y buscar los caminos para seguir formando comunidades donde nos cuidemos los unos a los otros. El desafío que se nos presenta es poder desplegar la dimensión pedagógica del cuidado para que este modo de relacionarnos sea, al mismo tiempo, una experiencia educativa para los niños y jóvenes que forman parte de nuestras instituciones.