Rehumanizar el planeta
Estas palabras del papa Francisco, del doce de septiembre de 2019, convocando una alianza educativa, estarían dando sus primeros pasos como proyecto mundial en el evento convocado para el catorce de mayo de 2020, con el lema “reconstruir el pacto educativo global”. Por razones de la pandemia mundial, se ha trasladado al quince de octubre.
La llamada del Papa a reavivar el compromiso por una educación más abierta e inclusiva da continuidad a su propuesta de Laudato si’, en la que invitaba a todos a colaborar en el cuidado del planeta construyendo la casa común de toda la humanidad. Por una parte, es una invitación “a la aldea entera”, no solo a cristianos, ni solo a creyentes, a todos en el sentido más inclusivo y universal; por otra parte, lo fundamental es “tener la valentía de colocar a la persona en el centro” de la educación. En cuanto a sus ejes programáticos, esta invitación promueve una “sana antropología” en la que, además de construir sujetos individuales, tenga la valentía de formar personas “que se pongan al servicio de la comunidad”, es decir, en clave de la cultura del encuentro y de la ecología integral.
La invitación a un pacto global por la educación, además de a la Laudato si’, también está vinculada al Documento sobre la fraternidad humana, por la paz mundial y la convivencia común, firmado por el imán Ahmed el-Tayeb y el papa Francisco. Esta rúbrica conjunta de ambas tradiciones trata de unir las religiones ante una humanidad herida para que la fe no sea obstáculo de fraternidad. Así empieza ese documento: “La fe lleva al creyente a ver en el otro a un hermano que debe sostener y amar”. Esta propuesta de fraternidad es una categoría cultural que funda el pontificado de Francisco y ahora también vertebra el proyecto de este pacto global por la educación.
Para nosotros, esta renovada emergencia educativa que late en el seno de la Iglesia, compartida abiertamente con todas las sociedades, se enmarca en una creciente llamada a la rehumanización del mundo. Rehumanización en el sentido en el que Viktor Frankl lo utiliza en sus obras; como lo utilizaron antes la fenomenología y el pensamiento existencial; y en línea con el humanismo dialógico y el personalismo (Gabriel Marcel, Abraham Maslow y Emmanuel Mounier, entre otros). Estas teorías de rehumanización se basan en una naturaleza personal transcendente, pasar de “las cosas mismas” a “las personas mismas”. En palabras del filósofo José Luis Cañas Fernández: cambiar el famoso lema de la fenomenología de hace un siglo, “vuelta a las cosas mismas”, por el de “vuelta a las personas mismas”. Un cambio profundo de mentalidad factible porque las personas, por muy deshumanizadas que estén, siempre pueden volver a nacer y “volver a ser persona”; en definitiva, porque “mientras hay persona hay esperanza”.
Aprendizaje humanista, sabiduría religiosa
Desde nuestro punto de vista, para alcanzar los fines que se propone esta alianza educativa, para promover ese giro antropológico de la fraternidad y la responsabilidad en el cuidado de la casa común, deberán fortalecerse aprendizajes esenciales relacionados con las humanidades. “Hace falta la conciencia de un origen común, de una pertenencia humana común y de un futuro compartido por todos” (Laudato si’ 202).
Creemos que las sabidurías religiosas pueden enriquecer los procesos educativos con sus más elevadas propuestas morales de justicia y de paz, de solidaridad y fraternidad. Nos sumamos al documento interreligioso de la fraternidad cuando reivindica “la importancia de reavivar el sentido religioso y la necesidad de reanimarlo en los corazones de las nuevas generaciones”. Nos sumamos también a las palabras de Hannah Arendt, citadas en el instrumentum laboris del pacto educativo global: “La educación es el momento que decide si amamos lo suficiente al mundo como para responsabilizarnos de él».