Testimonio de una profesora de Religión Católica
Confinamiento Covid-19. Juana Cerrillo Vallejo
Durante el curso 2019-20 me encuentro impartiendo clases de Religión y Moral Católica en dos centros de infantil y primaria: el CEIP Albolafia, situado en C/ Espalda a Calle Motril en Córdoba y el CEIP Santa Bárbara en Cerro Muriano (barriada de Córdoba).
Empezaré hablando de mi experiencia en este último, el CEIP Santa Bárbara, durante la etapa que desgraciadamente nos ha tocado vivir debido al Coviv-19. Estos meses de trabajo en casa han sido un poco de locos, pero no más que en cualquier colegio normalizado.
El contacto con las familias ha sido a través de las tutoras: yo envío el trabajo los domingos y ellas lo hacen llegar a las familias. Cada familia me envía el trabajo por correo y ahí es donde yo converso algo con ellas, las animo, más a los niños y niñas, se refuerza positivamente su trabajo, etc…Esto supone muchas horas delante del ordenador, pero no me quejo. Incluso con alguna familia tenemos contacto telefónico y es muy gratificante.
He procurado que el trabajo no fuese aburrido ni complicado. De hecho, he tenido que adaptar la programación a criterios y contenidos mínimos. Un trabajo que gustó mucho, y participó la familia, fue el montaje de un altar a María. Envío fotos de algunos.
Hay familias con problemas, como en muchos lugares, familias desestructuradas, con problemas económicos, etc…la brecha digital se hace patente en ellas. Incluso el centro de menores cercano, cuyos niños/as acuden al cole ha tenido problemas al no tener acceso a internet, ni ordenadores. Se ha tardado varias semanas en solventar el problema.
Por otro lado, el plan SYGA funciona bien y las familias más desfavorecidas están cubiertas. Hay problemas puntuales que se van solventando. En todos los centros hay familias que necesitan una mayor atención debido a diversas situaciones circunstanciales que hacen difícil el desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje, se intentan solucionar los problemas lo más rápido posible. El trabajo del equipo directivo y de las tutoras es muy grande para hacer posible que nadie se vaya quedando atrás.
El otro centro al que acudo es el CEIP Albolafia, donde mi testimonio puede ser más atípico, su funcionamiento era ya antes distinto a muchos otros. Primero porque funcionamos como Comunidad de Aprendizaje, lo que implica una relación más cercana y afectiva entre toda la comunidad educativa: maestros, alumnado, familias, voluntariado, secretaria, personal del comedor, asistente social, educador social, personal de limpieza, y personas de la barriada. Y en segundo lugar por las características especiales del centro y del barrio.
El viernes 13 de marzo, fue todo tan rápido que no nos dio tiempo ni para pensar. Pero ese fin de semana, en la mente de todo el profesorado estaban no sólo los niños /as del cole, sino también sus familias. Nos preguntábamos: y ahora, ¿qué?
El grupo de WhatsApp que tenemos los/as maestras no paraba. La preocupación era qué iban a comer, cómo se las iban a apañar… son familias que viven de la venta ambulante pero precaria, ni siquiera como en los mercadillos; se buscan la vida como pueden. Otros se dedican a la chatarra. Casi todos recibían ayudas de la Iglesia, de Cáritas, etc…y así podían ir tirando. Pero y, ¿ahora? No podían salir. Muchas personas sin herramientas para solucionar conflictos en tiempos normales, cuánto más ahora toda la familia metida en pisos pequeños, con dificultades económicas, de relación, sin comida, etc.…
Hay un equipo directivo de quitarse el sombrero y un claustro entregado al alumnado. Personas de diferentes creencias, católicos, evangélicos, ateos…fueron capaces de pensar, buscar soluciones, tener iniciativas, pedir ayuda, organizar y poner a funcionar en unos días un engranaje que recaudó fondos para comida urgente. Cada uno aportamos lo que pudimos, familiares y amigos se fueron uniendo a esta idea; otros además fueron voluntariamente a organizar y repartir.
Yo le di gracias a Dios porque todo esto no sería posible si no fuésemos sus hijos, ese amor solidario derramado era el amor de Cristo. Quizás el ver tan de cerca todos estos problemas me ha abierto los ojos para “mirar” bien y no sólo “ver” Todo se está haciendo desde la solidaridad y la caridad cristiana. Esas personas tienen la misma dignidad que cualquiera de nosotros, no es limosna lo que se les ha dado, es una ayuda al hermano.
Alguien a quien yo respeto mucho me dijo hace años que quien estaba en estos centros lo hacía o “por Dios o por los hombres”, ahora pienso que es igual, todos somos hijos de Dios, somos hijos en el Hijo y esa semejanza nos brota ante las dificultades. Simplemente es cuestión de tiempo, algunos se darán cuenta más tarde.
Las tres primeras semanas fueron fundamentales, no tenían qué comer. El plan SYGA ayudaba, pero era sólo para los alumnos escolarizados. ¿Y los hermanos mayores?, ¿y las familias que sus hijos salieron del cole el año pasado y necesitan ayuda?, cómo dejarlas fuera. Se optó por seguir ayudándolos, son del barrio y por tanto parte de la comunidad.
Se necesitaban productos frescos como yogures, pan, carne, verduras y frutas, que se empezaron a repartir. No puedo dejar de nombrar a las parroquias cercanas como a Santa Luisa de Marillac y a Cáritas que hacen una labor magnífica, inmensa en toda la zona y que se quedaron colapsadas a los pocos días del confinamiento. Gracias a sus párrocos y a sus voluntarios, de todo corazón, sois grandes.
Ahora se están comprando para las familias tarjetas con datos; ONGs (como Educación e infancia, Maizca, Prolibertas, y alguna que olvido seguro) y particulares han colaborado, no sólo en los alimentos sino también, donado tarjetas y teléfonos usados, otros terminales se han comprado, para poder estar en contacto y que los niños y niñas sigan trabajando desde casa.
La forma de trabajar con el alumnado es muy difícil y complicada durante este confinamiento. La brecha digital es enorme. Algunas familias tienen varios hijos y un solo móvil con datos para estar en contacto, hacer tareas y enviar la foto de la ficha hecha. El método de trabajo es enviar a las tutoras el trabajo los domingos, ellas lo envían para que otras compañeras hagan fotocopias y se les entrega con el reparto de comida. Los niños/as lo hacen y yo en mi caso, algunos me lo envían por WhatsApp mediante foto, otros hablo con ellos y me preguntan dudas y me dicen simplemente que ya está hecho, en algunos casos es hablando con las tutoras como sabemos lo que están haciendo o si no trabajan y en algún curso se ha formado un grupo de WhatsApp de familias y maestras sólo para las tareas.
Procuro hablar con las familias, espero que a partir de esta semana sea con mayor número, pues se les ha provisto de terminales y tarjetas, aunque queda alguna familia por atender.
Debo decir que algunas madres y padres están realizando una labor muy grande e importante, pues colaboran en el trabajo de sus hijos e hijas, con conocimientos muy básicos, sin medios tecnológicos, y en las circunstancias tan difíciles en las que están…etc…es muy duro. Están poniendo todo de su parte.
Mis conversaciones con las familias y sus hijos e hijas son de ánimo, de escucha y de apoyo y cuando me envían trabajos, los alabo muchísimo, son niños/as con la autoestima muy baja. Estamos ante la verdadera educación integral de la persona, conocimientos, afecto, relación, apoyo, escucha, ánimo, etc…hay en el aire un sentimiento de transmisión auténtica de fe, esperanza, Amor (caridad).
Sólo me queda por añadir que mi mochila la estoy llenando en este centro de amor, de solidaridad, de compañerismo, de respeto, de unión. Que estoy aprendiendo muchísimo, como por ejemplo a darme cuenta de que teniendo mucho puede ser que seas un pobre hombre o una pobre mujer y que no teniendo nada aportes de ti tanto a los demás que seas ejemplo de vida, de lucha y de fortaleza.
Siempre tuve fe, me la inculcaron en mi familia, en mi colegio, en la parroquia. Pero aquí me encontré con Cristo, presente en las personas y en las circunstancias. Cuando he podido ir a la iglesia, miro al Sagrario y Le doy gracias.
Acompañamos el testimonio con fotos de algunos altares realizados en el CEIP Santa Bárbara y con fotos del reparto de alimentos en el CEIP Albolafia.