Ante la propuesta de Francisco de un pacto educativo global
El doce de septiembre de 2019, el papa Francisco hizo una llamada para un pacto educativo global. Conocer su inquietud y pasión educativa, antes y durante su magisterio, y entender el mensaje de la convocatoria nos proporcionan las claves para interpretar los puntos de referencia que nos ofrece.
Francisco ha mostrado siempre una intensa inquietud educativa. Además de su trayectoria como jesuita, siendo arzobispo de Buenos Aires, dirigía cada año un mensaje a la comunidad educativa que ilumina el quehacer de la escuela bonaerense. Allí impulsa los programas “Escuela de vecinos” y “Escuelas hermanas”, con el objetivo de unir escuelas, deportes populares y solidaridad. A los pocos meses de ser elegido Papa, fomenta Scholas Occurrentes, red mundial de escuelas para el encuentro que busca compartir los proyectos que poseen los centros educativos, intentando enriquecerse mutuamente, y apoyar a las escuelas de menores recursos. Las primeras escuelas del mundo en unirse a la red fueron inscritas en 2013 por Messi y Buffon en la histórica sala de conferencias de la Pontificia Academia de las Ciencias. Fue la línea de acción que propuso Francisco, con la convicción de que las figuras queridas popularmente educan a millones de niños con su ejemplo y que el deporte y el arte popular constituyen herramientas formidables para educar.
Desde sus inicios, Francisco soñó Scholas como la posibilidad de dar respuesta concreta al desafío de esta época, confiriéndole la tarea de educar en la apertura al otro y en la escucha que, al reunir los pedazos de un mundo atomizado y vacío de sentido, comience a crear una nueva cultura: la del encuentro. Dice el ideario de Scholas: “Enseñar en la fragilidad del encuentro con el otro, con lo otro y, por consiguiente, con uno mismo. Con todo aquello que, por ser distinto, nos devuelve la capacidad de asombro. Nos abre al misterio de la vida como don, siempre naciendo; justo antes de dividirse los discursos, los proyectos, las culturas. Creemos que, desde allí, solo desde el origen, comienzan a vislumbrarse otros rumbos. Es en el silencio donde nace una palabra, y es esa palabra capaz de configurar un nuevo mundo. Scholas intuye que de esto se trata: enseñar para la vida. En lugar de percibir la realidad rigiéndola por nuestros intereses, la escucha, suelta las ataduras de la propia voluntad y se abre para dejar que la vida revele su sentido. Primero, será necesario dejar que las cosas se digan en uno y, desde esa conmoción, sea uno el que diga las cosas. Si la escucha es a la vida que llama, crear es la respuesta. Celebrar, finalmente, es la forma humana de agradecer la existencia. En el fondo, la vida es siempre un don, y el «gracias » será por y a pesar de todo”.
Es importante conocer esta pasión de Francisco para entender su llamada a un “pacto educativo global”, para el que ha convocado un encuentro el próximo catorce de mayo de 2020. En el mensaje de convocatoria, dice: “Hoy, más que nunca, es necesario unir los esfuerzos por una alianza educativa amplia para formar personas maduras, capaces de superar fragmentaciones y contraposiciones y reconstruir el tejido de las relaciones por una humanidad más fraterna”, para señalar después la continua transformación como característica del mundo actual. De nuevo, afirma que vivimos un cambio de época con novedades culturales y antropológicas que descartan los paradigmas que la historia nos ha dado. “La educación afronta la llamada rapidación”, que cambia continuamente los puntos de referencia. Por ello, Francisco convoca a una alianza global, pues “cada cambio necesita un camino educativo que involucre a todos”.
Esta propuesta de Francisco se relaciona con todo su magisterio: se precisa la “luz de la fe” para ensanchar la razón, iluminar el discernimiento y alentar un proceso que afirme que el tiempo es superior al espacio. El cambio de época es una llamada a la salida misionera para anunciar lo esencial del Evangelio que ayude a innovar y transformar. El sueño misionero del Papa es fácilmente relacionable con su sueño educativo, más aun, este último es instrumento privilegiado para que la Iglesia experimente la dulce alegría de evangelizar. Evangelii gaudium ya subraya que el kerigma tiene una inseparable dimensión social que posteriormente desarrolla en Laudato si’. La misma encíclica reclama una educación que ayude a la alianza entre la humanidad y el ambiente, eduque en un estilo de vida y cultive unas virtudes que hagan posible la donación de sí. La llamada a la santidad que realiza en Gaudete et exsultate impulsa a vivir contracorriente en la sincera entrega de sí a favor del bien común. El Papa ofrece unos puntos de referencia para el camino común hacia el pacto global.
La persona en el centro
En primer lugar, tener la valentía de colocar a la persona en el centro. Benedicto XVI afirmó en Caritas in veritate que “la cuestión social se ha convertido radicalmente en una cuestión antropológica”; Francisco, en Laudato si’, afirma que “no hay ecología sin una adecuada antropología”; y, en la carta de convocatoria para el encuentro sobre el “pacto educativo global”, sitúa, como punto de partida, “una sana antropología”. La antropología cristiana afirma la persona frente a la reducción individualista, hunde sus raíces en la concepción trinitaria de Dios y de la persona creada a su imagen.
En Laudato si’ (239), podemos leer: “Para los cristianos, creer en un solo Dios, que es comunión trinitaria, lleva a pensar que toda la realidad contiene en su seno una marca propiamente trinitaria. […] Toda criatura lleva en sí una estructura propiamente trinitaria, tan real que podría ser contemplada si la mirada del ser humano no fuera limitada, oscura y frágil”. La comprensión personal del hombre y de la mujer lleva incorporada una relacionalidad constitutiva que genera, originariamente, ambientes e instituciones. De hay que de la comprensión antropológica se derivan modos de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso. Por eso escribe Francisco en la carta de convocatoria: “En un itinerario de ecología integral, se debe poner en el centro el valor propio de cada criatura, en relación con las personas y con la realidad que las circunda, y se propone un estilo de vida que rechace la cultura del descarte”.
La educación religiosa en la escuela ha de ayudar, desde esta convicción antropológica, a cultivar “la actitud básica de autotrascenderse, rompiendo la conciencia aislada y la autorreferencialidad”. Esta ruptura del individualismo dominante “es la raíz que hace posible todo cuidado de los demás y del medioambiente, y que hace brotar la reacción moral”. Propone el papa Francisco en Laudato si’ una educación para la alianza entre la humanidad y el medioambiente con algunas afirmaciones de hondo calado para nuestras propuestas educativas que se dan por satisfechas, a veces, con campañas aisladas y educación en valores. Así escribe en el número 209: “La conciencia de la gravedad de la crisis cultural y ecológica necesita traducirse en nuevos hábitos. Muchos saben que el progreso actual y la mera sumatoria de objetos o placeres no bastan para darle sentido y gozo al corazón humano, pero no se sienten capaces de renunciar a lo que el mercado les ofrece. Los jóvenes tienen una nueva sensibilidad ecológica y un espíritu generoso, y algunos de ellos luchan admirablemente por la defensa del ambiente, pero han crecido en un contexto de altísimo consumo y bienestar que vuelve difícil el desarrollo de otros hábitos. Por eso estamos ante un desafío educativo”. Fiel a la comprensión radicalmente relacional de la persona, el Papa reivindica una propuesta educativa integral que asegure “el equilibrio interno con uno mismo, el solidario con los demás, el natural con todos los seres vivos, el espiritual con Dios”. Y añade: “Esta educación, llamada a crear una «ciudadanía ecológica », a veces, se limita a informar y no logra desarrollar hábitos. Solo a partir del cultivo de sólidas virtudes es posible la donación de sí”. La antropología de la ciudadanía ecológica pide respetar la ecología humana y, por tanto, el significado de la diferencia sexual. Al respecto, es importante el documento de la Congregación para la Educación Católica: Varón y mujer los creó. Para una vía de diálogo sobre la cuestión del gender en la educación (Ciudad del Vaticano, 2019).
Invertir las energías
Otro paso que propone el papa Francisco para el pacto educativo global es “la valentía de invertir las mejores energías con creatividad y responsabilidad”. Así como el primer punto se sitúa en la perspectiva del fundamento de la propuesta, este otro paso pone el acento en los medios o recursos educativos. Sugiere planificación a largo plazo, que no se atasque en las luchas de poder y no se detenga en lo estático de las condiciones del momento presente. Las energías educativas para impulsar un nuevo humanismo han de ser aportadas por las familias, diversas expresiones de la sociedad civil y las Administraciones públicas.
La educación, tanto la formal que se ofrece en la escuela como la informal, precisa de tiempo para acoger con responsabilidad lo que la gran tradición educativa ofrece. Esto requiere estudio y aprendizaje de los conocimientos básicos recibidos para poder ejercer la creatividad que precisa imaginación, instrumentos y trabajo. La escucha, la reflexión y el diálogo son necesarios en la escuela para recibir, acoger y compartir y sentar las bases para la creatividad.
Escucha, reflexión y diálogo en la educación informal en los diversos ambientes capacitan para construir un tejido de relaciones con las familias, entre las generaciones y con las diversas expresiones de la sociedad civil, de modo que se componga un nuevo humanismo. El humanismo no es aceptado hoy de manera pacífica; así lo afirma Peter Singer (y con él muchos autores): “El humanismo es una doctrina vacía y falaz”. El emergente trashumanismo y las formas de un ecologismo radical que equipara a las personas con las especies animales son, además de un desafío, un fuerte “despertador” para relanzar un proyecto humanizador y humanista.
“El «modo» de cómo se aprende pareciera ser hoy más relevante que el «qué» se aprende, como también el modo de enseñar parece más importante que los contenidos de la enseñanza. Una enseñanza que solo promueva el aprender repetitivo, que no favorezca la participación activa de los estudiantes, que no encienda su curiosidad, no es suficientemente desafiante para generar la motivación. Aprender a través de la investigación y la solución de problemas educa capacidades cognitivas y mentales diferentes, más significativas de aquellas de una simple recepción de informaciones; también estimula a una modalidad de trabajo colaborativo.
No va, en cambio, subestimado el valor de los contenidos del aprendizaje. Si no es indiferente el cómo un alumno aprende, no lo es tampoco el qué. Es importante que los profesores sepan seleccionar y proponer a la consideración de los alumnos los elementos esenciales del patrimonio cultural acumulados en el tiempo y el estudio de las grandes cuestiones que la humanidad debió y debe afrontar. De lo contrario, se corre el riesgo de una enseñanza orientada a ofrecer solo lo que hoy se considera útil, porque lo requiere una contingente demanda económica o social, pero que se olvida de lo que es para la persona humana indispensable” (Congregación para la Educación Católica, Educar hoy y mañana: una pasión que se renueva. Instrumentum laboris, Ciudad del Vaticano, 2014).
Servicio a la comunidad
Otro paso es la valentía de formar personas disponibles que se pongan al servicio de la comunidad. El servicio es un pilar de la cultura del encuentro: “Significa inclinarse hacia quien tiene necesidad y tenderle la mano, sin cálculos, sin temor, con ternura y comprensión, como Jesús se inclinó a lavar los pies a los apóstoles. Servir significa trabajar al lado de los más necesitados, establecer con ellos ante todo relaciones humanas, de cercanía, vínculos de solidaridad”.
El Papa incorpora la perspectiva vocacional en el horizonte del bien común a su propuesta. La fuerte afirmación de la autonomía de cada sujeto y de cada grupo está entre las causas originarias de los desencuentros en todos los ámbitos de la vida social. Por ello, es importante promover una “cultura vocacional” o de la respuesta a las llamadas que la vida en relación nos hace. La disponibilidad interior para el servicio al común pide una educación que forje hábitos o virtudes y que reconozca en los derechos, que fácilmente enarbolamos, su otra cara de deber que se hace servicio.
Cada vez hay más personas y sectores sociales que hacen suya la expresión “emergencia educativa” de Benedicto XVI. La Congregación para la Educación Católica interpreta esta expresión refiriéndose a las “dificultades de establecer relaciones educativas que, para ser auténticas, tienen que transmitir a las jóvenes generaciones valores y principios vitales, no solo para ayudar a cada persona a crecer y a madurar, sino también para concurrir en la construcción del bien común”.
¿Quién soy?
Educar ha de ayudar a descifrar y responder la pregunta original: ¿quién soy? Nos enseñaron que debíamos tener (conocimientos, herramientas, competencias) para salir a hacer (producir, demostrar, hacerse un lugar entre los demás) y al fin llegar (reservado solo para algunos) a ser, “ser alguien en la vida”. Ser, hacer, tener, junto con amar y descansar en la fiesta y el reposo, son experiencias que toda existencia quiere conjugar. El problema, que es desafío educativo, es cómo conjugarlas y jerarquizarlas.
Acogemos, para terminar, la propuesta de Scholas Occurrentes de una nueva lógica en ese coloquio: “Eduquemos en la escucha del ser, de eso único y por tanto bello de cada uno y de la realidad. Así, hacer se vuelve responsable, respuesta a la llamada, expresión de uno mismo, creación. Y, por último, celebrar un tener que corresponda con quien soy y, por tanto, no necesitará más, ni menos. ¿Quién soy? Soy creación, soy único, sin necesitar demostrarlo, sin merecerlo, sin fabricarlo. Hubo alguien que me escuchó, percibió mi particularidad y la nombró, llamándome a expresarlo, a manifestarlo, a ser responsable con la vida. Vale la pena todo esto, vivir cobra sentido. Ahora me puedo dar a todos, ahora que soy único”.