Aprendizaje-servicio: un proyecto colaborativo con utilidad social
El aprendizaje-servicio es una propuesta educativa para la transformación social, que profundiza en los distintos componentes de un proyecto solidario. Pero, como educadores, ¿cómo podemos construir este proyecto de aprendizaje-servicio solidario?
El aprendizaje-servicio (ApS) es un modelo educativo que adquiere sentido a partir de la integración de sus componentes: el aprendizaje tiene una intencionalidad educativa explícita; el servicio solidario moviliza el interés de sus protagonistas hacia un servicio a la comunidad. Mediante una metodología de proyectos, donde se aúnan aprendizaje y servicio a la comunidad, el ApS propone desarrollar procesos de acción-reflexión desde una perspectiva transformadora, que permita construir y consolidar valores, estableciendo redes de conocimiento y solidaridad entre infancia y juventud y entre distintos actores de la sociedad.
Componentes clave
En todo proyecto de ApS, deben estar presentes estos elementos: necesidad social de la comunidad; servicio útil a la comunidad de carácter transformador; conexión de la actividad de servicio con los objetivos de aprendizaje; protagonismo y participación de los miembros del grupo; trabajo en grupo; acción-reflexión; trabajo en red con entidades sociales; y proyecto. Estos componentes constituyen el criterio para determinar si un proyecto solidario puede definirse como ApS o no.
El ApS permite establecer redes sociales que ayudan a las personas a activar sus recursos personales y grupales para afrontar su futuro en clave proactiva. Hunde sus raíces en la pedagogía vivencial, cuyo principio fundamental es que los alumnos se desarrollan personal y socialmente mejor cuando participan de forma activa en experiencias abiertas de aprendizaje y reflexionan sobre ello.
¿Qué aprendizajes?
Pueden identificarse siete grandes aprendizajes en sintonía con el ApS, que favorecen el crecimiento personal e informan de acciones de transformación: educación en el marco de la vida cotidiana; las competencias clave para el aprendizaje a lo largo de la vida; la educación en valores; la prosocialidad; las habilidades para la vida; los derechos humanos y los derechos de la infancia; y los objetivos de desarrollo sostenible (ODS).
Estos dos últimos son clave para el desarrollo de un proceso transformador de la realidad. Cuando la práctica educativa integra los derechos humanos y los derechos de la infancia como principios éticos y normas universales de conducta, transforma la realidad del grupo. En el ApS, se trabaja en clave de derechos, enfocando sus búsquedas y sus acciones en el derecho de todas las personas y colectividades a una vida digna.
Por otra parte, los ODS abren un inmenso mundo de aprendizajes y de servicios a la comunidad enmarcados en proyectos de ApS. Embarcarse en el camino del desarrollo sostenible requerirá una transformación profunda en nuestra forma de pensar y actuar. Para crear un mundo más sostenible y abordar temas relacionados con la sostenibilidad, los individuos deben convertirse en agentes de cambio: necesitan conocimientos, habilidades, valores y actitudes que los empoderen para contribuir con el desarrollo sostenible. El ya consolidado enfoque de la educación para el desarrollo sostenible empodera a los alumnos para tomar decisiones conscientes y actuar responsablemente en aras de la integridad ambiental, la viabilidad económica y una sociedad justa para generaciones presentes y futuras.
Cómo construir un proyecto de ApS solidario
El ApS es una propuesta educativa para la transformación social, que profundiza en los distintos componentes de un proyecto solidario. Su construcción se divide en las siguientes fases (en cada una, se detalla el papel del equipo educativo):
PREPARACIÓN
Previamente, el equipo educativo estudia el contexto e identifica situaciones susceptibles de mejora, pensando en el alumnado con el que se trabaja y sus posibilidades. Asimismo, analiza estas conexiones en relación con el área curricular y estudia los puntos fuertes de cada uno de los miembros del grupo y del grupo en su conjunto, con el objeto de identificar las posibilidades de crecimiento personal y grupal en las distintas propuestas y de señalar qué aprendizajes pueden consolidarse.
También identifica las entidades de la comunidad o aquellas con la que se es susceptible de colaborar en algún proyecto colectivo común.
MOTIVACIÓN
El proceso motivador depende del punto de partida: se pueden invitar personas relevantes de la comunidad, visitar grupos y organizaciones, realizar un juego de pistas que invite a realizar búsquedas (en vivo o en internet) sobre problemas de la comunidad (necesidades sentidas y vividas relacionadas con el medioambiente, atenciones personales, necesidades de otras personas o carencias de la vida comunitaria). Además, los alumnos pueden entrevistarse con líderes sociales, religiosos, movimientos ecologistas, etc. Posteriormente,
se analizan las prioridades en las necesidades detectadas y nuestras posibilidades de provocar cambios.
INICIO
El equipo educativo puede proponer un ejercicio de observación de la ciudad (o barrio), promoviendo el pensamiento crítico y la empatía a partir del análisis de situaciones que puedan ser susceptibles de mejora. Trata de ajustar este análisis de la realidad y de las acciones que emerjan del grupo a sus posibilidades reales, y acompaña a las personas y al grupo en este proceso. En cada fase, se identifican los aprendizajes necesarios para el desarrollo de la acción.
ELECCIÓN
El equipo educativo ayuda a reformular los proyectos que surgen en la fase motivadora y dinamizan sesiones para analizar sus ventajas e inconvenientes. Este equipo tiene un papel importante, ya que es el que ayuda a valorar los pros y contras, así como las diferentes opciones (pensamiento crítico) que lleven a la elección de una u otra experiencia (toma de decisiones). Quizá, sea interesante señalar que las posibilidades de elección van relacionadas con la experiencia y la edad del alumnado. Posiblemente, cuando el grupo esté compuesto por alumnos sin experiencia en trabajo por proyectos, el abanico de elección se verá reducido de manera que el educador pueda controlar el proceso y desarrollar un acompañamiento más acorde con las necesidades y posibilidades de estos.
PLANIFICACIÓN DEL PROYECTO
A la hora de programar una experiencia de ApS, sería útil conocer las situaciones de los colectivos a los que iría dirigido el servicio que queremos realizar, para poder desarrollar, desde esta cercanía, un sentimiento de empatía, que dotará de más sentido a nuestra actividad. El pensamiento creativo puede tener también un valor destacado en esta fase, donde se puede trabajar a través de la presentación de una batería de experiencias, en la que la originalidad de la acción pueda ser un elemento motivador, a la vez que facilitador a la hora de divulgar el proyecto que realicemos.
¿Qué tiene el grupo que aprender para realizar una buena planificación del proyecto?
EJECUCIÓN DE LA ACCIÓN
En cualquier proceso grupal (y el proceso educativo en un grupo clase lo es), es normal que surjan discrepancias y diferentes maneras de interpretar un mismo hecho. Estos momentos de crisis pueden convertirse en verdaderas oportunidades para trabajar la asertividad, el manejo de emociones y sentimientos y la solución de problemas.
Como en cualquier otro proyecto, los plazos, los imprevistos y los pequeños detalles pueden poner a prueba a cualquiera y ser también la excusa perfecta para profundizar en el manejo de tensiones y de estrés.
EVALUACIÓN
La evaluación puede ser una nueva oportunidad para trabajar distintas destrezas psicosociales, retomando cómo se solventó aquel momento de conflicto o favoreciendo el análisis crítico de los objetivos logrados.
Nuestro trabajo queda incompleto si no es evaluado por el equipo educativo. Este valorará aquellos aspectos relacionados con la adquisición de los aprendizajes de valores, habilidades y competencias que se ha propuesto, así como la necesidad de profundizar en algunos aspectos que hayan quedado menos desarrollados. Para ello, es conveniente realizar una síntesis y aportar información, más allá de la obtenida por los propios medios en el desarrollo del proyecto.
Si, desde la óptica del profesorado, pensamos que esta evaluación va a desembocar en una “calificación” vinculada al área o áreas curriculares del centro, debemos tener claro los criterios de calificación, criterios que debe conocer el alumnado con antelación. Esta evaluación debe realizarse desde distintos enfoques: la óptica de cada alumno; la óptica del grupo; la óptica de los destinatarios de la acción y de las organizaciones implicadas; y la óptica del profesorado y las áreas curriculares implicadas.
FIESTA DE CIERRE
Las celebraciones tienen como objetivo fijar las adquisiciones y despertar el deseo de continuar.
El acompañamiento educativo
El acompañamiento educativo en un proyecto de ApS solidario se sustenta en la educación en valores, en el desarrollo de la autoestima, en la potenciación de las competencias sociales y ciudadanas y el emprendimiento de carácter social. Este acompañamiento educativo posibilita la relación entre la acción planificada y el referente curricular, posibilita la orientación vocacional y activa la competencia social y ciudadana en el presente y para el futuro.
Podemos identificar tres grandes grupos de tareas a desarrollar por la persona que acompaña al grupo en un proyecto: facilitar la información, facilitar la organización del grupo y facilitar la reflexión crítica.
Facilitar información
Cuando hablamos de facilitar la información, no estamos hablando de que quien acompaña es el único proveedor de informaciones en relación con el proyecto que se intenta llevar a cabo. Hay situaciones en que esto es necesario, según la edad de los alumnos, pero lo más conveniente sería que se facilitara el modo de llegar a la información, y los alumnos exploraran, investigaran y buscaran informaciones útiles para el proyecto en cuestión.
En este camino, conviene facilitar elementos de interpretación desde una perspectiva crítica, de manera que se despierte en los miembros del grupo el análisis de la información, su veracidad, su coherencia, su pertinencia, etc. para el desarrollo del proceso de toma de decisiones.
Facilitar la organización del grupo
A veces, el grupo no puede enfrentarse a solas con la tarea de organizarse ante un conjunto de cosas tan complejo como el que supone un proyecto de ApS. Le hace falta una ayuda por parte del acompañante que, a parte de disponer de mucha más información sobre cuestiones concretas, sabe cómo salir adelante.
Esta facilitación no debe suponer que quien acompaña al grupo asuma todo este trabajo en solitario, prescindiendo del grupo y aportando todo el trabajo organizado, de tal manera que el grupo lo único que hace es cumplir las consignas e indicaciones del acompañante. Es el grupo quien debe resolver sus cuestiones organizativas: el acompañante acompaña, pero en ningún momento suple al grupo.
Facilitar la reflexión crítica
- En las reuniones y asambleas de seguimiento del proyecto. El acompañante o alguno de los miembros del grupo pueden tomar la iniciativa y resaltar algún aspecto detectado, que será objeto de debate y discusión.
- En situaciones problemáticas. En estos casos, con objeto de reordenar el proceso y ayudar al grupo a autorregularse y resolver los conflictos de cualquier naturaleza que puedan surgir, es conveniente poner al grupo ante su propia realidad, detener lo que se está realizando, hacer tomar conciencia grupal de lo que sucede, etc. Si es necesario, se deja tiempo para el debate.
- En situaciones informales. Alguno de los miembros del grupo puede comentar algún aspecto que cree que no funciona. Si la situación es urgente o grave, se puede realizar una reunión extraordinaria.
El protagonismo del alumnado
En un proyecto de ApS solidario, hay un elemento fundamental: el protagonismos de los propios participantes. La noción de protagonismo juvenil considera al alumnado como sujeto de derechos y responsabilidades, apropiándose de su propia historia personal y colectiva. No siempre la participación es ejercicio de protagonismo, pero no puede haber protagonismo sin participación. Hablar de participación implica ser parte en el diseño, implementación, ejecución y evaluación de una propuesta concreta. La participación “activa” o “real” compromete a los sujetos en los procesos de toma de decisiones en el marco de una institución o programa.