Educar: un gran acto de esperanza
María del Socorro Fuentes Prieto, Secretaria Autonómica de Escuelas Católicas de Extremadura
Hoy, 15 de octubre, el Papa nos ha convocado a un pacto educativo global, una noticia esperanzadora en un mundo donde tan necesitados estamos de acuerdos y de esperanza. Es la mejor manera de entender una Iglesia que quiere caminar con la historia, releyendo el presente y sumamente atenta a lo que este le va diciendo. Porque nada hay tan evangelizador y tan urgente en este presente nuestro, como los dos ejes educativos en los que el Papa nos propone movernos a escala mundial: la ecología y la fraternidad. Solo desde una y otra es posible caminar hacia una casa-mundo acogedora para todos. Es esperanzador que Francisco nos proponga inspirar nuestra acción educativa precisamente a partir de estas dos claves. Desde ellas, podemos encontrar mucho en común para construir con otros, sin dejar de ser Iglesia que educa y evangeliza pero con un horizonte más amplio de aldea global.
Los que nos movemos en el mundo educativo celebramos que la máxima autoridad de la iglesia entienda que el futuro se construye educando y que la frase tan conocida de un niño comienza a educarse 25 años antes de nacer también es aplicable a las sociedades. La sociedad futura será el resultado de lo que eduquemos hoy, como nosotros somos el fruto de lo que otros sembraron ayer. Poner la educación en la base para construir y cuidar nuestra casa común es una novedad en la Iglesia y un reconocimiento de que, ante los cambios tan vertiginosos que se están produciendo en este momento histórico, los educadores cristianos tenemos una palabra que pronunciar, un mensaje que trasmitir al mundo.
En este momento de dificultad y de pandemia, lanzar el mensaje de que ninguna pandemia tiene la última palabra y de que hay suficiente bondad y energía en los hombres para acoger el mensaje que ya se lanzó en Belén “a los hombres de Buena Voluntad” me parece particularmente significativo y oportuno para la Escuela Católica. Desde esta Iglesia que se ha cimentado en la Palabra encarnada y dicha a Todo hombre de Buena voluntad, esta es la mejor oferta para poder soñar y promover con otros el mundo nuevo, con mentalidad nueva, desde la Novedad que siempre es el Evangelio.
Como educadora, espero que todas las escuelas nos pongamos a colaborar con el Papa en esta propuesta, todo un reto y una oportunidad histórica para la educación tal y como el Papa la concibe: “un gran acto de esperanza”. Un acto de esperanza, donde cada escuela y cada universidad se conviertan en focos de esperanza, espacios privilegiados donde hacer crecer esta nueva mentalidad de la fraternidad universal. Así avanzamos hacia un mundo que será, cada vez más, una familia, donde todo ser humano tenga su lugar, donde, desde la diversidad de cada uno, se construya la dignidad de todos, en paz, como una nueva Alianza cuyo compromiso es una humanidad más evangélica porque es más humana.
¡Ojalá sea un pacto que nos ilusione y nos mueva a ir logrando cada día esta alianza-compromiso de todos con todos! Que al hacer comunidad-humana no dejemos a nadie atrás en el camino, y que, como Francisco nos dice, asentemos el pilar de esta fraternidad en el encuentro y el servicio.