¡Feliz cumpleaños!
Puede ser que hoy sea tu cumpleaños, puede ser que no, pero lo que sí es seguro es que hoy cumples vida. Cada minuto vivido, lo haces. Y cuando uno cumple, hay que cumplir bien. Lo hagas en las circunstancias personales que lo hagas, mejores o peores, ¡enhorabuena por ello!
Por cada año cumplido en tu vida o por todos los cumplidos hasta ahora, seguro que hay…
- una mirada tierna de alguien que te mira con cariño y amor;
- un ser querido que ya no está, pero que ocupa un lugar grande en tu cabeza y en tu corazón;
- un recuerdo doloroso y uno maravilloso que hacen que se erice tu piel;
- una experiencia irrepetible que rememoras cuando te llena el desasosiego y la tristeza;
- un acto del que te arrepientes y que no volverías a repetir, aunque te enseñó mucho y te forjó mucho;
- una sonrisa y una lágrima de emoción, de alegría, de pena, de corazón conmovido y removido;
- una mano tendida que te empujó y te dio energía cuando más lo necesitabas;
- un momento de silencio y uno de algarabía que dieron a tu espíritu lo que requería en aquel instante;
- una arruga, una cicatriz, una fractura o un dolor que te recuerdan que tu cuerpo te ha acompañado todos estos años y así lo seguirá haciendo;
- una persona que marcó tu vida para siempre;
- un rato a solas con Dios, por necesidad, por amor o por convicción que te sanaron muchas heridas y te reconfortaron el espíritu.
…Y mil y una experiencias, emociones, sensaciones, personas… que han acompañado tu caminar durante estos años y que te hacen ser, hoy, quien eres: alguien maravilloso, único y especial.
Y, además de desearte muy feliz día, sea o no tu cumpleaños, te invito a que hagas un ejercicio de agradecimiento, que es un ejercicio, en el fondo, de humildad. Porque el agradecimiento sincero siempre supone humildad. Allá va:
¿Te has parado a pensar en todas las personas que han hecho posible que hoy, ahora, estés tú aquí?
Cierra los ojos, por un instante, y visualízalas… No se trata de contarlas, de pasar lista ni revista, se trata de hacerlas presentes, de traerlas, por un instante, a tu día.
Piensa en todos los que han acompañado tu camino, con buenas o no tan buenas experiencias, pero que han conformado lo que hoy eres. Trae a tu mente y a tu corazón a cada uno de ellos.
Quizá pienses en tus padres, en tus abuelos, en tus hermanos, en tu amigo o amiga del alma, en tus hijos, en algún colega de trabajo, en algún compañero de aventuras, en los amigos de la infancia, en la pandilla de la juventud, en los que comparten hobbies contigo, en el Padre, en aquel profesor que tanto te hizo sufrir o tanto te enseñó para la vida, en esa persona que es como una “piedra en el zapato” en tu camino… ¿Qué sé yo? Piensa en las personas que para ti sean importantes… Pensarlas es vivirlas por un instante, es recrearlas, afianzar tu relación con ellas o sanarla, quizá. Y al recordarlas, sólo agradece, SOLO AGRADECE… solo siente la deuda que tienes con ellas por tanto recibido y tanto entregado gratuitamente.
Y, desde esa humildad, de quien siente que todo le ha sido dado, todo lo ha recibido, celebra la vida que hoy cumples, celebra la vida cumplida y, si es tu cumpleaños: ¡¡Felicidades!!