Secundaria: Claves para un nuevo curso en la clase de Religión
Por: Inmaculada García
Comienza un nuevo curso, quizás llevas días pensando en ello y dando vueltas a algunas ideas en tu cabeza, o has conseguido desconectar del todo y ahora vas a empezar a organizar. Te proponemos una serie claves para que le des un aire diferente a tu clase de Religión. ¡Un curso apasionante te está esperando!
Nos conocemos: ¿Quién soy? Te cuento mi verano
Muchos de los alumnos de la clase se conocerán de otros cursos, algunos incluso serán amigos íntimos, pero habrá caras nuevas, es posible que el grupo no sea el mismo del curso pasado, por eso, es necesario empezar a conocerse. Puedes dedicar una primera sesión o parte de ella a que los alumnos vayan rotando para que todos puedan hablar con todos. La actividad es sencilla: los alumnos rotarán para ir hablando con cada uno de sus compañeros, puedes fijar un tiempo para que todos tengan la oportunidad de charlar. Estas son algunas propuestas para el diálogo: quién eres, di algo que te defina, comparte algo que sea parte fundamental de ti. A continuación, cuenta cómo has pasado el verano, qué has hecho, qué momento elegirías, con quiénes has estado…
Esta actividad puede ser una buena manera de calentar motores y que empiecen a conocerse. El hacerlo por parejas en lugar de que hablen ante toda la clase les ayudará a ir sintiéndose cómodos.
Somos acogedores: plan para acompañar a los alumnos nuevos
La acogida de los alumnos nuevos debe ser una prioridad, a todos nos cuestan los cambios y los adolescentes pueden sentirse muy inseguros ante un cambio de centro. Elige a dos alumnos (o más si fuese necesario) para acompañar a los recién llegados. Reúnete con ellos y fijad una serie de acciones para ayudar a la integración de sus nuevos compañeros. Aquí tienes unas ideas: recorrido por el centro para que conozcan cada espacio y aprendan a moverse, presentarles a los profesores de las distintas asignaturas, acompañarlos durante las primeras semanas en el recreo hasta que vayan formando su grupo de amigos, motivar al resto de alumnos para que los tengan en cuenta en las actividades dentro y fuera del colegio, etc.
Acuerdos de convivencia: creamos nuestras normas
Esta actividad suele funcionar bien en los primeros cursos de ESO. Seguro que en alguna ocasión has hecho un decálogo con las normas más importantes que deben cumplirse en clase. No tiene que ser un decálogo, lo importante para que tenga sentido es llegar a un consenso: todos queréis cumplir esas normas porque son buenas para la convivencia. Muchas veces es mejor tener pocas normas y que sean asumibles por todos. Si el grupo de alumnos es pequeño, cada uno puede proponer los principios de convivencia que considere importantes y debatir sobre si son prácticos o no. En caso de grupos grandes, podemos pedirles que formen equipos de tres o cuatro y que elijan una o dos normas que ellos consideren imprescindibles. A partir de las propuestas se eligen las que tengan más acogida.
¿Cómo solucionamos los conflictos?
Tal vez lo primero que tenemos que inculcar al alumnado es que el conflicto no es negativo, nos ayuda a plantearnos nuestras ideas y actitudes y es una oportunidad de aprendizaje. La clase de Religión debe ser un lugar en el que se hable, se debata, se planteen dudas e ideas y esto puede llevar al conflicto porque somos diferentes. En este sentido, un objetivo importante para este año sería que aprendiéramos a escucharnos con tranquilidad, sin sentirnos atacados por el que piensa distinto. Hacer conscientes a nuestros alumnos de que las ideas de una persona no valen más que ella: no estoy de acuerdo contigo, pero sigo viendo tu valor como ser humano, puedo ser tu compañero y tu amigo aunque no pensemos de la misma manera. Si damos este paso, es posible que empecemos a conseguir personas capaces de ser críticas consigo mismas, que puedan replantearse sus ideas, abrirse a la opinión de los demás y cambiar de posición o mantenerse en sus principios después de escuchar lo que piensan los otros.
Presenta un contenido fundamental del curso y un personaje bíblico
La historia de la humanidad se ha fundamentado en la narración. Contar historias es la red que ha unido a todas las civilizaciones de todas las épocas. Los profesores no podemos olvidar la fuerza de la narrativa, recuerda que una buena historia cautiva a cualquiera. Selecciona un contenido que te parezca fundamental de este curso y preséntalo a partir de un personaje bíblico. Cuéntales su historia: quién era, en qué época vivió, qué le pasó, quiénes eran sus contemporáneos… Atrae a tus alumnos con la entrega de Abrahán, las aventuras que vivió José, la lucha de Isaías, la cobardía de Jonás, la confianza de Ana… o preséntales a Bartimeo, a Marta y María, a Isabel, Nicodemo… tantas y tantas historias que siguen llegando al corazón porque forman parte de lo más humano que Dios ha puesto en cada uno de nosotros. Deja que ese personaje os acompañe durante el año, recuérdales sus actitudes, sus aciertos y errores y harás que forme parte de vuestro curso apasionante.
Días para celebrar
El Reino de los Cielos es como un banquete de bodas. Alguien que todos conocemos dijo esto en Mateo 22,2. Empezar el curso haciendo un calendario con los días de fiesta es muy motivador y nos recuerda que tenemos mucho que celebrar. Señalad en el calendario de festividades los grandes momentos litúrgicos y no los dejéis pasar, aprovecha ese tiempo para que conozcan las fiestas más importantes de la Iglesia. Celebrad los días de los santos más conocidos, las advocaciones de María, el patrón o patrona locales, el fundador o fundadora si estáis en un colegio religioso… Y celebrad la vida: señalad los cumpleaños de los alumnos, los días de partido si están en algún equipo, la fiesta del colegio, las vacaciones… Poned el calendario en un lugar visible y celebrad.
Decoramos el aula
Pasamos mucho tiempo en clase, hagamos de las aulas un lugar agradable que nos haga sentir a gusto. Con algunas ideas sencillas puedes hacer de tu aula un sitio donde apetezca estar:
- Coloca alguna planta, seguro que encuentras voluntarios deseosos de cuidarla.
- Cread vuestra propia decoración: elaborad carteles (no tienen que ser grandes) con palabras o frases que os ayuden a recordar vuestros objetivos (escuchamos, leemos, ayudamos…).
- Busca un lugar para el calendario de festividades.
- Coloca una imagen de Jesús y/o María. Busca una imagen que sea cercana a los alumnos, hay obras de arte en la cultura pop o en el mundo del grafiti que muestran una imagen de Jesús que puede resultarles inspiradora.
Cuidamos la casa común: preparamos los recipientes de reciclaje
No puede haber clase de Religión sin compromiso con el planeta. Comencemos por algo fácil: separar los residuos. Buscad cajas de cartón y decoradlas indicando qué hay que tirar en cada una de ellas. Cada semana se pueden encargar dos alumnos de ser los responsables del reciclaje, deben estar pendientes de que se haga una buena separación de residuos y tirar el contenido cuando sea necesario. De esta manera todos serán responsables en varios momentos del curso. Si además conseguimos que utilicen cada vez menos plástico y aluminio en los envoltorios de la comida que traen al colegio o instituto, estaremos caminando hacia un cambio de hábitos permanente.
Nos cuidamos nosotros: educación para la interioridad
Muchos centros tienen proyectos de educación emocional y educación para la interioridad, así que es posible que tus alumnos tengan ya un bagaje en este sentido. Si no es así, no te preocupes, vamos a empezar poco a poco. La realidad de los preadolescentes y adolescentes es que tienen muchos estímulos a su alrededor: amigos, familia, clases, deportes, actividades extraescolares, y eso en lo que todos estamos pensando: móvil, videojuegos, internet, series… Sus vidas están llenas de entretenimiento, no solo no hay tiempo para aburrirse, lo peor es que no hay tiempo para conocerse. Solo hay una manera de conocerse y amarse y es dedicándose tiempo a estar con uno mismo, ser capaz de entrar dentro de sí y reconocerse. Empecemos desde cero: propón a tus alumnos que cierren los ojos, adopten una postura cómoda (sentados con la espalda apoyada en la silla y los pies sin cruzar, manos sobre los mulos o sobre la mesa, si hubiera una sala en la que pudieran estar tumbados sería ideal pero no es imprescindible) y dales unas pautas de respiración. Enséñales lo que es la respiración abdominal, respira con ellos, dedica un tiempo. En otra ocasión, además del ejercicio de respiración, podéis hacer unos minutos de relajación corporal. Si tu clase responde, anímate a una pequeña sesión de interioridad en la que, además de la respiración y la relajación, hagan un ejercicio de introspección y meditación. Seguro que la mayoría los disfruta. Anímalos a que esto no sea solo una actividad de clase, cada día pueden dedicar unos minutos a desconectar de todo y a conectarse consigo mismos.