Cuando haces autoanálisis y profundizas en tu vida, te das cuenta de que hay ámbitos en los que puedes mejorar. Además, eres consciente de que, si lo hicieras, te sentirías internamente mucho mejor. Pero te sucede, como nos sucede a todos los seres humanos, que el cambio cuesta y supone un esfuerzo sobreañadido. Este cambio requiere abandonar tu zona de comodidad, de confort, donde te encuentras a gusto, para adentrarte en terrenos desconocidos y, en muchos casos, imprevisibles. Esto puede inquietarte y, por otro lado, también eres conscientes de que, si quieres cambios en tu vida, tienes que dejar de hacer siempre lo mismo.
La ciencia nos puede iluminar y orientar en este proceso de cambio. En el ámbito de la química se habla de “energía de activación”. Ésta es la cantidad mínima de energía que se necesita para que empiece una reacción química. Los químicos han descubierto que esta cantidad inicial de energía es mucho mayor que la media de energía que se necesita para mantener activa esa reacción. Transfiriendo esto a nuestra vida nos damos cuenta de que para “reaccionar” al cambio que queremos realizar tenemos que movernos, activarnos. Al principio nos supondrá un mayor esfuerzo, un desgaste de energía importante hasta que consigamos, poco a poco, pequeños pero significativos cambios. Para recorrer un largo viaje hay que comenzar dando un primer paso. Y dando ese primer paso, por muy insignificante que parezca, ya hemos empezado el camino de la gran transformación. No pretendamos todo a la vez y ya. Paso a paso. Paciencia.
La ciencia nos sigue iluminando. El transbordador espacial consume más combustible durante los tres minutos posteriores al despegue del que consume durante el resto de la órbita que describe en torno al planeta. Ese empleo desbordante de energía lo necesita para superar la enorme fuerza de atracción de la tierra. Cuando queremos iniciar un cambio en nuestra vida, la enorme fuerza de gravedad de los hábitos adquiridos, nos atraen para mantenernos en tierra. Cuando queremos empezar a instaurar nuevos y más saludables hábitos en nuestra vida, la fuerza de la costumbre nos quiere forzar a seguir haciendo lo mismo. Debemos contar con que, al principio, tenemos que emplear mayor energía pero que, después, todo será distinto y más fácil.
Ánimo en tu proceso de cambio. Los cambios son sencillos, pasito a pasito, pero no fáciles. Haz un propósito serio de cambio, un pequeño cambio. Decídelo y ¡a por ello! Emplea toda tu energía en el despegue. Una vez tomada la decisión, cuando llegue el momento de actuar, no le des muchas vueltas, porque tu mente buscará miles de razones para claudicar. El único pensamiento que puedes permitirte es: lo he decido; no lo hago porque me apetezca, sino porque lo he decidido.
En el proceso de cumplir con tus propósitos, tendrás malos momentos, cuenta con ellos. Entonces trae a tu mente este pensamiento: “Cuando parezca que todo está contra ti, recuerda: Los aviones despegan con el aire en contra, no a favor.” ¡Qué interesante! Sucede lo mismo con las cometas. Elige: cometa, avión o transbordador.
Unos sabios pensamientos para inspirarnos y cargarnos de energía:
- “Todo el mundo piensa en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo.” (Leo Tolstoi).
- “Nos deleitamos con la belleza de la mariposa, pero raramente admitimos los cambios por los que ha pasado para conseguir esa belleza.” (Maya Angelou)
- “No podemos cambiar nada hasta que no nos aceptamos.” (Carl Jung)
- “Si cambias el modo en que miras las cosas, las cosas que miras cambian.” (Wayne Dyer)
- “La curiosa paradoja es que cuando me acepto a mí mismo justo como soy, entonces cambio.” (Carl Rogers)