San José de Calasanz tenía el convencimiento de que “todas las gracias que había recibido de Dios las había recibido por medio de la beata Virgen”, por eso puso las Escuelas Pías bajo su protección. Para san Juan Bautista de Lasalle, las palabras y ejemplos de María son luz en el camino, pues es la “estrella que guía y la reina y madre de las escuelas cristianas”. San Juan Bosco solía repetir que: “Todo lo ha hecho ella”, la Virgen Auxiliadora, pues “los tiempos que corren son tan aciagos que tenemos necesidad de que ella nos ayude a conservar y a defender la fe cristiana”. El beato Chaminade, fundador de los marianistas, concibió su ministerio y la Congregación Mariana como una “misión permanente y estable con nuevos métodos y trabajando en íntima alianza con la Virgen”. María ocupa un lugar central en la historia de la salvación porque ha sido elegida por Dios para ser el “hogar”, el seno donde se gesta, crece y educa Jesús. Es madre y maestra del “hombre nuevo”, el que ha sido ungido por Dios y ha vivido en la plenitud del amor. Por ello, María es considerada como un modelo para todo educador cristiano.
El Concilio Vaticano II hace una analogía de la Iglesia con María en su capacidad que tiene de engendrar y acompañar a los fieles a la madurez cristiana. En la figura de la Virgen, se expresa cómo del encuentro entre Dios y la humanidad surge nueva vida: Jesús. Del mismo modo, el Señor confió a la Iglesia la misión de engendrar hijos para sí, educarlos y dirigirlos velando con maternal solicitud. Como María, la Iglesia es tambien un lugar donde se gesta y crece la “nueva vida”, donde se van formando nuevos cristianos. “La educación cristiana no solo persigue la madurez humana, sino que busca, sobre todo, que los bautizados se hagan más conscientes cada día del don recibido de la fe, mientras son iniciados gradualmente en el conocimiento del misterio de la salvación, y así llegar al hombre perfecto, a la edad de la plenitud en Cristo” (Gravissimun educationis 2).
Un buen proyecto educativo católico
Los evangelios ofrecen algunas orientaciones de cómo se engendra y crece Jesús, el “hombre nuevo”, pistas que sirven para construir un buen proyecto educativo católico. El ángel Gabriel visita a María y le hace un anuncio sorprendente: “Serás madre de un niño que le pondrás por nombre Jesús”. Esta noticia es una Palabra de Dios que tiene poder creador, el origen de una nueva vida. Después del desconcierto inicial, María acoge cordialmente el anuncio: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra” (Lc 1,26). Manifiesta su disponibilidad a que Dios haga su obra y pone su cuerpo al servicio del designio de salvación que Dios tiene con su pueblo. Sabe que el hijo que engendrará será el Mesías. María asume con generosidad, alegría y paciencia la nueva vida que se va formando en su vientre. Es Dios quien hace crecer al niño; a ella solo le toca acoger y amar. María, junto con su esposo José, se compromete a cuidar y educar al niño según las costrumbres judías hasta que llegue a su madurez y esté preparado para su misión pública.
La figura de la Virgen María indica que la educación cristiana Dios para ser el «hogar»o se reduce a enseñar unos conceptos, unas habilidades o proclamar una moral. Muestra que el “encuentro personal” entre Dios y los alumnos es el inicio y el alimento de una vida nueva y plena: “Desde ahora, me llamarán bienaventurada porque el Poderoso ha hecho grandes cosas en mí” (Lc 1,46). El encuentro acontece cuando maestros y discípulos se abren juntos a la presencia misteriosa de Dios, que habla a través de la Palabra, de los acontecimientos de la historia y del testimonio de los que han sido tocados por la gracia de Dios y viven el evangelio. Y acontece en el seno una comunidad viva (la iglesia), con capacidad para iniciar y acompañar a los alumnos en su camino hacia la madurez humana y cristiana. En la escuela de María, la acción de la gracia divina es decisiva en la construcción de la identidad cristiana. El modo como se relaciona con Dios, su vida de piedad, y el ejemplo de sus virtudes es una referencia necesaria para elaborar un proyecto educativo evangelizador.
Ocupa un lugar central en la historia de la salvación
porque ha sido elegida por Dios para ser el «hogar»