Renovación de la liturgia
El pasado cuatro de diciembre, se cumplieron sesenta años de la promulgación de la constitución "Sacrosanctum Concilium", con la que el Concilio Vaticano II iniciaba el camino de la reforma y renovación de la liturgia.
Seguramente muchos de los que han nacido después de esta fecha no terminen de percibir la importancia de este acontecimiento, ya que se iniciaron y crecieron en la celebración de la fe con los ritos reformados. Ni que hablar de los niños y jóvenes de nuestros días, a los que no solo el acontecimiento conciliar les resuena como un hecho histórico de un pasado lejano, sino a los que además la ritualidad y simbología de la liturgia romana muchas veces no los expresa. Por eso la celebración de este aniversario puede ser una buena ocasión para volver a poner la mirada en los desafíos que se siguen presentando en nuestros días para poder llevar a cabo el sentido profundo que tuvo la renovación litúrgica conciliar, que no consistió solamente en la reforma de los ritos, sino que quiso volver a poner de relieve la comprensión teológica de la liturgia como fundamento de todo lo que se propuso realizar.
Con este objetivo nos hemos reunido en la sede del Consejo Episcopal Latinoamericano los referentes de las comisiones de liturgia de las conferencias episcopales del continente, en el marco de la celebración del camino iniciado en 1963. La reflexión compartida estuvo en torno a tres de los principales desafíos que se identificaron para el fomento de la liturgia en nuestros pueblos latinoamericanos. Estos son la formación, la inculturación y la pastoral litúrgica. Mirando la formación litúrgica, los participantes del encuentro reconocieron las fortalezas en esta tarea en todas las regiones, al mismo tiempo que vieron necesario seguir profundizando en este aspecto, ofreciendo nuevos espacios que vinculen el estudio de la liturgia con la realidad y que respondan a las propias necesidades desarrollando de este modo un pensamiento litúrgico latinoamericano. Asimismo, se constató que la formación litúrgica en los seminarios tiene todavía mucho por mejorar, sobre todo atendiendo a su abordaje desde una teología litúrgica a la luz de los principios de la reforma conciliar. Con respecto a la inculturación, se afirmó que no es una dimensión opcional de la liturgia, sino que pertenece a su propia naturaleza. Su principio básico es la encarnación del Verbo. Todo proceso de inculturación de la liturgia debe ser fiel a la tradición de la Iglesia y el amor a la cultura de los pueblos. Es por eso que se concibe a la inculturación como una tarea de todo el pueblo de Dios y debe realizarse en clave sinodal.
Pastoral litúrgica
En relación a la pastoral litúrgica, se reconoció la riqueza de los equipos de liturgia diocesanos y parroquiales. Entre todos han ido haciendo de las celebraciones un espacio de mayor y mejor participación en el encuentro con el Señor y con la comunidad. Sin embargo, los referentes latinoamericanos de liturgia expresaron que no se pueden cerrar los ojos a algunas carencias de la práctica pastoral: la falta de una comprensión teológica de la liturgia, una pastoral ritualista y clericalista, una pastoral litúrgica muchas veces alejada de las otras pastorales diocesanas y parroquiales. En esto reconocen una posible causa para la pérdida del entusiasmo e interés por la liturgia, lo que en ocasiones la ha convertido en escenario de disputas de ideologías eclesiológicas. En este campo de la pastoral, se hizo una invitación especial a las generaciones de jóvenes y niños a conocer la liturgia, conocer su lenguaje y la riqueza de sus símbolos, para que conociéndola puedan amarla, de manera que participando mejor de las celebraciones puedan cultivar la vida cristiana en todo su esplendor. Este propósito nos compromete especialmente a aquellos que nos toca la tarea de la educación religiosa y la catequesis. Como expresa Francisco en Desiderio desideravi, sería deseable que esta celebración nos ayude a todos a “reavivar el asombro por la belleza de la verdad de la celebración cristiana, a recordar la necesidad de una auténtica formación litúrgica y a reconocer la importancia de un arte de la celebración, que esté al servicio de la verdad del misterio pascual y de la participación de todos los bautizados, cada uno con la especificidad de su vocación” (Desiderio desideravi 62).
Quiso volver a poner de relieve la comprensión teológica de la liturgia como fundamento de todo