Repensar la ERE en América Latina
Desde el fin del mundo, como nombró a nuestro país Francisco, he seguido con interés los foros que la Conferencia Episcopal Española promovió para favorecer el diálogo entre todos y para todos hacia un nuevo currículo.
Además de lo enriquecedoras que han sido las diferentes ponencias y reflexiones, la iniciativa me ha despertado admiración y entusiasmo por haber puesto sobre la mesa la necesidad de revisar la propuesta de la educación religiosa escolar (ERE) . Frente a este camino emprendido, no puedo de dejar de pensar de qué manera en América Latina podríamos hacernos estas mismas preguntas sobre la enseñanza de la religión en la escuela y, especialmente, de la enseñanza de la religión católica. El punto de partida para iniciar este itinerario debería ser conocer más acerca del modo en que se presenta esta asignatura en cada uno de los países y en la región en su conjunto. Como se presentó en el número de marzo de nuestra revista, en este tiempo he podido estudiar más profundamente acerca de los diferentes modos en los que la ERE se hace presente en nuestro continente, lo que ha dado como fruto la obra que acaba de publicar SM-PPC: La educación religiosa escolar (ERE) en América Latina. Este primer estudio, que es solamente un primer paso para futuras investigaciones, nos muestra algunas de las características principales sobre cómo se enseña religión en nuestra tierra.
La primera realidad con la que nos encontramos al adentrarnos en esta cuestión es que solamente en la mitad de los países de la región está habilitada la posibilidad de que se enseñe religión en las escuelas públicas. En estos países, la ERE adquiere distintos modelos, entre los que se puede reconocer el confesional católico como única opción, el pluriconfesional, el interconfesional o ecuménico y el no confesional o supraconfesional. Junto con las razones históricas, culturales, políticas y religiosas, considero que el modo como se la ha presentado históricamente y los contenidos que se desarrollaron han tenido un peso determinante a la hora de tomar estas decisiones. Una pista sobre este argumento la podemos encontrar en el otro cincuenta por ciento de los países en el que esta materia se desarrolla solamente en el ámbito de las escuelas católicas. En los lugares en los que no hay programas aprobados por el Estado, se aprecia una cierta tendencia a que exista una falta de distinción y complementariedad entre ERE y catequesis. En algunos casos, el mismo nombre que se le da a la asignatura es una toma de postura al respecto, como sucede en Argentina, en el que la mayoría de las escuelas católicas llaman a esta materia “catequesis” y “catequistas” a los profesores que la enseñan.
En todo caso, los distintos modelos que adquiere la ERE en América Latina se ponen en juego a partir de lo que los diseños curriculares proponen como orientaciones y contenidos propios de la asignatura, como así también en cada planificación de clases que realizan los docentes del área para sus cursos. En una primera aproximación a algunos de los planes de estudio nacionales o jurisdiccionales, se puede apreciar que ciertas formulaciones u objetivos se parecen más a propuestas propias de la catequesis. Sería interesante poder profundizar en este análisis al interior de cada oferta para poder corroborar si lo enunciado a través de los diversos marcos regulatorios como orientación para la ERE se condice con la forma como se la implementa en la práctica.
¿Cuál es el modelo adecuado?
Por lo dicho anteriormente, encontrar el modo adecuado parece ser de vital importancia para que los estados que aceptan la enseñanza religiosa en sus escuelas no abandonen esta práctica, ya que, si se pierde el carácter propio de la ERE en detrimento de una propuesta catequística, se iría en contra de lo que explícitamente se prohíbe en un número importante de normativas en las que se manifiesta que no se puede llevar adelante en las aulas ninguna forma de proselitismo religioso. Pero, sobre todo, hacerse la pregunta sobre qué tipo de ERE queremos para nuestras escuelas es fundamental para que, “de conformidad con las correspondientes situaciones y circunstancias, la orientación que se dé a la ERE responda a su finalidad y a sus peculiares características” (Directorio para la catequesis, 2020, 316).
Sobre todo, hacerse la pregunta sobre qué tipo de ERE queremos
para nuestras escuelas es fundamental