La razón de ser de esta revista se concretó, hace cuarenta años, en un primer número cuya cubierta hemos recuperado cuatro décadas después. Aquel desafío fundacional no ha perdido actualidad y sigue siendo la causa por la que, mes tras mes, nos presentamos en el ágora de la educación para normalizar y consolidar con pensamiento, diálogo y propuestas pedagógicas el lugar de la enseñanza escolar de la Religión Católica, y de las demás religiones, en el sistema educativo. Hace cuarenta años se abría un camino académico, nunca recorrido, para la enseñanza de la religión que ha tenido que legitimarse, una y otra vez durante estos años, ante el hostigamiento y menosprecio de algunos actores de la educación y el descuido o desenfoque de su carácter curricular y de sus contribuciones educativas, por parte de otros. Han sido cuarenta vueltas al sol y, en cada vuelta, nos hemos acercado, buscando luz nueva, a la naturaleza curricular de nuestra materia, a su especificidad, a su vínculo eclesial, a su profesorado, en sus reclamaciones laborales, aportaciones didácticas y desafíos formativos; han sido cuarenta años leyendo, reaccionando y acompañando ante los cambios sociales, políticos y legislativos; han sido cuarenta años de ver crecer a una materia que sabe que debe vivir en la tensión de no dejar de ser significativa para seguir siendo necesaria.
Celebrar cuarenta años de presencia de la revista es celebrar una historia de éxito con todos los que se ha comprometido con la ERE: las diferentes comisiones episcopales, delegaciones y delegados diocesanos, asociaciones profesionales, sindicatos, editoriales, profesores, alumnos y todos los que nos han obligado a dar cuenta de lo que somos. Gracias, de corazón, a todos los que nos han leído y nos leen; a todos los que han colaborado con nosotros. Gracias a PPC y SM por seguir apostando por esta cabecera. Nada nos restará esfuerzo y ánimo para seguir en la tarea.
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Director de Religión y escuela