Ya tienen aprobada la LOMLOE (1)
No podemos decir que ya tenemos aprobada la reforma educativa, porque no es resultado de un pacto educativo entre todos, tampoco es fruto de la participación de todos. Es la visión de un sector de la sociedad, legítima, sin duda, como debemos reconocer en sana democracia. Pero, no han sido capaces de sumar a otros sectores sociales y políticos en un asunto clave para el bien común como es la educación.
En cualquier caso, aquí está la LOMLOE, aprobada en vacaciones escolares, en este difícil tiempo de pandemia global y en pleno estado de alarma. Las prescriptivas consultas del proyecto de ley se realizaron en una legislatura anterior. El trámite parlamentario ha sido, por primera vez en democracia con una ley orgánica de educación, sin escuchar en el Congreso ni el Senado a los expertos y colectivos implicados. Para colmo, en el Senado se ha bloqueado cualquier debate, rechazando todas las enmiendas, para evitar su vuelta al Congreso y acelerar así su aprobación.
Había que reformar la LOMCE, esto era un clamor. Tampoco fue un ejemplo de diálogo. Algunas de sus propuestas fueron tan cuestionables que no se han llegado a aplicar desde 2013 hasta ahora; sobre todo las que afectan a la evaluación de materias y de etapas. De una nueva ley se esperaba una mejora del fondo y de la forma; pero, lamentablemente, no estamos ante ese resultado.
Es cierto que algunas cuestiones sobre la evaluación y currículo se mejoran, no exentas de disenso, digámoslo también. Pero en el balance de soluciones y nuevos problemas, ganan notablemente los últimos. Citemos solo algunos de los problemas mediáticamente bien conocidos: libertad de elección de centros, educación especial, valor académico de la enseñanza de la religión y qué se hace con los alumnos a los que se suprime la materia espejo de valores, la lengua vehicular que aparece de nuevo como problema. En resumen, un balance de suspenso, porque crea más problemas de los que pretende solucionar.
La ERE en la LOMLOE
Sobre la enseñanza de las religiones, anuladas las propuestas de la LOMCE, volvemos a la situación de la LOE. Confirmamos que en el articulado de la ley no hay ninguna novedad. Ni una sola referencia a la religión en sus numerosos artículos, como en la LOGSE y la LOE. Ojalá en los desarrollos de la ley se puedan proponer mejores soluciones pedagógicas.
Por tanto, mientras llegan sus decretos de enseñanzas mínimas, repitamos la valoración que ya hacíamos de la LOGSE y de la LOE: la enseñanza de las religiones accede al sistema educativo por la puerta de lo jurídico, no por la entrada pedagógica. Es decir, se da por válido ese estrecho y viejo argumento del escrupuloso cumplimiento de los acuerdos Iglesia-Estado al que se refiere la adicional segunda desde la LOGSE. Pero no se tienen en cuenta las contribuciones educativas del saber religioso a la autonomía personal y ciudadana, verdadera razón de su presencia en los sistemas educativos. Sin planteamiento educativo sobre el hecho religioso, este reduccionismo jurídico alimenta los estereotipos de una clase de Religión como adoctrinamiento y privilegio de la Iglesia. Imagen ampliamente rechazada por una amplia mayoría social y por todos los protagonistas de la clase de Religión, familias, alumnos y profesores; así lo ha confirmado, una vez más, el reciente estudio Panorama de la Religión en la Escuela. Informe 2020.
En dirección contraria va la última propuesta de la OCDE y su último informe PISA sobre competencia global. Ahí se reivindican algunas dimensiones de la educación que convergen precisamente con las contribuciones educativas de la enseñanza de las religiones. Si se analiza con rigor esa propuesta de mejora se percibirán sinergias entre competencia global y enseñanza de la religión que son necesarias por su potencial de mejora del rendimiento académico.
Por ello, aunque haya otras medidas que sean necesarias, se quiere mejorar sinceramente el aprendizaje y la formación integral de las futuras generaciones, sobre todo en los centros públicos, es necesario que los desarrollos legislativos de la LOMLOE, en concordancia con la OCDE y el enfoque humanista de la UNESCO, incluyan en mejor medida las aportaciones educativas de la enseñanza de la religión porque no solo mejoran una formación cognitiva y emocional del alumnado, también su desarrollo cívico y sus responsabilidades en el cuidado del planeta y de las personas. Estas aportaciones constituyen las verdaderas razones por la que las familias eligen por mayoría absoluta, año tras año y desde hace más de cuarenta, la enseñanza de la religión.
Será responsabilidad de todos aprovechar las oportunidades de mejora que, acabado el tiempo político de la LOMLOE, se abren en este nuevo tiempo de los desarrollos legislativos, una etapa más pedagógica.

