¿Qué puede aportar León XIV a la educación?
En este artículo nuestro compañero Josefer recoge la doctrina del Papa León XIV sobre educación
Recogemos el interesante artículo de nuestro compañero que ha publicado en su blog sobre el pensamiento de León XIV sobre la educación, el cual, ha expresado y Josefer recoge, en anteriores declaraciones y entrevistas.
Contamos con su permiso para publicarlo aquí.
Muchas gracias por tu gran trabajo y el compartirlo con todos nosotros.

El jueves 8 de mayo de 2025, por la tarde, el mundo recibía la noticia de la elección del nuevo Papa. El cónclave ha sido seguido con mucha intensidad en muchos ámbitos y esferas. Cada cual, razonablemente, tenía sus preferencias. No sólo católicos, sino creyentes de diversas religiones, cristianos de otras confesiones y no creyentes. Sin duda, la figura del Papa es un gran referente universal por muchas razones y la Iglesia desde el CVII busca su lugar en medio de la sociedad con un carácter profético, anunciador y fraterno. En una grandísima diversidad de contextos y situaciones que no pueden ser reducidas a cuatro o cinco puntos, la Iglesia permanece y expande el mensaje del Evangelio y promueve su realización en la dignidad de cada persona y en sus relaciones con otros y con la creación.
De este modo, el cardenal Prevost, con el nombre de León XIV, agustino de doble nacionalidad estadounidense y peruana, asume la tarea de guiar espiritual e institucionalmente a la Iglesia a partir de ahora, por tiempo indefinido, en toda su amplitud y complejidad. Su trayectoria, que puede ser leída en diversos medios y de la cual tendremos más noticia a partir de ahora, incluye el estudio y la formación profunda, así cómo el espíritu misionero y apostólico.
Respecto a la educación, en una entrevista concedida hace poco más de dos años, el 4 de mayo de 2023, en su inicio al frente del Dicasterio para los Obispos, señala que: «A menudo nos hemos preocupado por enseñar la doctrina, pero corremos el riesgo de olvidar que nuestra primera tarea es comunicar la belleza y la alegría de conocer a Jesús». Estas palabras, dichas sobre obispos, también son válidas para la educación. Señala dos aspectos que son relevantes: la comunicación debe ser mucho más amplia que la reducción doctrinal, porque la evangelización y el anuncio no se realizan en contextos puramente teológicos con un discurso específico, tal y como muchos confunden la llamada a ser explícitos, sino que se hace a través de la belleza y la alegría; el segundo aspecto que llama la atención es el propio acento del, por entonces cardenal, en la primacía de la belleza educativa y de la actitud de quien anuncia.
Sobre la belleza, inmediatamente, saltan las referencias, sin que por ello haya nada clarificado en su discurso. Su fuente habitual, a quien probablemente está señalando, es san Agustín. Será muy interesante comprobar cómo la dinámica universal de la Iglesia se empapa de este legado hondo y profundo, de corazón inquieto y buscador apasionado de Dios, pero que fue un constructor de una comunidad cristiana sólida y profunda en su ministerio. Al hablar de belleza, por tanto, nos vemos confrontados y enfrentados a la necesidad de una educación que sea capaz de transmitir y reflejar, también de llamar la atención y cautivar a otros. La belleza en Agustín, ¡tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva», es fuente que inaugura en el ser humano una vía nueva de acceso a la realidad, tanto por vía de contemplación como por la vía del amor. La belleza no es paralizante, sino profundamente dinamizante y motivadora. El espíritu de estas palabras y referencias no está, como en la descripción ordinaria y pobre se hace, en dividir el mundo en dos, entre lo perfecto alejado y celestial y lo imperfecto próximo y terreno, sino en la comunicación de bienes y dones que la belleza ya realiza y descubre en el ser humano, y en su relación con lo otro.
Además, en otro diálogo mantenido el 24 de octubre de 2024, hablando del Sínodo de la sinodalidad, anota: «El Sínodo es esa gran invitación a una conversión que también puede servir para que nosotros invitemos a otros a dialogar, a escuchar, a buscar juntos lo que es de verdad el bien para el pueblo y también a superar las polarizaciones». Es decir, que, en línea tanto con la urgencia educativa de Benedicto XVI como con el pacto global por la educación de Francisco, el cardenal Prevost apunta una dimensión social y universalizante de la educación. Uno de los fines esenciales de la educación, que es la realización de un proyecto vital inserto en la sociedad, se vive y se puede vivir desde esta vocación y llamada universal a la escucha y trato cercano con el otro, y a la búsqueda del bien común. Enlaza así con la que será una de las cuestiones principales de su pontificado, con los signos que ahora tenemos: el nombre de León XIV alude claramente a León I Magno y a León XIII, que fue destacamos como iniciador de la Doctrina Social de la Iglesia con «Rerum Novarum» en un cambio de época; y en su lema escogido «In Ille uno unum», como énfasis en la comunión en la diversidad en el que realmente es Uno y Único. Ambos signos iluminan estas declaraciones, en las que el nuevo Papa se muestra completamente alineado con la reforma sinodal y su impulso evangelizador, allí donde sigue siendo necesario cultivar estilos eclesiales con mayor carácter de unidad y de relación social.
En este sentido, la educación cobra una dimensión social que nunca ha abandonado. No sólo insertamos personas en la sociedad progresivamente, según van siendo competentes y capacitadas, sino que la educación también imprime un nuevo carácter transformador a la situación vigente. Se educa para mejorar el mundo, para iluminar la realidad, para humanizar las relaciones, no para sacar máximo provecho de las circunstancias tal y como están. Pero, además, incluye una dimensión de relación plena de la persona en las relaciones y en la conversación y diálogo con el otro en la verdad y el bien. Esta doble dinámica de trato con cosas y de relación interpersonal se pone de manifiesto en la necesidad de una educación que sepa diferencia y clarificar ámbitos sin confusión, pero a la vez establezca prioridades hondas y de calado humano en las enseñanzas. No es, dicho de otro modo, una presentación en panorámica de «lo que hay» en el mundo, sino que se incide en la necesidad de descubrir aquello que el corazón del ser humano «desea que haya» y está llamado a realizar en el mundo según su interior, desde su interior, con la profundidad de toda su persona.
Por último, también destacaría la importancia de la educación en el liderazgo. Desde sus responsabilidades diversas, el cardenal Prevost entiende el liderazgo desde la escucha atenta y el aprendizaje mutuo, pero también desde el respeto a la diversidad cultural y a la complejidad global. En sus propias palabras: «El mero hecho de poder dialogar, hizo que el aprendizaje mereciera la pena«. La cercanía aparente en imágenes, en testimonios audiovisuales de lo que ocurre en otras partes del mundo al instante, tampoco nos ha llevado a una comprensión cabal y sincera de nuestra diversidad, en tanto que se filtran muchas veces por ideologías y por intereses locales. La auténtica apertura a esta diversidad se realizará en el movimiento de salida y de trato con el otro, lo cual significa e implica abiertamente una riqueza por descubrir y un camino a realizar por ambos hacia una plenitud mayor.
El enriquecimiento humano en el uso de la palabra, tanto para la escucha como para la expresión, humaniza la vida humana. El mero hecho, como dice el cardenal, de escuchar al otro hace que el aprendizaje cobre un valor superior al de mera transmisión de una realidad ajena a la vida en tanto que pone en contacto con la vida de otra persona y esta comunicación interpersonal engalana nuestra propia realidad. Dicho de forma sencilla, es el trato humano lo que da sentido a la palabra, no al revés. Es la capacidad de tratarnos de un modo único y singular lo que nos descubre la dignidad única y singular que portamos. Un uso de la palabra adecuado, porque también hay perversiones, donde la escucha sea el principal motor de todo lo demás, donde se garantice la atención exclusiva y receptiva del otro. Y esta forma de liderazgo tan sencillamente descrita, en el caso del profesor debería estar grabada a fuego como la prioridad del otro en la relación educativa. Además, el otro al que se escucha siempre será singular, nunca puede ser despersonalizado o tratado como alguien de parte del mundo.
Con estos tres aspectos nos adentramos en un nuevo pontificado. Su discurso inaugural en relación a la paz, a mantener la unidad y caminar juntos, y a tender puentes orientan igualmente muchos desarrollos educativos posibles. Ojalá las fuentes de las que se nutre todo este marco general puedan ser revitalizadas en la vida corriente y empapen bien, como lluvia ligera, muchas vocaciones educativas profundas y reales, para el bien de niños y jóvenes.
Fuente: https://joseferjuan.wordpress.com/2025/05/09/que-puede-aportar-leon-xiv-a-la-educacion/

