¿Debemos hacerlo? Educar en terreno fértil
Catherine L’Ecuyer es doctora en Educación y Psicología e investigadora y autora de varios libros y artículos sobre educación. Miembro honorífico de Montessori, colabora con el grupo de investigación Mente-Cerebro de la Universidad de Navarra y es directora del posgrado en Educación Clásica y Humanidades de la Fundación CLE.
RUBÉN PRIETO CHAPARRO

Bienvenida y gracias por atendernos.
¿Qué tiene que ver educar en el asombro y la realidad con las grandes escuelas constructivistas y conductistas?
En mi libro Conversaciones con mi maestra lo explico más en detalle. Pero ahora lo resumiré. Para la escuela conductista, la realidad se inculca. Para la escuela constructivista, la realidad se construye. Para la escuela clásica, la realidad se descubre, desde el asombro.
¿Qué papel tienen que desempeñar las humanidades, en concreto la religión, para retomar una visión conjunta de los saberes?
Decía Newman que educar consiste en ubicar un hecho dentro del todo de la realidad. La educación humanística ayuda a salir del túnel de la especialización. La verdad no puede ser contraria a la verdad. Las humanidades no son el pasatiempo de aquellos que no tienen afición o talento para la ciencia. Las humanidades proporcionan contexto, fundamento. La filosofía une a todas las disciplinas, apunta a la razón de ser de cada una de ellas. Me atrevo a decir que plantear las carreras técnicas sin una sólida formación humanística puede ser hasta peligroso. Uno puede acabar pensando que los únicos límites éticos de su quehacer cotidiano responden a la pregunta “¿podemos hacerlo?” en vez de “¿debemos hacerlo?”. Al final, puede acabar convirtiendo los medios en fines.
¿Por qué destacas más una educación clásica en contraposición a métodos más mecanicistas o constructivistas?
El fin de la educación conductista consiste en preparar al alumno para el mundo laboral. Podríamos decir que la preparación para el mundo laboral es uno de los resultados “por añadidura” de la educación clásica, pero no su principal fin, desde luego. El fin de la educación constructivista es preparar al futuro ciudadano para amoldarlo a un proyecto social y político. Emilio, que inspira esa corriente, no es un tratado de educación, es un manual de adiestramiento del ciudadano que debe encajar en el proyecto de El contrato social de Rousseau. La educación clásica, en cambio, tiene como fin formar y transformar a la persona en vista a su fin, tiene un enfoque teleológico.
¿De qué manera podemos fomentar con nuestros alumnos un diálogo abierto sobre los desafíos y las oportunidades que presenta la tecnología teniendo en cuenta la dimensión espiritual de la persona?
Los niños no son un sindicato cariñoso. No hemos de negociar con ellos. Los padres hemos de formarnos en entender cuáles son las implicaciones de la tecnología en una mente inmadura, tomar una decisión a la par como padres y luego ponerla en práctica con determinación.
Después, y solo después, pondremos en marcha un plan de explicación que corresponde a su edad de los motivos que nos han llevado a tomar esas alternativas excelentes.
¿Cómo podemos utilizar los recursos y las herramientas digitales de manera ética y responsable en nuestra enseñanza de la religión, de tal manera que nos ayude en nuestra labor docente?
El recurso por excelencia para enseñar la religión desde hace dos mil años es la pedagogía del relato: las parábolas y la historia de los santos. No se precisa ninguna herramienta digital para llevarlo a cabo, solo una mente asombrada y confiada abierta a la reflexión y a la interioridad, así como un terreno fértil para recibir la gracia. Pienso que tiene más sentido que el educador trabaje para que ese terreno sea verdaderamente preparado para ser fértil a que se preocupe por la intensidad del estímulo audio- visual. Un chaval que está en redes, ve pornografía, está todo el día chateando con desconocidos, no es capaz de leer despacio y de hacer un ejercicio de introspección, tiene morbo por lo violento, es insensible porque está todo el día sobreestimulado, no tiene las virtudes básicas (sinceridad, humildad, etc.), pues no está preparado para que esas historias le remueven interiormente. El terreno no es fértil. Esas historias no nos impactarán más interiormente porque las vemos en una pantalla en tres dimensiones con unos altavoces de alta definición. Nos impactan porque son auténticas, nos tocan, nos interpelan y nos llaman a la interioridad porque alimentan una relación personal con un Ser que nos creó y nos ama. Lo demás es una muleta, es efímero emotivismo espiritual. Dura el tiempo que duran los fuegos artificiales.
¿Qué consejo darías a los profesores de Religión para equilibrar el uso de la tecnología y la enseñanza?
La educación es un asunto humano, no tecnológico. En cualquier caso, tendríamos que concretar un poco más de qué estamos hablando para responder bien a la pregunta. No es lo mismo que un niño de siete años esté viendo La casita sobre la roca en su casa con sus hermanos que utilizar el material audiovisual de una editorial que anima a los niños de esa edad a usar las redes sociales haciendo analogía con las redes de pescar de Pedro. En general, noto una mentalidad acomplejada que lleva al afán desordenado de adoptar todo lo que es sinónimo de progreso y de modernidad. Si entendemos la fe como algo aburrido, imposible, sin contenido, anacrónico, y pensamos que Dios no actúa, entonces recurriremos a los fuegos artificiales, al emotivismo, al activismo exterior. Así como el conductismo es primo hermano del pelagianismo y del voluntarismo, el constructivismo lleva a una pastoral fideista, emotivista y cursilona. Se hace hincapié en la experiencia de fe no como algo meramente emotivo. En la corriente clásica, la fe remite a la dimensión existencial de la persona.
¿Cuál es el impacto de la sobreestimulación y el exceso de pantallas en la vida espiritual de los niños? ¿Qué técnicas recomiendas para promover el silencio y la reflexión en un entorno educativo? ¿Cómo podemos enseñar a nuestros alumnos a valorar la atención plena en un entorno cada vez más digital? ¿Cómo pueden los profesores integrar la interioridad?
La educación en la fe no es una técnica. Antes mencionaba la importancia del terreno fértil. Montessori hablaba de “ambiente preparado”. Si queremos silencio, interioridad, apertura a la realidad, habrá que atrasar darles un dispositivo tecnológico y proporcionarles alternativas excelentes. Es tan sencillo como eso. Por otro lado, habrá que definir lo que significa “atención plena”. No es lo mismo atención sostenida que mindfulness. El mindfulness es una técnica oriental que poco tiene que ver con cultivar un terreno fértil para la recepción del don de la fe.
En Religión y Escuela (391-392), Junio-Julio 2025, pp. 14-15.

