Inspiradores de encuentros
Pedro J. Huerta, trinitario, es desde el diecinueve de junio de 2020 secretario general de Escuelas Católicas. Experto en pastoral escolar y gran conocedor del mundo educativo por su dilatada experiencia como profesor y por ocupar distintos cargos directivos, conversa con nosotros para valorar el momento educativo actual, anticipar algunos temas que marcarán este curso y enmarcar el próximo congreso de Escuelas Católicas, “Inspiradores de encuentros”, que se llevará a cabo del veinticuatro al veintiséis de noviembre en Granada.
Tres años después del decimoquinto congreso, “Educar para dar vida”, después de este período atípico de no presencialidad con la interrupción de la pandemia, tenemos a las puertas el decimosexto congreso “Inspiradores de encuentros”. El título, sugerente, dice mucho de la escuela católica en este momento social, educativo, eclesial y político. En tu opinión, el congreso es una oportunidad para…
En primer lugar, para reforzar el papel de la escuela católica en todos esos contextos, social, educativo, eclesial y político, reafirmando nuestra capacidad de diálogo y de ser punto de encuentro, servicio público en el marco de la misión evangelizadora. En segundo lugar, para situarnos en la cultura del encuentro que nos propone el papa Francisco, ser inspiradores de la misma es un reto interesante y necesario, nuestra escuela tiene que dar pasos decisivos para ello, visibilizar todos esos buenos valores que representamos al resto de la sociedad y para su servicio. En tercer lugar, para encontrarnos muchos de los educadores que creemos en estos valores y en esta misión que somos.
El tema conecta perfectamente con la propuesta del pacto educativo global a la que nos ha convocado el papa Francisco. Desde Escuelas Católicas, como venimos informando en la revista, estáis muy implicados en la difusión del pacto. ¿Cómo valoras la acogida en la comunidad escolar?
La acogida está siendo muy buena, a pesar de que el momento es complicado para que las escuelas se pongan a incorporar nuevas perspectivas. Eso está ralentizando la adhesión de las mismas al pacto educativo global, pero no tanto por dejadez, sino porque el paso de la pandemia, la implantación de la LOMLOE y la preocupación por la continuidad de la misión propia dificultan otras miradas. Presentamos esta propuesta no como algo más que se suma a lo mucho que ya tenemos, sino en un sentido prospectivo, desde el marco de la cultura del encuentro y el diálogo que no debemos perder.
Igualmente, el tema del congreso, el “encuentro”, es una expresión que conecta con la invitación del documento de la Congregación para la Educación Católica La cultura de diálogo en la escuela. ¿Cómo valoras el documento? ¿Qué alcance tiene para la situación española?
Es un documento que nos sitúa, que nos obliga a pensar y actuar desde la centralidad de la identidad. En la escuela católica, hemos trabajado muy bien, de forma excelente, aspectos de la misión, desde los que ofrecemos a la sociedad una calidad del proceso educativo y pastoral que las familias reconocen y agradecen; por eso este documento ahora nos llama a centrar la mirada en la identidad, para la que la cultura del encuentro y del diálogo son esenciales. En nuestra situación particular en España, no hay duda de esta identidad, pero debemos aprender a ponerla al servicio de toda la sociedad y de toda la Iglesia, ya que somos parte de la misión eclesial.
La convocatoria ha sido un éxito, ya no se puede asistir presencialmente, pero se podrá seguir virtualmente, ¿verdad? Hay necesidad de encuentro. En tu contacto cercano con los colegios, ¿percibes esa necesidad de misión compartida, de encuentro?
Estamos recibiendo ya muchas inscripciones virtuales, que son una novedad en nuestros congresos. Ha sido un acierto prever esta modalidad para que todo lo bueno del congreso llegue a más gente y más lejos. En cuanto al tema del encuentro, en los últimos años las titularidades de los colegios han trabajado con mucho acierto la misión compartida; de este modo, se está dando continuidad a la misión institucional propia a través de personas que se sienten parte del carisma y de la misión eclesial en los que fueron fundadas las escuelas, sean de institutos religiosos, parroquias o institutos laicales. Ahora se nos pide un pequeño giro copernicano en esta tarea, ser capaces de hacer misión compartida y visión compartida con otras instituciones y entidades titulares, evitar la competencia, poner en común todo lo bueno que nuestra escuela aporta. Precisamente este es el espíritu del pacto educativo global; por eso apostamos por iniciativas de este tipo.
El congreso se realiza después de un arranque de curso marcado por la puesta en marcha de la LOMLOE en las diferentes comunidades autónomas. ¿Cómo valoráis desde Escuelas Católicas este momento? ¿Cómo están respondiendo las instituciones educativas? De este arranque, ¿hay alguna circunstancia que os haya preocupado especialmente?
Es un momento importante que las circunstancias en las que se ha tramitado la ley y los reales decreto de desarrollo de la misma están haciendo complejo. La respuesta de las entidades educativas está siendo excelente, como lo fue también ante la situación de la pandemia, en todos los sentidos, pero la buena voluntad y el buen hacer no siempre son suficientes, y el cansancio es cada vez mayor en aquellos que tienen que gestionar y dirigir el cambio. La asamblea general de Escuelas Católicas de este año solicitó que se retrasara un año la implantación de los decretos de la LOMLOE, precisamente previendo que comenzaríamos el curso sin los currículos terminados en su porcentaje autonómico, que otros decretos importantes y necesarios no estarían a tiempo, que la formación de los docentes para las adaptaciones a los cambios pedagógicos no se habían completado. Lamentablemente no se retrasó y se están dando situaciones no deseadas, que crean desafección por la ley, pero lo más preocupante es que crean desafección también por las mejoras pedagógicas que conlleva.
Prácticamente cerrado el momento político de la LOMLOE, llega el momento del aterrizaje pedagógico en nuestros colegios. ¿Cómo valoráis, en lo pedagógico, las posibilidades de un modelo competencial tan abierto y flexible como el de la LOMLOE? ¿Es una oportunidad para el diálogo con la propia identidad de nuestros centros?
Como he indicado antes, la LOMLOE propone un modelo competencial que no es nuevo, pero que solo ahora se incluye como obligado en todas las materias. Tengo que decir, con orgullo, que la mayor parte de nuestros colegios de ideario católico vienen trabajando en este modelo desde hace años, la innovación pedagógica ha sido una prioridad para las entidades titulares y Escuelas Católicas apostó hace más de diez años por la formación de los docentes y de los directivos, por lo que no nos llega a destiempo, más bien nos reafirma. Y sí, es una gran oportunidad para el diálogo con la identidad, porque la LOMLOE mejora la autonomía de los centros, y esto ayudará a que podamos centrarnos en lo que ya antes decíamos que es lo central e importante en nuestra propuesta educativa y evangelizadora. Estamos trabajando para aprovechar esta oportunidad y para que todos los centros y entidades titulares estén en línea de avanzar a partir de ella.
Con respecto a la asignatura de Religión, en la valoración del proceso participativo, la Comisión Episcopal para la Educación y Cultura destacó muy positivamente la participación de la escuela católica en la reflexión sobre el nuevo currículo. Desde Religión y escuela, también percibimos un nuevo momento para la enseñanza religiosa escolar en las instituciones educativas católicas. ¿Cómo valoráis este momento de la clase de Religión?
Es evidente que la asignatura de Religión tiene una oportunidad única en este cambio curricular y legislativo. Tal vez acaba resonando más el debate de las horas y de la falta de asignatura espejo, pero eso no puede desviarnos de lo verdaderamente importante, que la propuesta de esta asignatura responda a lo que hoy la Iglesia y la fe tienen que decir, a enseñar a ejercer el pensamiento propio, a acompañar los cambios sociales desde un kerigma abierto e inculturado. El nuevo currículo ha priorizado estos aspectos, las competencias y situaciones de aprendizaje se incorporan pedagógicamente a la asignatura, se ha dado un cuerpo sistémico que era necesario y urgente, y se está formando al profesorado para que pueda responder creativamente a todo ello. La valoración de este momento, por tanto, es positiva y esperanzadora. Para cumplir con esa valoración, sigue siendo necesario que ese proceso participativo continúe y nos implique a todos.
Para cumplir con esa valoración, sigue siendo necesario
que ese proceso participativo continúe y nos implique a todos