Aprovechar los imprevistos Una experiencia de aprendizaje colectiva [sobre el Reino]
Recuperamos lo sucedido en una sesión de aprendizaje que, aunque tenida hace 34 años en un curso de formación del profesorado de Religión, creemos que sigue siendo válida como ejemplo y modelo para trabajar con creatividad a partir de los imprevistos y de lo que sucede en el aula si se tienen siempre muy claros los objetivos que se quieren lograr e intentando que todos los alumnos se impliquen y participen.
Transcribimos la experiencia tal como sucedió y según la grabación de voz que entonces hice y que trascribí ya hace años. Ahora la hemos estructurado y hemos puesto los epígrafes.
[El origen: una inocentada]
Estamos a 28 de diciembre [de 1989] en un curso de 20 horas que impartía sobre “Creatividad y técnicas en la Enseñanza religiosa escolar” a profesores (entonces) de BUP, FP y EGB. El curso, organizado por la FERE se celebraba en Madrid y había cerca de 40 profesores de toda España, especialmente de la Escuela Católica, muchos de ellos religiosas.
Por la mañana les había dado una inocentada [Ya no recuerdo cuál fue, pero estaba relacionada con los objetivos del curso].
Cuando llego por la tarde noto algo raro en sus reacciones. Y actúo en consecuencia: en vez de comenzar, me siento en silencio. A ellos no les había dado tiempo a preparar todo con detalle. Surgen algunas intervenciones pero antes de que empiecen a cuajar entra una de las encargadas de la organización de los cursos (había otros más) para repartir las entradas de teatro (Largo viaje hacia la noche) para el día siguiente por la tarde que se representaba en un de los teatros de Madrid (véase aquí una imagen de la representación y del cartel). Su gozo en un pozo: ya no pueden hacer nada.
[La entrada del Reino]
Cuando ha repartido algunas entradas, que son individuales, le corto e indico a todos que preparen mientras tanto “la entrada del Reino”: un boleto en el que consten las condiciones (precio, lugares, características…) para “entrar en el Reino”. Se ponen a hacerlo sin problemas.
Mientras la preparan [y termina la encargada de repartir las entradas al teatro], veo una que se refiere al “gran teatro del mundo”.
Cuando todos han terminado indico que se pongan de pie (y así lo hacen) y que levanten la entrada.
Tengo que decir que me refiero a la entrada que han preparado y, después de desechar a varias, asoma quien había preparado que se refiere al “gran teatro del mundo”.
Hago que salga al medio, pero ella comienza a decir con voz tímida “No desear, no sufrir” mientras surgen algunas risas de los demás. Es la frase que habían tramado repetir como inocentada. Por la mañana habíamos estado trabajando con las distintas religiones. Cada grupo en que se dividieron resumió en una frase lo esencial de cada religión. “Los budistas” habían elaborado esa.
Se resiste en un principio y al final logro que levante el papel. Pero ella comienza a repetir ante cada invitación mía la frase “No desear, no sufrir”.
Enseguida comienzo casi a zarandearla diciéndole que no desee ni sufra. Todos se ríen. Hago también que gire mientras digo que dé unas vueltas más como San Lorenzo… Y le indico que lea lo que pone su entrada por detrás.
–¿Qué es lo que pone?
–“No desear, no sufrir…”
Todos lo repiten varias veces hasta que me quedo en silencio señalando lo escrito: Y por fin comienza:
–“Ha terminado…”
Entonces le corto y yo voy leyendo cada palabra escrita con su eco de “No desear, no sufrir”:
–“…el gran / teatro / del mundo”. Y este es un ejemplo –continúo– de cómo no se puede entrar porque la puerta es estrecha y no se ve más que lo que llevamos dentro. “Ha terminado el gran teatro… del mudo”. Pero algunos siguen mudos, sin decir su palabra propia, repitiendo palabras de otros ya sabidas. Y sin anunciar nada. Y sin ser profetas. Y entonces todas las entradas se caen (dejo caer su entrada que había cogido yo). Y se queda uno con las manos… tranquilo…
–Sin desear y sin sufrir –dice ella. (Risas)
–Eso es.
[Sí desear y sí sufrir… como Jesús]
Seguimos diciendo algo más y cuando me entero de que lo que hacen es repetir la frase a propósito, aprovecho la ocasión y comienzo yo a hablar. Lo hago recordando otra experiencia en que elaboré un relato a partir de las ovejas que balaban. (Se puede ver en H. OTERO, “Los relatos y otras artes”, RyE, 50, febrero 1989, 29-30, o en H. OTERO, “Los relatos y otras artes: una pedagogía activa y creativa”, en Propuestas creativas para la clase de Religión, CCS, Madrid, 1998, 90-93).
No está grabado el principio de esta parte. Así no se puede ver el desencadenamiento de todo lo que sucedió. Entre otras cosas hablé a partir de lo que sucedía (gestos, risas, comentarios) y me acerqué a la mesa donde había una botella de agua que abrí y arrojé sobre todos los que estaban en círculo mientras ellos repetían “No desear, no sufrir”. Y comencé a hablar del bautismo y otros temas que habían elegido para tratar en el curso y que estaban escritos en la pizarra. Transcribo la última parte.
–…unos a mi derecha y otros a mi izquierda.
–(Todos, muy fuerte) “No desear, no sufrir”.
–Y la tradición era: “Yo he sufrido y he deseado. Por eso he vivido”.
–“No desear, no sufrir”.
–Pero no hacía falta coro, sino hacerlo. Y trabajé, aunque fuera solo.
–“No desear, no sufrir”.
–Me quedé a veces tan solo que únicamente algunos seguían diciendo lo que todos repetían. Y yo seguí adelante trabajando porque pensé que así hacía bien las cosas.
–“No desear, no sufrir”.
(Hago una larga pausa mientras paseo mirándoles y cambio de tono y tema).
–Mañana a las siete no desearemos, no sufriremos; emprenderemos un largo viaje hacia la noche, pero aquí…, sin sufrimientos, sin pasión (Risas). Si las pasiones se desatan más tarde, es otro problema. Y allá ellos. (Se quedan en silencio. Nadie responde ahora nada). Esos eran los de la izquierda. Por una vez los que no desean y no sufren, se callaron.
–“No desear, no sufrir”.
–Solamente cuando les dan cuerda como a autómatas y a robots, son capaces de repetir lo mismo.
–“No desear, no sufrir”.
–Pero sabían que aquello no era resurrección ni era nada, sino sólo cuento.
–“No desear, no sufrir”.
–Que aquello no era sacramento porque no había signo. Y que además, sí que en verdad deseaban. Y sufrían. Y sí que en verdad les sucedían otras muchas cosas. Y sí que en verdad necesitaban silencio de una persona para ellos poder decir su palabra, que no era su palabra.
–“No desear, no sufrir”.
–Y además se dieron cuenta de que el reino, hoy, para ellos no significaba nada, pues iban diciendo casas que no tenían sentido y que nadie escuchaba.
–“No desear, no sufrir”.
–‘Claro, se dijeron. Así es como funciona la Iglesia’.
–“No desear, no sufrir”
‑ La verdad es que la Iglesia sí que desea muchas cosas, a veces cosas que no debería tener. La verdad es que la Iglesia no sufre verdaderamente por anunciar la palabra de Dios y eso de que es receptora de la Palabra y puede anunciarla no lo haría nunca con personas que son autómatas y dicen algo en lo que no creen.
–“No desear, no sufrir”.
–La verdad es que Jesús de Nazaret hablaba con otro lenguaje distinto. La verdad es que además de las palabras tenía los signos. La verdad es que dio vueltas alrededor de muchos asuntos pero siempre avanzando hacia el centro (así lo voy haciendo mientras hablo) y pisando todas aquellas cosas hizo que rezumaran humor, que resumieran vida. Alguien lo llamó “un corazón”. Parece que Dios se hizo presente allí. Y aquí no se volvió a repetir “No desear, no sufrir”. porque sufrió lo indecible, y deseó de tal forma la presencia de Dios que Dios se hizo totalmente presente en él…
Ahí aplauden fuerte y ya no repiten la frase.
–Podíais haber seguido, porque acabábamos de explicar enseguida todos los temas que están en la pizarra. (Se ríen).
Alguien quería escuchar la grabación pero le digo que las grabaciones que tiene que escuchar son otras: todo lo que fue incorporando desde la infancia, en su adolescencia y juventud, desde su entrada en religión… hasta el día de ayer.
[Requisitos para entrar en el Reino]
Compartir su “entrada del Reino”: Les indico que en grupos de tres comenten qué han puesto en su “entrada del Reino”.
Entrar en el Reino: como descubrirlo, cómo hacerlo presente: Más tarde les indico que, según lo que han puesto, cada grupo resuma lo que se necesita para entrar en el Reino, o sea, cómo descubrirlo, o sea, cómo hacerlo presente.
Y dicen lo siguiente:
- Descubrir los signos de los tiempos.
- El Reino está en ti mismo.
- Por el amor, vaciándote y llenándote del hermano.
- Hacerse pequeño y amar.
- Valorar a las personas.
- Siendo justos y solidarios, sirviendo.
- Sembrando en todo momento y circunstancia sin esperar recompensas.
- Teniendo espíritu de servicio y practicando de las bienaventuranzas.
- Amándonos y amando descubrimos el reino.
- Al Reino no se entra; el Reino se construye.
- Mostrándolo en el amor preferencial a los pobres.
- Después de sufrir, llorar, padecer, chillar, patalear y jorobarse… podremos ser felices.
- Luchar por la justicia y libertad del ser humano.
- Cumplir el mandamiento del amor.
- Estimar, valorar, vivir y darse.
- “Los pobres son evangelizados”.
Resumen en una frase del Evangelio: Y todo el grupo se vuelve a reunir para buscar una frase del Evangelio que traduzca “el reino”, como la última dicha por un grupo. No dejamos tiempo para ello, sino que fueron diciendo algunas individualmente:
- “Decid a Juan lo que habéis visto: los cojos andan, los ciegos ven…”.
- “Haceos como niños: sencillos, ingenuos, transparentes…”
- “El Reino esta entre vosotros”.
- “Convertíos: el Reino está en medio de vosotros”.
- “¿No sabéis que vuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo?
- En el bautismo somos miembros de Dios.
- “Sois miembros de Dios”.
- “Los pobres son evangelizados”.
Tengo que recalcar aquí que el Reino no está dentro de cada uno, pues se corre peligro de espiritualismo olvidando la dimensión comunitaria.
[Conclusiones: “Porque el Reino es…”]
Y resumimos entre todos. Termino:
–“El Reino es…”. Concluid el inicio de esa oración con una frase o comparación simbólica, sugerente, plástica… Una frase que pudiéramos dibujar porque es como una secuencia. Y nadie dice “Alegría” [lo acababa de decir una persona], con una sola palabra, sino que pone un ejemplo al estilo de Jesús: “El Reino es aquella mujer que se alegra porque encuentra lo que había perdido”. O aquella divorciada que encuentra un nuevo novio. Poned comparaciones actuales.
Se podrían haber preparado dando un poco de tiempo para ello, pero no lo hice y fueron concluyendo personalmente algunos:
Porque el Reino es…
- Que todos los hombres tienen pan para comer.
- La experiencia de amarte a ti como eres.
- Aquella oportunidad en la que los últimos pueden ser los primeros.
- La perla por la que merece la pena decirlo todo.
- Como un diamante con el que se ven las cosas con una brillantez distinta.
- Una sociedad en la que los ruidos no nos roben y los pobres cobren lo suyo.
- El Reino es comunión, compartir.
- Que seamos iguales y no haya Norte y Sur.
- Como a un persona en paro que le toca la lotería.
- Construir la paz: que no haya tanques y esas cosas. O que los haya, pero de cerveza.
- El Reino es construir, no derribar.
- El Reino es que en Carmona toda la vega sea de todos.
- Que cuente lo que no vale: el pardo, el anciano, el deficiente…
- El Reino es como el día 5 de enero para los niños.
[Resumen final de la experiencia y aplicaciones]
Al final resumimos entre todos lo que sucedió en esa sesión:
- No hemos actuado al principio como habíamos quedado porque el profesor ha intuido que pasaba algo.
- Una broma bien llevaba en la que el profesor no se enfada ni la toma a mal.
- Es más: la aprovecha para trabajar con lo suyo a partir de las entradas para el teatro, gestionando –y al final anulando– muy bien las inocentada que queríamos darle, partiendo siempre de lo que nosotros hacíamos.
Eso fue hace 34 años. ¿Podría ser posible hoy? Creemos que sí.
Sabemos que tanto los profesores como sobre todo los alumnos han cambiado mucho durante estas tres últimas décadas pero, en el fondo, la persona sigue siendo la misma y reacciona de la misma manera. Si se la implica de una forma creativa y activa, se pueden lograr unos resultados imprevistos.
Detrás de la experiencia trascrita se esconden diversos activadores creativos que pueden intuirse fácilmente: establecer relaciones inusuales, realizar símiles y comparaciones, concretar mediante dibujos y otras expresiones, completar frases incompletas, hacer preguntas en vez de dar respuestas sabiendo preguntar y cuestionar mediante preguntas abiertas e imaginativas…
Todo ellos se puede lograr desarrollando procesos intelectuales creativos como la originalidad, estimulando la producción espontánea de ideas, la imaginación, la flexibilidad de pensamiento, aportando interpretaciones personales y analizando la realidad desde diversos puntos, y desarrollando la fluidez de ideas.
Y todo eso se puede aplicar fácilmente a otros grupos, siempre a partir de la realidad concreta de las personas que los constituyen y de lo que ellas vayan diciendo y haciendo.