CELEBRAR LA VIDA. Dos poemas para el Día de los Difuntos
He aquí dos bellos poemas que bien pueden servirnos para trabajar en clase de Religión con ocasión del Día de los Difuntos (2 de noviembre) de forma esperanzadora, más allá de la celebración del abrumador y comercial Halloween.

Los dos poemas están relacionados con los salesianos, pero pueden ayudarnos a todos a dar sentido a la vida y celebrarla cada día integrando también el momento final.
POEMA PRIMERO
El primer poema es un himno del oficio de lectura que los salesianos celebran en la conmemoración de todos los salesianos difuntos el 1 de febrero, el día después de la fiesta de Don Bosco. Y es el siguiente:
Piensa lo que será
¡Piensa lo que será́!:
saltar a tierra, ¡y ver que es cielo ya!,
pasar de la borrasca de la vida
¡a la paz sin medida…!
De un brazo asirte, y ver, al irle en pos,
¡que es el brazo de Dios!
Beber a pulmón pleno un aire fino…
¡y es el aire divino!
Ebrios de dicha oír a un querubín:
«¡Es la dicha sin fin…!».
Abrir los ojos, inquirir qué pasa,
y oír decir a Dios: «¡Ya estás en casa!».
¡Oh, el inmenso placer
de abismarse en tu mar!
Cerrar los ojos y empezar a ver;
pararse el corazón ¡y echarse a amar!
Gloria al Dios, uno y trino,
alfa y omega, origen y destino. Amén.
Para trabajar en clase
- Leer el himno: ¿Qué entendemos? ¿Qué nos dice? ¿Qué nos sugiere?
- Releer el himno por parte del profesor pero como visualización guiada: el profesor va leyendo despacio cada verso o gripo de versos mientras los alumnos, con los ojos errados, intentan imaginar y visualizar lo que dice… Los dos últimos versos se pueden suprimir, pues corresponden a la última estrofa de los himnos.
- Comentar el resultado: ¿Qué sentimientos nos ha producido? ¿Qué hemos descubierto?
- Ahora que se habla mucho de la supraconciencia (¡indáguese sobre ello!), quien lo desee puede comparar lo que dice el himno con lo que sería esa realidad.
SEGUNDO POEMA
El segundo poema es una bella composición del misionero salesiano José Luis Carreño y puede servir también para el día de Pascua. El 1 de octubre de 2017 lo recitaron los asistentes a la celebración en recuerdo del salesiano José Cuscó fallecido dos días antes.
Resurrección
Campanero, cuando muera
lanza al aire de la aurora
la tonada más sonora
que jamás bronce tañera.
Lleve el aura al valle hundido
su solemne vibración
anunciando en su tañido:
¡Resurrección!
Que al volteo pongas brío
y al golpeo del badajo,
tiemble el bosque, vibre el río,
pare el ritmo del trabajo,
brille el aire, calle el coro,
suene su única oración
tu campana, legua de oro:
¡Resurrección!
Peine el sol las rubias mieses,
surque vegas, prados, olas,
turbe hogares de burgueses,
hable a escuálidas chabolas,
cruce plazas, doble esquinas,
llene el mundo con su son,
grite en bancos y oficinas:
¡Resurrección!
Quieto y mudo, para entonces
yo estaré bajo la gleba,
campanero, mas tus bronces
llevarán la Buena Nueva.
Tal vez Dios permita, empero,
buen amigo campanero,
que a tu toque de oración,
el repique aquel primero,
que es de vida mensajero,
me caliente el corazón:
¡Resurrección!
Para trabajar en clase
- Leer el poema:¿Qué nos dice? ¿Adónde nos ha llevado?
- Releerlo imaginando que hacemos el recorrido que sigue el sonido de la campana y visualizando cada uno de esos lugares…
- Comentar el resultado: ¿Qué sentimientos nos ha producido? ¿Qué hemos descubierto?
- ¿Qué música nos gustaría que nos acompañara a lo largo de nuestra vida –siempre larga y gozosa– y sonada en nuestra despedida de esta tierra?

