Septuaginta
En los últimos veinte años han aparecido numerosas versiones que quieren ser nuevas, laicas, de la Biblia. Interesante. Sin ser un trabajo de especialista, me detengo en algunas.
En 2021 un grupo de traductores y comentadores se atrevieron con una edición meramente histórica, efectuada con criterios estrictamente académicos, no confesionales, sin ninguna tendencia religiosa previa, con la figura como editor de Antonio Piñero (1941), filólogo y autor de diversas guías y monografías. Los libros del Nuevo Testamento dispone los veintisiete títulos de la otra alianza en un orden al que no estamos acostumbrados: siete cartas auténticas de Pablo, tres evangelios sinópticos, Hechos de los Apóstoles, tres cartas atribuidas a Pablo, la que titula carta a los Hebreos, cuatro escritos joánicos, la revelación o Apocalipsis, tres cartas comunitarias y cuatro cartas universales.
Joan Francesc Mira (1939), reconocido intelectual valenciano, que ya se había atrevido a novelar a los Borja o a traducir a Dante, en 2000 lo hizo al catalán con los evangelios, los Hechos, la carta de los Romanos y el Apocalipsis. Al acercarse a una obra literariamente espléndida, original y llena de vitalidad, uno de los libros fundacionales de la cultura europea, el traductor lo hace con fidelidad a su carácter literario (no dogmático), como si estuvieses ante los clásicos griegos. Su trabajo es sorprendente e invita a leer sin prejuicios los textos de siempre.
El judío húngaro Géza Vermes (1924-2013), historiador de las religiones conocido hace tiempo en castellano, escribió El auténtico Evangelio de Jesús (Oxford, 2002), publicado en España en 2009. El gusto por la lectura y la investigación (cotejar diferentes lecturas) me lo inculcó un escolapio en el colegio durante la adolescencia. Felipe Sen Montero (1927-2015), al acabar las clases en el colegio de la calle Torrijos de Madrid (entonces los horarios laborales eran muy exigentes) se iba a investigar a la sede del Arias Montano en la calle Duque de Medinaceli. Allí desarrolló una importante labor científica sobre Qumrán, los manuscritos del mar Muerto y el lenguaje copto. Los sábados nos reñía en la sacristía de la capilla del colegio para una labor filatélica al servicio de las misiones, bajo el rótulo de “Cultura bíblica”, y los domingos vendíamos sellos en la madrileña plaza Mayor.
José Luis Calvo Martínez fue mi profesor de Griego en la universidad madrileña, donde entre otros también me dieron clase Francisco Rodríguez Adrados, Carlos García Gual o Luis Gil. Según Calvo, la crítica textual neotestamentaria moderna ha reconstruido un texto bastante parecido a las palabras de Jesús de Nazaret, transmitidas luego con cuidado. La novedad de su traducción se cifra en que ser la primera desde la óptica de la filología griega profesional, sin ligazones ni compromisos de ningún género. El jesuita Manuel Iglesias González (1934-2022) se consagró a una crítica textual del Nuevo Testamento con importantes notas filológicas, históricas, geográficas, exegéticas y teológicas, con el mayor esfuerzo en la fidelidad a los textos originales. El afán de literalidad, clave de interpretación correcta de los textos, ha llevado a presentar transliterados los topónimos y los nombres de personas.
Nuevas posibilidades de lectura
Un equipo dirigido por el jesuita Natalio Fernández Marcos (1940-2024) ha traducido por primera vez al castellano la llamada Biblia de los Setenta (Septuaginta). Empezó a publicarse en 2015 y en 2020 apareció un quinto y último volumen con el otro testamento. De lo que Natalio estaba más orgulloso era por haber podido dirigir un excelente equipo de investigación con expertos en hebreo, arameo, griego, latín y copto, herederos de los hebraístas, helenistas y latinistas españoles que en el siglo xvi publicaron las dos primeras biblias políglotas, la complutense (1514-1517) de Cisneros y la antuerpiense (1568-1573) de Benito Arias Montano, el bibliotecario hebreo del Escorial. Una traducción es siempre una interpretación y ofrece nuevas posibilidades de lectura. Parece que abundan. ¡Bienvenidas sean!