Sororidad ambiente
El Museo Thyssen está en plena redefinición feminista, exponente de ella una exposición. A la colaboración de la Comunidad de Madrid y patrocinio de Carolina Herrera, ¿podría sumarse nuestra Iglesia?
Los años veinte del siglo xx son nuestra contemporaneidad cultural. El acelerador en los treinta y el freno en los cuarenta, un paréntesis infecundo. Con retraso y fuerza reaparece en las transiciones económica, religiosa y política. Una reciente exposición nos permite seguir ocho pasos:
- Sororidad 1. La causa delle Donne. En el siglo xvii, en Italia, en plena Contrarreforma y durante la “querella de las mujeres”, mujeres artistas representan en pinturas de historia figuras mitológicas, heroínas bíblicas y personajes históricos como Judit, Yael, Susana y Porcia. Evidencian el silencio y su exclusión, tres generaciones que triunfan con sus versiones castas e inauguran así una tradición alternativa.
- Botánicas, conocedoras de maravillas. Irrumpen durante la época racionalista, en el momento en que empezaron a ser expulsadas del conocimiento ancestral de las plantas y sus beneficios, cuando se persigue a las denominadas brujas. Para estas pintoras e ilustradoras, la vida ejerce poder de fascinación a cualquier escala y la representan refutando el simbolismo religioso de la naturaleza muerta como vanitas.
- Ilustradas y académicas. Ya antes de la caída del absolutismo en Francia, reinas, nobles y salonnières respaldan a las artistas, erigiéndolas como académicas. Durante la Ilustración, destacan en el género del retrato, expresión de la afirmación del sujeto y de la individualidad en el origen de la Modernidad. Representan a mujeres cultas que buscan su identidad en escenarios teatralizados, como podrían ser las ruinas arqueológicas.
- Orientalismo y costumbrismo. En pleno período colonial, las artistas emprenden viajes y observan con respeto a los no occidentales, en oposición a la sexualización degradante de sus modelos por parte de sus colegas masculinos orientalistas. Además, pueden entrar en los harenes, deshaciendo los tópicos eróticos asentados en los salones parisinos de la época.
- Trabajos, cuidados. Durante el siglo XIX, las artistas representan grupos de mujeres trabajando en el campo, o durante su jornada laboral en la ciudad. Cuando las propias artistas luchan por su inserción en el sistema artístico, su repertorio abarca desde las mujeres en el papel de amas de casa y las cuidadoras de enfermos, hasta el desempeño oficios diversos, como pescadoras. En la ciudad moderna de la época, las mujeres reclaman sus espacios, también como consumidoras en los grandes almacenes.
- Nuevas maternidades. En el siglo XIX, surge el arquetipo de la mujer como “ángel del hogar” al inicio de su emancipación. Frente a la mistificación de la maternidad y la abnegación de la madre, hay pintoras que crean nuevas iconografías que muestran con ternura la dependencia absoluta del bebé. Pero también los tediosos cuidados, las cargas domésticas, en definitiva, la dureza anímica y material de la crianza. Incluso aparece la madre como una protectora animal, conectada con la madre tierra.
- Sororidad 2. Complicidades. ¿Qué piensan? ¿De qué hablan? ¿Qué comparten las jóvenes burguesas cuando están juntas? Las impresionistas crean nuevas iconografías de la complicidad, la confianza y la amistad entre mujeres. Un mundo privado al margen, en el que germina el anhelo de libertad.
- Emancipadas. En el siglo XX, al hilo del sufragio femenino en los países occidentales, las artistas vanguardistas tejen redes y siguen mostrando la sororidad con nuevos lenguajes artísticos. Las modernas proponen a través de la pintura-tejido-moda una nueva concepción del arte, y escenas populares como las verbenas reflejan la alegría de las ciudadanas tras la conquista del espacio público.
El congreso de hace un siglo y sus asistentes, ¿“sintieron” con estos latidos culturales? ¿Con cuáles habría que “sentir” ahora? Y en clase, ¿qué actitudes, qué conceptos, qué procedimientos culturales?
La vida ejerce poder de fascinación y la representan refutando el simbolismo religioso