Alumbrar caminos para el porvenir solo será posible desde el encuentro y la misión compartida La primera fase del congreso “La Iglesia en la educación” ha cumplido con creces con lo esperado. Durante este mes, hemos podido conocer diferentes experiencias en las que se ha mostrado cómo la Iglesia está presente, con voz propia, en la educación. Los nueve paneles han sido expresión de la riqueza y de la diversidad de sensibilidades, modelos, acciones y estilos con los que la Iglesia contribuye al bien común y realiza su misión educadora. Era necesario un espacio como este, habilitado por la iniciativa de la Comisión Episcopal para la Educación y Cultura, para que los implicados en los diferentes ámbitos se reconociesen, se encontrasen y se sintieran parte de una misma tarea. La identidad católica, se afirma en la última instrucción de la Congregación para la Educación Católica, debería ser un terreno de encuentro, un instrumento de convergencia de ideas y acciones. En la web, quedarán disponibles las retransmisiones y se podrán seguir compartiendo experiencias.
El foco del congreso se dirige ahora, con la misma dinámica participativa, a que en cada uno de los nueve paneles se puedan identificar las posibles cuestiones críticas que se intuyen, los desafíos a los que hacer frente, etc., y es imprescindible que sean escuchadas todas las voces. Solo así, desde la reflexión compartida, se podrán anticipar y prevenir tensiones innecesarias y avanzar en soluciones que sean asumidas, como propias, por todos los implicados en la educación. La misma instrucción a la que nos referíamos sugiere que “en la comunidad educativa de la Iglesia local y universal, las prácticas de diálogo y comunicación deben establecerse, promoverse y practicarse ya antes de que surjan tensiones”. Reconocer nos ayudará a crecer. Es el momento de responder a la convocatoria y priorizar esta tarea. Ser capaces de alumbrar caminos para el porvenir solo será posible desde el encuentro y la misión compartida.
