Informe Jesuitas de España: «Más del 70% de los abusos se han cometido en el entorno escolar»
La Compañía de Jesús presenta un informe sobre la realidad de los abusos entre los años 1920 y 2020 cometidos por miembros de su congregación en España. Los máximos responsables de la Compañía reconocen y piden perdón por los hechos y por el silencio de todos estos años. Es un gesto sin precedentes en nuestro país y abre el camino a que las diócesis españolas y otras órdenes religiosas -con responsabilidades educativas- hagan lo mismo.
La Compañía de Jesús de España da un paso sin precedentes en nuestro país. El jueves 21 de enero hacía público un informe con la relación de abusos sexuales y conductas impropias (a menores y adultos) cometidos por miembros de la congregación entre 1920 y 2020. Como se asegura en el informe, tantos los datos como las conclusiones han de tomarse desde la cautela, ya que según se afirma «creemos que puede haber casos de los que no tenemos constancia».
Uno de los primeros pasos para la reconciliación, es el examen y la aceptación de la culpa. Cuando una institución oculta y silencia un abuso se hace cómplice irremediablemente del agresor. La reconciliación en esos casos la han de asumir ambos, tanto el agresor como el que ha ocultado y silenciado. Hacer público un informe sobre los abusos perpetrados por los miembros de tu institución es un acto valiente, y necesario. Este paso al frente de los jesuitas españoles debería animar a las diferentes diócesis españolas y a las tantas congregaciones religiosas con responsabilidades educativas a emprender un camino similar, formado de cuatro pasos:
- Análisis profundo de la situación
- Elaboración de un informe minucioso sobre la realidad de los abusos en sus obras
- Conclusiones que movilicen a una acción hecha de dos verbos muy simples: 1) Prevenir y 2) Cuidar
- Dar a conocer públicamente dicho informe
Es probable que hay quien diga que dar a conocer públicamente la información no es necesario, que es suficiente con hacer una auditoría a nivel interno. Sin embargo, cuando una institución ha ocultado de forma sistemática una realidad tan atroz como el abuso, silenciando la voz de los vulnerables en vez de ofrecer soporte y cuidado, se antoja necesario y urgente que ese informe sea público.
La Compañía de Jesús abre el camino a las diócesis españolas y órdenes religiosas (masculinas y femeninas)
La Compañía de Jesús abre el camino a las diócesis españolas y a las congregaciones religiosas -muchas con responsabilidades educativas- para dar el paso valiente de hacer un análisis profundo de los casos de abusos en sus instituciones, profundizar en las causas y sacar conclusiones de la acción y rendición de cuentas públicamente. Cualquier confesión religiosa tiene el deber moral de ejercicio. El que acude a un cura católico o a un pastor evangélico, lo hace con la confianza de ir a un «entorno seguro», de acogida, de protección. Esa confianza, muchas veces depositada por las propias familias hacia los clérigos, ha sido ultrajada con el acto perpetrado por unos pocos y con el silencio de muchos. De ahí que el deber de las instituciones eclesiales sea muy grande: Aquellos que tenías la misión de ser pastores, en realidad eran lobos; Y los que estaban llamados a ser «naves protectoras», actuaron de cárceles tanto para las víctimas como para los propios agresores. Por eso, es urgente que las diócesis y las órdenes religiosas emprendan este camino de purificación iniciado por los jesuitas en España, y que pasa por hacer y publicitar informes sobre los casos de abusos.
El informe de la Compañía considera que es sumamente importante considerar el papel que juega el «rol religioso» en todo tipo de abusos no únicamente sexuales, sino también de autoridad y de conciencia. Para los de Loyola ese rol necesita ser «adecuadamente estudiado, trabajado y parte de la formación de los candidatos al sacerdocio».
Sería muy valioso poder contar con otros informes tan exhaustivos como el de los jesuitas para poder hacer estudios comparados e indagar en las causas de estos abusos y en la naturaleza de los mismos, así como generar espacios seguros en sus obras. Significaría un gran paso para la reconciliación con las víctimas, pero también un ejercicio de verdad para que la Iglesia pueda afrontar -sin engaños-, entre otros asuntos, los siguientes:
- La idoneidad de ciertos candidatos. Vencer el miedo ante el escaso número de vocaciones, y no admitir en una casa de formación a quien precisa de otro tipo de ayuda profesional bajo el pretexto de que en el tiempo de formación también se puede trabajar y crecer.
- Que las propias casas de formación sean entornos seguros. En un informe de los Legionarios de Cristo en 2019, similar al de la Compañía, se aseguraba que era en las propias casas de formación (seminarios menores principalmente) donde se cometían los abusos.
- La búsqueda de los mejores formadores.
- La necesidad de una formación afectivo-sexual rigurosa y profesional.
- Una claridad mayor claridad en relación a la admisión de personas homosexuales. El último documento publicado, y ratificado por el papa Francisco, data del 2005, pero no es del todo claro. Contrasta de modo muy llamativo algunos puntos de ese documento con la realidad eclesial. ¿Por qué ese empeño en ocultar y en convertir en una especie de tabú la presencia de religiosas/os y sacerdotes homosexuales?
- No hacer «la vista gorda» a problemas que se dan ya en las primeras etapas de formación.
- El «rol del cura» frente a seglares o religiosas, pero también el «rol del religioso/a», o el «rol del superior».
Datos del informe de la Compañía de Jesús de España
Desde 1927 hasta nuestros días han sido acusados de abusos a menores o adultos 96 religiosos jesuitas. En el caso del abuso a menores, han sido acusados un total de 65 jesuitas (48 ya han fallecido, 17 siguen vivos). De estos, 14 (el 20%) habrían abusado con reincidencia, sobre el otro 80% solo consta una denuncia.
Género de los abusados
Respecto al género de los menores abusados, un 72% fueron niños, un 23% niñas y en 5% a ambos. En los abusos a adultos se invierten las cifras, siendo más elevado el número de mujeres abusadas (71%) que el de varones (29%).
Lugares de abuso
El mayor porcentaje de abusos se produjo en el entorno escolar: instalaciones (41%), clases (9%), internados (9%), habitación de un jesuita (5%). También se dieron casos, en la casa familiar de la víctima, en un templo, en instalaciones parroquiales o despachos.A la vista de estos datos, una de las conclusiones del informe es la necesidad de establecer en los centros educativos «mecanismos de control y prevención -como se lleva haciendo ahora ya varios años-«. Por otra parte, como se señala en el informe, el hecho de que algunos abusos se hayan dado en la propia casa de la víctima son una señal de «la confianza que las familias tenían en quienes cometieron los abusos. Confianza basada en la autoridad moral y las expectativas razonables sobre personas que proclaman una vida de acuerdo con el evangelio».
Estudio comparado
En el informe de los jesuitas se hace una comparación con la encuesta realizada por el John Jay College sobre los abusos a menores en la Iglesia católica de EEUU, en el periodo entre 1950 y 2002. Tal como se indica, los datos se toman con cautela al representar una periodo y una realidad diferente a la reflejada en el estudio de los jesuitas españoles. Algunos datos relevantes del estudio son:
- El 98% de los agresores sexuales no son pedófilos
- El 80% de las víctimas fueron varones adolescentes
- Agresores: 2,2% serían pedófilos, 10% (efebófilos) y un 85% no diagnosticados psicológicamente.
- Perfil de los agresores:
- Agresores preferenciales: suelen tener un gran número de víctima, vinculados a problemas psicológicos, narcisismo y dificultad para acceder a terapia.
- Agresores situacionales. Hasta un 85%, donde la agresión parece ser algo más puntual vinculado a determinadas situaciones de inmadurez, estrés, rabia, muerte de un ser querido, conocimiento ingenuo de la sexualidad…
Desde el informe: palabras de perdón y acciones
En el acto de presentación, entre otros, tomaron la palabra algunos de los responsables de la institución. Antonio España SJ, como provincial de la Compañía en España, expresó en nombre de la Congregación el «dolor, vergüenza, pesar, por la herida a tantas personas, por la desconfianza generada». Además subrayó el deseo de querer aprender «a pedir perdón a las víctimas y a la sociedad, por los abusos, por la cultura del silencio, por no afrontar directa y limpiamente los hechos».
Por otra parte, Antonio Allende SJ, Delegado de educación, puso el acento en las víctimas agradeciéndoles su valentía señalando que “no fuimos nosotros quienes sacamos estos casos, fueron las personas abusadas las que nos confrontaron con este mal y debemos agradecerles su valentía al dar este paso. La respuesta que queremos darles con esta comparecencia es que creemos en lo que dicen”. Además, Allende destacó que el fin principal no es la defensa de la institución, sino la «reparación, verdad y justicia para las víctimas».
También intervino Susana Pradera, responsable de «entorno seguro» de la Compañía, fue la encargada de presentar los resultados del trabajo. Señaló que la primera responsabilidad es “escuchar y acoger a las personas que han sufrido y sufren a causa de los abusos vividos”. Además reconoció que “estamos aprendiendo a dar respuesta a estas personas, siendo ahora conscientes de cómo una intervención insuficiente, bien desde la ignorancia o la incomprensión, a veces por miedo, ha podido revictimizarles y hacerles padecer más dolor aún”. La experta, que abundó en tres pasos necesarios para “no tolerar ningún modo de abuso”:
- Sensibilización y concienciación
- Prevención
- Intervención
Todos los pasos dados se pueden encontrar en la web www.entornoseguro.org, así como en el buzón de recogida de denuncias: proteccion@jesuitas.es. Susana animó a las víctimas a seguir denunciando. “Sin ese duro paso de las víctimas, no podemos dar voz, precisamente por ese perverso sistema de silencio”.
El papel de los medios de comunicación católicos
Ante la situación de los abusos sexuales en el seno de la Iglesia es necesario, más que nunca, que los medios de comunicación eclesial hagan un periodismo de investigación riguroso. Dar cuenta de informes externos o ser meros transmisores de los comunicados oficiales, no es suficiente. El periodismo de investigación va más allá y abre sendas no transitadas. En el caso de los abusos, además, ha de ser lugar de acogida para las víctimas.
Muchos veces nos encontramos con medios eclesiales anclados en tres modos: 1) Los que dan cuenta de la información sacando siempre conclusiones sesgadas, a favor de la Iglesia. 2) Los que simplemente informan y dan cuenta de estudios o comunicados oficiales, sin ir más allá. 3) Los que informan de modo sensacionalista. Haciendo una especie de «corta y pega» de otros medios de difusión que buscan hacer más daño a la Iglesia que ayudarla. Es necesario y urgente que emerja un verdadero periodismo de investigación, como servicio a la Iglesia. No es solo responsabilidad de las diócesis o de las órdenes religiosas, también lo es de los medios de comunicación eclesiales.