La otra “LOMLOE”
Donde se invita a una mirada desintoxicada y proactiva hacia la propuesta pedagógica de la Ley Orgánica de Modificación de la Ley Orgánica de Educación (LOMLOE)
Desde estas páginas y en armonía con el gran servicio que esta revista lleva a cabo a la hora de decir una palabra esclarecedora y propositiva sobre la educación, fuimos explícita y razonadamente críticos con el sesgo político que se ha imprimido a la LOMLOE. Sin embargo, esa circunstancia no nos debe impedir entrar de lleno en la propuesta pedagógica que presenta y que entrará en vigor el próximo septiembre en los cursos impares de nuestro sistema educativo. Corremos el peligro de no separar bien los diferentes elementos de la ley y, amparados en el pretexto de que sus orientaciones sobre los modos de articular las diferentes redes no nos satisfacen, ahorrarnos la tarea imprescindible de analizar en profundidad y de manera también crítica su propuesta de renovación curricular. En este punto, es imprescindible hacer una llamada a la profesionalidad de nuestro quehacer. Entre las características del buen profesional se cuenta la capacidad de “dar razón” fundada y objetiva sobre el terreno que le es propio. ¿Alguien piensa que se puede ser un buen profesional de la educación sin un estudio pormenorizado de la propuesta curricular de la LOMLOE basándose exclusivamente en algunos prejuicios esgrimidos como brochazos de trazo grueso y descalificador? No me imagino a profesionales de otros sectores afrontar un cambio de legislación sin un análisis riguroso de una ley que les afecte.
Sabemos por experiencia que ninguna ley podrá ser la panacea de los males que aquejan al sistema educativo; por tanto, la cuestión no radica en definirse por uno de los dos bandos. Ese capítulo de la novela ya lo hemos vivido y resulta descorazonador. Creo que el objetivo no es otro que leer las posibilidades que la nueva propuesta nos puede traer. Pero para eso hace falta una condición que no siempre se cumple: tener claro y fundamentado nuestro proyecto educativo, con el fin de poder aprovechar todo lo que la nueva propuesta curricular nos pueda aportar. A tal fin me permito proponer un pequeño itinerario en cinco pasos:
- Análisis del diagnóstico que ha motivado al legislador que viene perfectamente reflejado en el preámbulo. ¿Estamos de acuerdo con él? Y lo que es más importante: ¿cuál es nuestro propio diagnóstico? ¿Y si introdujéramos como fuente de nuestro diagnóstico el magisterio de Francisco en el ámbito educativo?
- Estudio y análisis de las fuentes internacionales a las que la ley se remite. Este punto es realmente importante porque la LOMLOE busca el fundamento del cambio necesario en programas y orientaciones ampliamente aceptados, en especial la Agenda 2030 y sus objetivos de desarrollo sostenible. Tanto la Laudato si’ como la Fratelli tutti están perfectamente en sintonía con estas propuestas.
- Estudio y análisis del modelo competencial que propone la Unión Europea explicitado en la recomendación del Consejo de Europa de veintidós de mayo de 2018.
- Estudio y análisis de la propuesta curricular de la LOMLOE con una clara comprensión compartida del alcance de su vocabulario (perfil de salida, competencias básicas, competencias específicas, criterios de evaluación).
- Definición y alcance del modo en el que centro o profesor van a aplicar la propuesta curricular de la LOMLOE.
Lamento reconocer que, a lo largo de todos mis años de dedicación a la educación, me he encontrado en más de una ocasión con profesionales que ni siquiera se habían leído la ley que con tanta energía y rotundidad criticaban. No perdamos la oportunidad de mostrarnos como lo que somos en inmensa mayoría: educadores con un proyecto educativo definido al que somos capaces de adaptar lo que esta nueva propuesta pueda traernos. Ya lo hicimos en ocasiones anteriores. Aún recuerdan algunos cómo el profesorado de Religión fue un colectivo líder en la aplicación ventajosa de la LOGSE. Lo sé, un cambio más que corre el peligro de pasar con más pena que gloria. Quizá sea el momento de que asumamos de verdad el protagonismo que nos corresponde y no dejemos que sean otros quienes nos marquen el camino mientras nosotros nos refugiamos en los lamentos.
Ninguna ley podrá ser la panacea de los males
que aquejan al sistema educativo