Perfil dinámico
En abril, conocimos la instrucción "La identidad de la escuela católica para una cultura del diálogo", de la Congregación para la Educación Católica, para reflexionar sobre el lugar de la educación en la misión evangelizadora.
Es cierto que, por momentos, parece no alcanzarnos el tiempo para estar al día con todos los documentos, declaraciones o iniciativas que la Iglesia nos va proponiendo, pero la lectura de este texto puede sernos de ayuda si tenemos como objetivo seguir pensando acerca de la identidad de nuestras instituciones educativas en el contexto actual. El planteo que hace el documento no tiene la pretensión de aportar una idea nunca dicha, sino que refresca y actualiza el magisterio eclesial sobre educación desde la Gravissimum educationis hasta nuestros días. El texto sostiene que la identidad de la escuela católica tiene un perfil dinámico, ya que estas instituciones “testimonian una gran capacidad de respuesta a la diversidad de situaciones socioculturales y asunción de nuevos métodos de enseñanza, permaneciendo fieles a su propia identidad”. Este dinamismo de poder dar respuesta a diversas circunstancias que se manifiestan como nuevas (la pandemia es un claro ejemplo de esto), siendo fieles a la identidad, marca el horizonte hacia el cual avanzar.
Algunas de las notas de identidad que menciona el texto hacen referencia a la razón de ser de las instituciones educativas católicas y, en algún sentido, tienen un carácter de norma que trasciende el tiempo; de hecho, el mismo documento las llama “principios fundamentales”. Pero este carácter dinámico de la identidad de la escuela católica ha llevado a la propia Iglesia a tener que desarrollar desde estos principios fundamentales algunos aspectos específicos que el devenir de los cambios sociales hacen necesario considerar. El documento menciona, entre estos nuevos temas a abordar, “el perfil permanente de la identidad católica en un mundo cambiante; la responsabilidad del testimonio de los profesores y directivos laicos y consagrados; el enfoque dialógico de un mundo multicultural y multirreligioso” y la necesidad de iniciar a los alumnos “conforme avanza su edad, en una positiva y prudente educación sexual”.
Identidad ante los desafíos
A lo largo del texto, se pueden encontrar algunas otras de estas notas de identidad que, desde su dinamismo, buscan dar respuesta a los desafíos que presenta el tiempo presente y que valen la pena mencionar en este sucinto desarrollo que estamos haciendo a modo de primera aproximación. En ese marco, propone a la escuela católica:
- Ser escuela para todos, especialmente los más débiles y pobres materiales, atendiendo a las nuevas pobrezas de nuestro tiempo.
- Educar para el diálogo, acogiendo con fidelidad valiente e innovadora a estudiantes de diferentes orígenes culturales y religiosos.
- Tener capacidad de testimonio, de conocimiento y de diálogo con las diversidades.
- Practicar la “la gramática del diálogo”, ya que el diálogo es su dimensión constitutiva.
- Afrontar el diálogo desde el deber de la identidad, valentía de la autenticidad y sinceridad de las intenciones.
- Asumir la invitación de Francisco de ser una “Iglesia en salida” desde la misión específica de la educación.
- Valorar a la educación como una polifonía de movimientos: de equipo, ecológico, inclusivo, pacificador.
- Responder a la emergencia educativa fortaleciendo el compromiso con el pacto educativo global al que nos invita el papa Francisco.
- Educar a la cultura del cuidado para crear el “tejido de las relaciones a favor de una humanidad capaz de hablar el lenguaje de la fraternidad”.
Queda planteada la invitación para profundizar en cada una de estas notas de identidad y, a su vez, pensar desde el carácter dinámico de la identidad de la escuela católica cuáles otras características específicas podríamos agregar mirando la educación católica de nuestras regiones, países, diócesis, familias religiosas e instituciones educativas. Este tiempo de camino sinodal se nos ofrece como privilegiado para que, con el aporte de todos los actores de la comunidad educativa, nos animemos a asumir este desafío.
Este tiempo de camino sinodal se nos ofrece como privilegiado
para que nos animemos a asumir el desafío