HACIA UNA REFLEXIÓN SABIA Y VALIENTE
Desde hace unos días, la Conferencia Episcopal está desarrollando un foro de diálogo para la elaboración del nuevo currículo de religión. Además de la novedad de involucrar a todas las personas en la reflexión para el diseño del nuevo currículo, la importancia del foro no es solo práctica o instrumental para la creación del mismo sino que, ante todo, su importancia debería residir en la oportunidad de entablar un diálogo reflexivo común sobre la propia materia más allá de las circunstancias concreta derivadas de la implantación de la nueva ley educativa.
Esta reflexión era necesaria si tenemos en cuenta que desde 1979, en que se publicó el documento Orientaciones pastorales sobre la enseñanza religiosa escolar y en el que también se invitaba a una reflexión para renovar la ERE (Cf. Nº 56), no se había vuelto a hacer una reflexión de esta dimensión. Si bien, se ha de reconocer que en este documento hay propuestas que siguen siendo válidas para la ERE.
El papa Francisco en la Constitución Apostólica Veritatis Gaudium (VG) ofrece algunas claves. Aunque este documento trata sobre las universidades y facultades eclesiásticas, si donde se habla de la enseñanza de la teología en la universidad ponemos la ERE, podremos encontrar pistas para la renovación.
Francisco comienza señalando que no estamos ante una época de cambios sino ante un cambio de época que hace que haya llegado “el momento en el que los estudios eclesiásticos reciban esa renovación sabia y valiente que se requiere para una transformación misionera de una Iglesia «en salida»” (nº 3).
Como dice Francisco, ante este cambio de época, donde se da una crisis antropológica y socio-ambiental global, hay que cambiar el modelo de desarrollo global y redefinir el progreso. Pero el problema, según el Papa, es que no disponemos todavía de la cultura necesaria para enfrentar esta crisis y hace falta construir liderazgos que marquen caminos. [Esto] “requiere, en el ámbito cultural de la formación académica y de la investigación científica, el compromiso generoso y convergente que lleve hacia un cambio radical de paradigma, más aún –me atrevo a decir- hacia «una valiente revolución cultural»” (nº 3).
Este número de VG, que deja claro que la nueva situación exige un cambio, también se debe aplicar a la ERE. Por ello, la pregunta de fondo que debe estar presente en el foro y, después de él también, no solo es por los aspectos concretos del currículo sino la que Francisco plantea en el siguiente número de VG: “En este horizonte amplio e inédito que se abre ante nosotros, ¿cuáles deben ser los criterios fundamentales con vistas a una renovación y a un relanzamiento de la aportación de los estudios eclesiásticos a una Iglesia en salida misionera?” (VG 4). El papa señala cuatro principios, que ahora no podemos abordar pero que comentaremos en otro momento. La pregunta, por lo tanto, es por los criterios desde los que queremos dirigir la renovación de la ERE y su relanzamiento para que nuestra materia tenga una aportación significativa en este cambio de época y, en consecuencia, sea vista como una aportación indispensable y necesaria dentro del sistema educativo. Este foro debería ser una pregunta por los fundamentos y la finalidad de la ERE para situarla en esta Iglesia en salida y ser, así, una palabra autorizada en nuestra sociedad y en nuestro sistema educativo.
El objetivo del papa no es solo repensar los estudios eclesiásticos sino renovarlos para transformar la sociedad. Para ello, se debe ser capaz de realizar una reflexión “sabia y valiente” que muestre que la ERE es necesaria porque construye a la persona desde la educación que propone. Esto exige que la ERE hable el lenguaje de la pedagogía, que asuma los objetivos de la educación y que sea verdaderamente una disciplina académica para poder tener presencia en el sistema educativo y, en consecuencia, en el trabajo educativo de construir nuevas personas que tendrán que vivir en una sociedad concreta a la que hay que dar respuesta para que pueda ser una sociedad que hace realidad la fraternidad universal a la que llama el papa o la ciudadanía global a la que se invita desde otras instancias civiles.
En sintonía con el papa que llama a una Iglesia en salida, se debe pensar una ERE en salida que se abra al diálogo con las otras disciplinas y con el mundo para su transformación y el de las personas concretas.
Es responsabilidad de todos, el poder realizar un diálogo sincero, sabio y valiente que sea capaz de situar a la ERE en igualdad académica y pedagógica de las demás disciplinas. Y es responsabilidad de los que estamos día a día impartiendo dicha materia, el hacerla digna académicamente evitando diluirla o hacerla una materia simple. Se exige de nosotros un compromiso pedagógico que la sitúe al nivel de las demás materias.
Ojalá que este foro nos haga iniciar este proceso de reflexión sabio y valiente que pide Francisco. De ahí la importancia del foro que está siendo de gran calidad y donde se están ofreciendo, y se seguirán ofreciendo, pautas para esta reflexión que sale de la propia autorreferencialidad y se abre a los demás como se ve en los ponentes, en los temas tratados y en la posibilidad de que todo aquel que quiera participar pueda hacerlo.