Xavier Bartomeu, el artista que se encontró con Dios al esculpir a san José
Es esencial trabajar en la clase de Religión con testimonios, pues aúnan experiencias, vivencias y emociones personales y reflejan procesos humanos de fácil identificación. Ofrecemos el testimonio reciente de un artista en el que anda de por medio el arte, el proceso creativo, la búsqueda de Dios y la vivencia religiosa, y la cautivadora figura de san José.
El 18 de marzo de 2022 se estrenó en los cines ‘Corazón de padre’, un documental sobre san José, de Goya Producciones, dirigido por Andrés Garrigó. “La película es una invitación a redescubrir la personalidad del esposo de la Virgen y padre adoptivo de Jesús, no como una figura del belén o como un silencioso personaje histórico, sino como un padre muy especial con poder para ayudar a miles de personas en la actualidad. De ello dan fe muchos testimonios recogidos por todo el mundo, desde conversiones radicales a curaciones imposibles o la recomposición de matrimonios rotos. En definitiva, el documental muestra que este hombre, misterioso y discreto, san José, está hoy más activo que nunca”.
Los testimonios muestran a un San José cercano, como intercesor y aliado de las familias de hoy en día. Uno de esos testimonios corresponde al artista Xavier Bartomeu, pintor de 56 años natural de Barcelona, que hace unos pocos años experimentó una fuerte conversión al cristianismo en la que san José estuvo muy implicado. Resumimos sus testimonio a partir de las informaciones aparecidas en Alfa y Omega, Paraula y ACI Prensa.
Artista alejado del cristianismo
Desde que era joven, Xavier supo que quería ser artista. Había nacido en una familia cristiana. «Lo que pasa es que yo comencé a alejarme y, de hecho, lo hice del todo… Me hice artista y el tipo de vida que llevaba era absolutamente laico». Y aunque creía en Dios y respetaba la idea de que era «parte de una creación», siempre llevó una vida libertina y se dejó llevar por el ambiente que había dentro del mundo del arte.
«Mi arte, si bien no era oscuro, estaba totalmente alejado de Dios». «Hacía lo que me daba la gana. Mis creaciones eran muy fuertes. Me gustaba mucho provocar. Hacía desnudos muy sexuales, muy exagerados. A lo mejor ponía 18 genitales en una pintura y eso me hacía gracia».
En búsqueda
Sin embargo, Xavier iba de vez en cuando a la Iglesia. «No a rezar, sino porque me sentía relajado. De hecho, no sabía nada del ritual».
En una de aquellas ocasiones, cuando ya salía del templo con su chándal negro repleto de rastros de pintura, «una chica joven me tocó en el hombro por detrás y me dijo que si me podía hacer una pregunta». Claro, contestó el artista. «“Me gustaría hacerle un regalo. ¿Quiere ir a un retiro?”. Y lo más raro es que le dije que sí. Con el tiempo entendí que había sido Dios, porque no tenía ningún sentido que yo le dijera que sí a una cría».
Retiros de Emaús
El retiro, de Emaús, fue bien, y aunque al artista no le convenció del todo, quiso ir a un segundo retiro en el que, ahora sí, «me encontré con Dios. Yo tenía un vacío por dentro, depresivo, y ante la Sagrada Forma tuve una experiencia brutal y me puse a llorar sin parar». Y aunque en aquellos días de silencio y oración «Dios no me tiró del caballo como a san Pablo», sí que «fue el inicio de mi vuelta a la fe».
A pesar de esa vivencia, la llama se fue apagando en el corazón de Bartomeu. «Poco a poco volvió el Xavi más analítico y me intentaba convencer a mí mismo: “Todo esto ha sido fruto de una crisis nerviosa, tú tienes problemas emocionales…”».
Todos estos argumentos cayeron de un plumazo cuando a Xavi le encargaron hacer una escultura de san José y, aunque él se considera más pintor que escultor, aceptó. Al principio, aceptó el pedido solamente por el dinero, pero pronto se dio cuenta que esa escultura se convertiría en la obra más importante de su carrera.
Un amigo silencioso
«Me encargaron hacer una escultura de San José a tamaño real para una iglesia de Barcelona… Empecé a investigar sobre la vida de San José y fue cuando se abrió una puerta a la fe, tuve una reconversión. Cuando haces una creación, lo ves crecer, ves su mano, su oreja… dejan de ser obras tuyas y pasan a ser la identidad de alguien».
Él encontró en san José a «un amigo silencioso» que le esperaba todos los días en el taller. «Encendía la luz y ahí estaba él, esperándome en la penumbra. Tenía paciencia y esperaba a que llegara. Y, después de trabajar todo el día, le daba un abrazo de despedida cuando me iba a casa».
Efectivamente, cada tarde, cuando el escultor salía de su estudio, abrazaba la figura que estaba esculpiendo y se despedía de ella hasta el día siguiente. «Así, poco a poco, él se fue haciendo amigo mío y empecé a entenderle, ese silencio, ese ‘estoy aquí para lo que me mandes’. Y en ese momento en que yo tenía una profunda crisis religiosa, él, con su santa paciencia, me reconvirtió».
Xavier reconoce que cada mañana, cuando llegaba al estudio, encendía la luz y veía la figura a medio hacer, pensaba: “Mira, ahí está”. Precisamente ese estar allí siempre es lo que más le impactó. «Yo tenía el ejemplo gráfico de la propia figura. Me levantaba e iba al estudio con mis problemas personales, familiares, llegaba y allí estaba, donde la había dejado. Nunca se movía. Siempre estaba allí para mí».
«Me acostumbré a la extraña idea de decirle buenos días y abrazarle, de despedirme de él. Y así aprendí de ese personaje silencioso y callado, cuyas palabras no aparecen en la Biblia. Y pude entender que él, que era un artesano, que está dentro de mi profesión, es clave para la figura de Jesús. Fue esencial en el plan de Dios». «Y de repente todo me encajó. Vi la sonrisa de san José y en ese momento mi alma se alegró de estar ahí con él: era mi amigo silencioso».
«Se dio la vuelta al calcetín»
«Tuve una reconversión, vi que era algo importante. Comencé a plantearme otras cosas en mi vida, me di cuenta que lo que hacía no era para mí y que representaba algo mucho más trascendente… No era algo decorativo, sino que te tocaba el alma. Era una escultura a la que la gente iba a rezar; vi que era algo más serio y así fue mi vuelta a la conversión».
A partir de esa experiencia de fe, de reconversión, todo cambió en la vida de Xavier. «Cambió mi jerarquía de valores. De repente, arriba de todo, a parte de Dios, se puso el bien, la moral, mi ética, mi familia, mis emociones… Todo lo que antes estaba más basado en la fama, el arte, la intelectualidad, que son valores importantes pero no esenciales, pasaron a segundo plano… Se dio la vuelta el calcetín y resulta que fue entonces cuando estaba bien puesto».
«Volvía a ser feliz»
Con su reconversión, Bartomeu volvió a acordarse de sus padres, de su educación cristiana, del «rosario que rezábamos cada nochevieja» y, entonces, «entendí que Dios ha estado siempre conmigo, desde pequeño, incluso en los momentos más turbulentos de mi historia y me sentí feliz».
«San José entró en mi vida como una caricia, como un susurro, y poco a poco me di cuenta que volvía a ser feliz. Y me di cuenta de que ahora lo más importante, para mí, es «hacer felices a las personas, algo que hace cuatro años me hubiera parecido “inaudito” decir».
«He perdido el miedo y la tristeza que tenía antes y esto me ha ayudado a ver que soy un instrumento mayor y que puedo ayudar a las personas», subraya el artista, que desde que realizó la escultura de san José se dedica sobre todo a hacer obras de carácter religioso. «Ahora soy feliz, y eso me lo ha dado la figura de san José».
Una vida plena
Desde que volvió a Dios, Xavier ha podido llenar el vacío que muchas veces ha sentido a lo largo de los años. «Cuando hacía una exposición, luego la gente se iba y me quedaba sólo. Y yo pensaba… “¿Eso es todo?” Había dedicado toda mi vida al arte para que luego todo pasara en unos minutos».
«Ahora, al trabajar en obras sacras me doy cuenta que tengo un propósito. Todavía no sé exactamente cuál es, pero sé que está ahí». «Hasta la obra más laica la veo trascendente. A todo le doy una importancia, un significado. Necesito que mis obras aporten algo más, que sean algo más que un elemento decorativo».
Xavier también asegura que sus amigos han visto en él un cambio por el que sienten cierta curiosidad. «Sigo siendo el mismo pero ven en mi un cambio, me ven más motivado. La vida que me da el hecho de ser cristiano les tiene bien intrigados».
La escultura de san José fue elaborada por Xavier Bartomeu para la Adoración Nocturna Femenina de la iglesia del Santísimo Sacramento de Barcelona. Allí puede verse también otra de sus esculturas, san Pascual Baylón. Ahora le ilusiona su próximo proyecto, la pintura de un altar sobre la Última Cena, en la iglesia de San Olegario, también de Barcelona.
Para trabajar personalmente y en grupo
- ¿Qué nos llama la atención de este testimonio?
- Imaginar que cada uno es el artista: releer el testimonio dándose cuenta de los distintos sentimientos que se tienen en cada comento.
- ¿Cuál ha sido el proceso que ha seguido este artista en el camino? Elaborarlo en un esquema o diagrama.
- Imaginar que cada uno es el artista. Establecer un diálogo con la imagen de san José y poner algunos fragmentos por escrito.
- El 8 de diciembre de 2020 el papa Francisco publicó la carta apostólica Patris corde (Corazón de padre) con ocasión del 150 aniversario de la declaración de San José como patrono de la Iglesia universal realizada por el papá Pío IX y propuso el 2021 como el año litúrgico de san José. Buscar con qué siete nombres llama el papá a san José en esa carta.
- Dice Leonardo Boff: «A decir verdad, José permaneció casi olvidado por la Iglesia oficial. Pero el pueblo guardó su memoria, poniendo el nombre de José a sus hijos e hijas, a ciudades, calles y escuelas. Él es el símbolo de los sin nombre, de los sin poder, de los obreros y de la Iglesia de los anónimos». Buscar nombres de iglesias, pueblos, calles… en nuestra localidad o de personas cercanas a nosotros.
- Hay muchas canciones sobre san José. Aquí se pueden escuchar diez de ellas interpretadas por Mariano Durán. Pero, para centrarnos mínimamente en su figura, podemos trabajar con la canción cuya letra ponemos a continuación y que se puede escuchar aquí:
HIMNO A SAN JOSÉ
Hoy a tus pies ponemos nuestra vida;
hoy a tus pies, ¡glorioso san José!
Escucha nuestra oración y por tu intercesión
obtendremos la paz del corazón.
En Nazaret junto a la Virgen Santa,
en Nazaret, ¡glorioso San José!
cuidaste al niño Jesús pues por tu gran virtud
fuiste digno custodio de la luz.
Con sencillez, humilde carpintero,
con sencillez, ¡glorioso San José!,
hiciste bien tu labor, obrero del Señor,
ofreciendo trabajo y oración.
Tuviste fe en Dios y su promesa,
tuviste fe, ¡glorioso San José!
Maestro de oración, alcánzanos el don
de escuchar y seguir la voz de Dios.