Paul Burns
Ha sido tan especial el momento en el que el gaitero ha dado media vuelta para irse... mientras aún sonaba la música, que merece la pena recordar esta, aunque solo sea para poder escucharla sin comentarios.
Debemos a Sarah Meyssonnier, de Reuters, detalle del protocolo con que concluyó, a la muerte de Isabel II, el servicio religioso en el que se rindió homenaje a su “notable reinado y vida de servicio”. Dirigido por David Hoyle Mbe, decano de Westminster, antes de comenzar el servicio la campana tenor sonó cada minuto durante noventa y seis, una vez por cada año de vida de la reina. Justin Portal Welby, arzobispo de Canterbury, hizo el elogio fúnebre y cantaron los coros de la abadía de Westminster y de la capilla real de Windsor. Marcó tiempos la trompetería. Pero los buenos ruidos no deben impedirnos escuchar los textos bíblicos.
Música introductoria: Fantasía de cuatro partes de Orlando Gibbons (1583-1625), Romanza de Ralph Vaughan Williams (1872-1958) arreglo de Richard Quinney (1976), Reliqui domum meum de Peter Maxwell Davies (1934-2016), Meditación sobre “El aire del hermano James” de Harold Darke (1888-1976), Preludio de “Ecce jam noctis”, op. 157 número 3, de Healey Willan (1880-1968), Salmo Preludio, set 1 número 2, de Herbert Howells (1892-1983), En el campo, op. 194 número 2, de Charles Villiers Stanford (1852-1924), Fantasía sobre “O Paradise”, de Williamson (1931-2003) y de Elgar (1857-1934), Elegy, op. 58, con arreglos de Matthew Jorysz (1992), Andante espressivo (sonata en sol, op. 28) y Sospiri, op. 70.
Textos rezados: “Yo soy la resurrección y la vida, dice el Señor: el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás” (Jn 11,25); “Yo sé que mi Redentor vive, y que al fin se levantará sobre la tierra; y aunque después de mi piel los gusanos destruyan este cuerpo, en mi carne veré a Dios; a quien veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro” (Job 19,25-27); y “No trajimos nada a este mundo, y es seguro que nada podemos sacar. Jehová dio, y Jehová quitó; bendito sea el nombre del Señor”, (W. Croft organista de la abadía, 1 Tim 6,7; Job 1,21).
Los canticos fueron: “Tú conoces, Señor, los secretos de nuestros corazones; no cierres tus misericordiosos oídos a nuestra oración; pero perdónanos, Señor santísimo, oh, Dios poderoso, oh, santo y misericordioso Salvador, dignísimo Juez eterno, no permitas que, en nuestra última hora, por ninguna pena de muerte, caigamos de ti. Amén” (H. Purcell, organista de la abadía, Libro de Oración Común, 1549); y “Oí una voz del cielo que me decía: escribe, desde ahora en adelante bienaventurados los muertos que mueren en el Señor. Así dice el Espíritu; porque descansan de sus trabajos. Amén” (W. Croft, Ap 14,13).
Un último lamento
La secretaria general de la Commonwealth, Patricia Scotland, leyó la primera lectura del libro de los Corintios. El coro cantó Like as the Hart, compuesta por la maestra de música del rey, J. Weir, arreglo musical del salmo 42. La segunda lectura, del Evangelio de Juan, fue leída por la primera ministra británica Liz Truss. Siguió el himno El Señor es mi pastor, cantado en la boda de la reina. Tras el sermón, el coro entonó el himno Alma mía, hay un país. Se rezaron oraciones desde el altar mayor y el coro cantó O Taste and See How Gracious the Lord is, compuesto por Ralph Vaughan Williams para la coronación de la reina.
A las 11:57 horas, los trompetistas tocaron el último mensaje desde la escalinata de la capilla de la Virgen. A esto siguió un silencio nacional de dos minutos. La diana fue tocada por los trompetistas estatales antes de que se cantara God Save the King. El gaitero de la reina del Regimiento de Escocia, Paul Burns, tocó el lamento tradicional Sleep, Dearie, Sleep ya por la tarde. Después sonaron las campanas amortiguadas de la abadía de Westminster y finalizado el servicio religioso, la sonata Allegro maestoso de Elgar. Música y Palabra. Por cierto, la Iglesia de Inglaterra no es lo mismo que la Comunión Anglicana.
El gaitero de la reina del Regimiento de Escocia, Paul Burns, tocó el lamento tradicional