UN AÑO DE LA IMPLANTACIÓN DE LA LOMLOE. PAUSAR Y PENSAR
EDITORIAL DEL NÚMERO DE JUNIO-JULIO DE 2023
Pues, como quien no quiere la cosa, hemos completado el primer año de implantación de la LOMLOE. El curso que termina ha sido más intenso, si cabe, que los años anteriores. Venimos transitando, sin solución de continuidad, de gestionar los efectos personales, sociales y escolares de la pandemia, a la vuelta a la “normalidad” y, por último, la puesta en marcha, un poco a ciegas, de la LOMLOE.
En este final de curso, en idéntica proporción, se percibe entre los profesores, en los claustros y en las instituciones escolares una mezcla de fatiga acumulada, de estrés (por las muchas decisiones que ha habido que tomar con poca información, formación y con falta de liderazgo y criterios claros por parte de las Administraciones educativas) y un hilo de esperanza al vislumbrar las posibilidades de repensar el currículo, la acción docente y de darle una vuelta a las propuestas educativas y al enfoque, también, de la clase de Religión.
El verano que ya llega es una oportunidad para cultivar lo que el papa Francisco, en un ángelus dominical en julio del verano pasado, denominó “ecología del corazón”: descanso, contemplación y compasión. Ciertamente, cuando se acalle la algarabía de voces en los pasillos de los coles, es lo que toca. “No se trata solo de descanso físico, sino también de descanso del corazón. Porque no basta desconectar, es necesario descansar de verdad. Y para hacerlo, es preciso regresar al corazón de las cosas: detenerse, estar en silencio, rezar, para no pasar de las prisas del trabajo a las de las vacaciones”. Descansar para contemplar y para aprender a “compadecernos” es una manera de hacer bien, el curso que viene, nuestro trabajo. Antes de irnos, hay que dejar agendados los asuntos importantes. La Iglesia en España nos ha invitado a renovar el compromiso y la presencia en la educación. Allí estaremos. Juntos. Todos.