Un mejor futuro para la ERE necesita una formación permanente
Carlos Esteban es, para esta revista y su director, un referente imprescindible para analizar la historia, el presente y el futuro de la enseñanza de la religión en la escuela. Conversamos con él para valorar el momento actual y anticipar los temas que marcarán la agenda del curso que viene.
Hace pocas semanas se presentó el Observatorio de la Religión en la Escuela, del que eres su director. Fue una ocasión excepcional para analizar cómo se ha gestionado por parte del Ministerio el encaje de la enseñanza de las religiones en la LOMLOE. ¿Cómo valoras la sensibilidad del Ministerio hacia este tema?
Me ha tocado analizar cómo se ha regulado la enseñanza de la religión en las diferentes reformas y cada una ha sido interesante por uno u otro motivo. Digo interesante, no satisfactorio. En este caso, el punto de partida era muy complicado por una inercia antiLOMCE que tenía bastante lógica; además de otros condicionantes de la mayoría parlamentaria necesaria. Sin embargo, el resultado de la ERE en la LOMLOE no ha sido peor que en la LOGSE o la LOE. Personalmente, siempre insisto en ello, lo peor de la ERE en la LOMLOE es la ausencia de cualquier planteamiento educativo y su escrupuloso fundamento legal en los acuerdos del Estado con la Iglesia. Esto viene ocurriendo desde la LOGSE y constituye un reduccionismo que alimenta el estereotipo de la clase de Religión como privilegio de la Iglesia propio de tiempos pasados. Sin duda, la ERE merece una mejor consideración académica por sus contribuciones educativas. Creo que se ha perdido una oportunidad histórica para superar este reduccionismo histórico. Me consta que, en el Ministerio, se ha pensado seriamente si había llegado el momento de incorporar la ERE como una aliada en la mejora de la educación por sus aportes en la motivación y responsabilidad del alumnado; por su contribución a la formación ética y social; por sus valores de inclusión, justicia, sostenibilidad y bien común. Mi opinión es que las han acabado valorando, lo han pensado, pero no se han atrevido, se ha impuesto el peso ideológico; les ha dado miedo proponer una mejor solución porque contradice sus posiciones anteriores.
En los análisis del Observatorio de la Religión en la Escuela, llamaste la atención sobre la desaparición de la historia y cultura de las religiones en las enseñanzas mínimas. ¿A qué se debe este cambio?
El hecho de incorporar la cultura de las religiones en la nueva adicional segunda de la LOMLOE era un indicador de responsabilidad y de consideración académica del saber religioso. Estoy seguro de que responde a ese pensamiento al que me refería antes de aceptar la religión como un aliado en la mejora de la escuela y de la sociedad. Se barajaban argumentos que la hacían más necesaria en los centros públicos que en los concertados. La LOMLOE incorporó esa posibilidad, pero solo hasta ahí llegó el análisis y el atrevimiento. En las enseñanzas mínimas desapareció esta referencia. Ojalá en algunas comunidades autónomas veamos avances.
El papel de las religiones en los futuros de la educación lo has abordado en tu último libro, y hace poco publicaste en esta revista tu aportación al reciente documento de la Unesco. Este informe mundial: ¿es una oportunidad para subrayar las aportaciones educativas de la ERE?
La Unesco, como lo viene haciendo la OCDE y sus informes PISA, está insistiendo de manera creciente en los fines humanistas de la educación. En esos fines humanistas debemos reconocer una oportunidad para la ERE, porque se perciben enseguida sinergias. La clase de Religión tiene entre sus aprendizajes esenciales despertar la dignidad de todos los alumnos, en esto convergemos con la Unesco y las recientes evaluaciones PISA de competencia global y emocional. Precisamente por esta convergencia y las sinergias que se perciben me agrada decir que la clase de Religión tiene más futuro que presente y pasado. No tengo duda de que la enseñanza de las religiones, depurando las religiones de cualquier germen de fundamentalismo, contribuye al bien común y será completamente necesaria para la construcción social de la casa común.
En las últimas reformas educativas, siempre que ha habido nuevos currículos de Religión y has publicado materiales de apoyo al profesorado analizando sus claves teológicas y aportando claves de programación. Con el nuevo currículo, ¿publicarás materiales para el profesorado?
Han sido cuatro las reformas educativas que me tocado analizar y explicar como profesor de Pedagogía de la Religión y sobre las que he propuesto claves de comprensión y programación: LOGSE, LOCE, LOE y LOMCE. Y es verdad que he publicado libros y ediciones didácticas de los cuatro currículos de Religión que corresponden. Ahora, con la LOMLOE y el nuevo currículo de Religión, también publicaré cuatro cuadernos de trabajo para apoyar al profesorado en la implantación de este nuevo marco curricular. Pueden ser objeto de cursos y talleres no solo de programación, también de actualización del profesorado.
Tú que trabajas en la planificación de la formación permanente del profesorado de Religión: ¿qué habría que tener en cuenta?
No solo el nuevo currículo de Religión, todo el marco curricular de la LOMLOE supone novedades pedagógicas que deberemos tener muy en cuenta en la formación del profesorado. Por una parte, esta formación tiene que ayudar a actualizar la pedagogía y didáctica de nuestra tarea docente en clave competencial. Aparte, habrá que conocer bien el perfil de salida y sus implicaciones para las programaciones y los roles docentes. Por supuesto, la formación permanente deberá apoyar la acogida del nuevo currículo de Religión y sus novedades no solo pedagógicas, también teológicas. Creo que hay que fortalecer en el profesorado el renovado diálogo entre teología y pedagogía que ha dado lugar al currículo. De hecho, este nuevo currículo supone una nueva síntesis teológica que será necesario abordar con el profesorado. Otra necesidad que percibo es recordar, sobre todo a los profesores de más reciente incorporación, la identidad y naturaleza de la Religión en la escuela como área curricular. En ocasiones he percibido que, si no se insiste en esto, se prolongan estereotipos que no contribuyen a la calidad de la ERE. Y una última línea de trabajo, dado que los aprendizajes esenciales de la ERE se han abierto a lo que está pasando en nuestro contexto local y global, cultural y eclesialmente, necesariamente debemos analizar esas tendencias educativas y el momento eclesial. Comprender estos signos de los tiempos e invitarnos a acogerlos en nuestra tarea será una responsabilidad de la formación permanente. En definitiva, las delegaciones diocesanas y las entidades titulares tienen la responsabilidad de trasladar al profesorado la mejora de la ERE que el nuevo currículo representa, tanto en su proceso como en su forma y fondo. Construir un mejor futuro para la ERE necesita de este compromiso por su parte.