Estación nueva antes de primavera
Estábamos en pleno invierno y nos ha sorprendido un tiempo nuevo, inesperado, que ha cambiado nuestro ritmo de vida cotidiano y también nuestras prioridades. Pero la primavera, inevitablemente, está aquí.
Sabíamos que, detrás de cada invierno, espera una primavera palpitante; detrás de cada noche oscura, espera una aurora sonriente (decía Khalil Gibran). Pero entre ese invierno y esta primavera nos ha tocado vivir una novedosa estación poco meteorológica que ha modificado nuestros hábitos sociales. Una pandemia nos ha confinado en las casas, la actividad escolar se ha suspendido en las aulas y los centros, también la vida social se ha paralizado en las calles. El mundo digital que ya ocupaba amplios espacios ha invadido todavía más ámbitos de nuestra vida.
No solo las costumbres diarias se han visto modificadas. Algunos perciben cambios más profundos que podrían generar transformaciones culturales de mayor alcance. El sujeto colectivo se fortalece mientras lo individual se debilita. Emergen nuevas relaciones de solidaridad entre vecinos y ciudadanos. El reconocimiento social ha pasado de los deportistas y celebridades a los trabajadores que mantienen lo auténticamente necesario para vivir, especialmente los sanitarios. Mientras, otros que hace poco rechazaban la xenofobia y el nacionalismo ahora solicitan el cierre de fronteras. Por otra parte, en medio de la hiperconexión digital, se hacen más visibles algunas soledades no elegidas.
En este tiempo nuevo, no dejamos de preguntarnos los porqués, buscamos el sentido de este entretiempo (que nos puede ayudar a redescubrir el de todo tiempo). Y, ciertamente, es una oportunidad para resituar prioridades vitales. Una leyenda de la India nos puede ayudar a apreciar que todo tiempo es de oportunidad: “Un aguador tenía dos grandes vasijas que colgaba en los extremos de un palo y que llevaba sobre los hombros. Una tenía varias grietas por las que se escapaba el agua, de modo que, al final de camino, solo conservaba la mitad, mientras que la otra era perfecta y mantenía intacto su contenido. Esto sucedía diariamente en su trabajo. La vasija sin grietas estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía idónea para los fines que fue creada. Pero la vasija agrietada estaba avergonzada de su propia imperfección y de no poder cumplir correctamente su cometido.
Así que al cabo de dos años le dijo al aguador: «Estoy avergonzada y me quiero disculpar porque, debido a mis grietas, solo obtienes la mitad de lo que deberías recibir por tu trabajo». El aguador le contestó: «Cuando regresemos a casa, quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino». Así lo hizo y, en efecto, vio muchísimas flores a lo largo de la vereda.
El aguador le dijo entonces: «¿Te diste cuenta de que las flores solo crecen en tu lado del camino? Quise sacar el lado positivo de tus grietas y sembré semillas de flores. Todos los días las has regado y, durante dos años, yo he podido recogerlas. Si no fueras exactamente como eres, con tu capacidad y tus limitaciones, no hubiera sido posible crear esa belleza. Todos somos vasijas agrietadas por alguna parte, pero siempre existe la posibilidad de aprovechar las grietas para obtener buenos resultados»”.
Acoger la oportunidad
Pues bien, en este tiempo en el que los días se parecen más unos a otros, que las semanas se aplanan en su ritmo, nosotros podemos acoger esta oportunidad, también este nuevo entretiempo entre invierno y primavera. Estamos llamados a recordarnos que cada noche tiene su amanecer, que después del invierno siempre llega la primavera. Además, es Pascua, así que bien sabemos que, tras el Viernes Santo, llega el Domingo de Resurrección: por eso creemos que la vida siempre puede más. Vivamos este tiempo con la convicción de que “todos tenemos una reserva de fuerza interior insospechada, que surge cuando la vida nos pone a prueba”, decía Isabel Allende. Por eso, “podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”, como escribió Pablo Neruda. De esta estación nueva antes de primavera saldremos mejores, como ha dicho recientemente el papa Francisco.