Gómez Trinidad: «Cuando se habla de educación entre expertos, es fácil llegar a acuerdos»
JUAN ANTONIO GÓMEZ TRINIDAD ha ejercido diferentes funciones en el sector educativo: profesor de Instituto, gestor, legislador, inspector y Vicepresidente del Consejo Escolar de Estado. Su conocimiento de la educación en España a lo largo de estos últimos cuarenta años es muy variado y rico. En esta entrevista nos cuenta su visión sobre la realidad educativa actual y señala los "mimbres" que harían falta para un pacto educativo en nuestro país.
Juan Antonio Gómez Trinidad es un apasionado de la educación. Ámbito en el que se le han encomendado diferentes responsabilidades de gestión y políticas como Director General de Educación de La Rioja, Director del Área de la Alta Inspección de Educación en La Rioja y Vicepresidente del Consejo Escolar del Estado. De estos 40 años dedicados a lo educativo, le queda el recuerdo de su etapa de profesor «una etapa de mi vida muy rica y la que más satisfacciones me produjo y me sigue produciendo.» Como profesor de filosofía trataba de suscitar en los alumnos «el deseo de filosofar, que no es otra cosa que tener curiosidad, apreciar y respetar la verdad, la belleza, y el bien que tiene el mundo que nos rodea, los demás y nosotros mismos.»
Esta semana el texto del Proyecto de Ley LOMLOE será elevado al Pleno del Congreso, de aprobarse continuará su tramitación en el Senado. Se trata de la octava ley educativa en 43 años. Cuando se habla de algo tan sensible como lo educativo es de esperar «acuerdos amplios», «unanimidad», «pactos de Estado». Con Ángel Gabilondo como ministro de educación estuvimos a punto de alcanzar un pacto educativo de Estado. Juan Antonio fue uno de los pocos implicados directamente en el aquel pacto.
A día de hoy las posibilidades de pacto se complican. La LOMLOE nace con un Parlamento excesivamente fragmentado, sin la voluntad de ser una Ley educativa de consenso. Quizás sean momentos donde, como dice Juan Antonio, «prima más lo ideológico que el «proyecto de vida en común»».
¿De qué modo está presente la ideología en la educación?
De un modo asfixiante. La ideología es despótica porque pretende siempre anteponer una visión del mundo a la realidad y obliga a todos a aceptarla como tal. Es lo que pasó en el siglo XX con los totalitarismos de un signo y otro, los populismos y los nacionalismos. Ahora estamos ante la amenaza de otros totalitarismos mucho más refinados que se cobijan bajo el manto de lo políticamente correcto. Por ello muchos evitan, a toda costa, pronunciarse sobre los grandes temas, esperando siempre a ver qué dice la mayoría. Hay una expresión en la vida ordinaria que cada vez oigo más y que refleja esa situación: “Tienes toda la razón pero eso no puede decirse”.
Perder la capacidad de pensar por sí mismo y no atreverse a expresar la opinión propia es un síntoma de la debilidad de la democracia y de la enfermedad de una sociedad inmadura.
En 42 años hemos tenido siete leyes educativas, y vamos camino de la octava. ¿Qué lectura haces de todo este tiempo?
En primer lugar hay que recordar que, a pesar de ese cambio de leyes, seguimos con el mismo paradigma pedagógico y la misma arquitectura del sistema educativo, la LOGSE que tiene ya 30 años y que ha mostrado sus debilidades. A eso se le ha querido poner remedios parciales, pero en verdad la única propuesta de cambio, parcial pero serio del sistema, fue la LOCE (2002), del Partido Popular que fue abortada mediante un Real Decreto en 2004, sin que se hubiera demostrado que fuera una mala ley o que fueran contraproducentes las medidas adoptadas. La nueva Ley aún vigente – LOE 2006-, tuvo que ser reformada por el propio Gobierno Socialista a través de la ley de economía sostenible, Ley 2/2011. Luego la LOMCE y actualmente el proyecto en trámite que es volver a la LOE, pero tuneada con algunas cuestiones más políticamente correctas y sectarias que necesarias.
Me atrevo a aventurar que no solucionará ningún problema de la educación, aunque se maquillen las cifras, se consolida las diferencias entre comunidades autónomas y se le da soporte legal, y se agravan problemas y brechas, como es el caso de la clase de religión, la concertada, la enseñanza en castellano etc.
Desde las primeras elecciones democráticas del 77 hasta hoy, ningún gobierno ha sido capaz de consensuar un gran pacto educativo. ¿A qué se debe esta situación?
Matizo: algunos pactos implícitos sí que se han conseguido y son los que se derivan de los alcanzados en la propia Constitución y en el ambiente político de entonces que demostró que había políticos con sentido de Estado y de la historia, políticos que supieron sacrificar o recortar sus intereses y visiones en favor de un proyecto de vida en común. Por ello se firmaron los Acuerdos con la Santa Sede, por ello con la LODE (1985) y con gobierno socialista se estableció el régimen de conciertos que, aunque mejorable, ha permitido la coexistencia pacífica de las dos redes y algunos otros. Estos mismos acuerdos son los que hoy se cuestionan.
El problema grave es que ese proyecto de vida en común se ha perdido, y prima la visión de las ideologías sobre la realidad: no importa qué sea la educación ni sus problemas, sino inculcar un proyecto ideológico específico, combativo y excluyente, ya sean los nacionalismos o los populismos.
En general todos estos proyectos están en lo que se denomina genéricamente como izquierda. La derecha, si hace reformas, aunque sean tímidas, parece que no tienen la autoridad moral e intelectual que se ha auto asignado la izquierda. En alguna ocasión he dicho que, en educación, la izquierda “peca” de acción y la derecha de omisión, por utilizar un símil religioso.
Hemos estado cerca de un gran pacto en la última etapa del gobierno de Zapatero, siendo Ángel Gabilondo ministro de educación… Pero con la llegada del PP al Gobierno, con Wert como ministro de educación, se aprobó la LOMCE pero sin materializarse nuevo ese tan necesario “pacto educativo”. ¿Qué pasó?
Tuve la suerte de ser uno de los pocos implicados directamente en aquel pacto. Comprobamos que cuando se habla de educación entre expertos, es fácil llegar a acuerdos. Al final, los problemas de aprendizaje, de gestión, de motivación etc. son los mismos en unas comunidades que en otras y en esos temas alcanzamos un gran avance. Luego, algunos intereses y el tiempo político – se estaba al final de una legislatura que anticipaba el cambio de color en el gobierno- hicieron imposible ese pacto.
¿Cuáles serían los fundamentos para un pacto educativo en España?
En estos momentos no veo posible un pacto educativo de Estado en España. Hace relativamente poco, en 2017, fracasó el que intentó el PP, levantándose del pacto el PSOE con la excusa de la inversión económica de la que jamás ha vuelto a hablar.
Dos son las cuestiones que impiden ese pacto. En primer lugar no es posible porque no existe un pacto previo sobre qué sea el Estado y eso que denominamos España. No existe un proyecto de vida en común, como he dicho anteriormente, y eso dificulta cualquier posibilidad de acuerdo.
En segundo, al estar basada la política en apriorismos ideológicos, se antepone la visión de la realidad a la realidad misma. Por ejemplo: ¿Qué acuerdo es posible si un partido dice que la responsabilidad primera de los niños es del Estado, o que los valores y concepciones de la vida son patrimonio del Estado, saltándose la libertad de conciencia, de expresión etc.?
Según los indicadores del Ministerio de Educación a partir de las variables educativas de la Encuesta de Población Activa del INE, la tasa de abandono escolar es la más baja desde que se tienen datos. Sin embargo:
- España (según datos de Eurostat, 2019) sigue siendo el país con la tasa de abandono más alta (17,9%). Le siguen Malta (16,7%), Rumanía (15,3%), Bulgaria (13,9%)
- España no ha alcanzado el 15% que la UE le marcó como meta para este 2020. Lejos si se compara con el 10% que se marca como objetivo al conjunto de los Veintisiete.
¿A qué se debe esta situación? ¿Qué políticas podrían favorecer la reducción de esa tasa de abandono escolar?
La ministra no sé si sabe algo de educación, pero en el ministerio sí que hay gente que sabe. Como le dije a un alto cargo, más que nueva ley lo que se necesita urgentemente es reformar algunas cuestiones tales como:
- Una nueva forma de formar, seleccionar y evaluar al profesorado. El sistema actual es nefasto y, como ya está demostrado, nunca la calidad de un sistema educativo puede estar por encima de la calidad del profesorado.
- Se necesita reformar el currículo: hacerlo más sencillo, distinguir lo esencial de lo secundario, acomodarlo a las distintas situaciones etc.
- Aumentar la autonomía de los centros y disminuir la injerencia de la administración educativa tanto en los centros públicos como los concertados. Controles de calidad externos por resultados del centro evitarán veleidades y caprichos.
- Recuperar valores tan esenciales como el respeto, el esfuerzo, la responsabilidad etc. Que no son palabras bonitas, sino virtudes que hay que cultivar cada día en cada clase para recuperar el clima de convivencia sin el cual es imposible enseñar. Cuando uno lee el proyecto legislativo parece que debemos pensar en global pero no actuar en lo particular y concreto que es el aula.
- Potenciar distintas vías de formación y en especial la Formación Profesional, aunque se han hecho grandes avances en esta materia, pero se necesita un cambio de percepción social de la misma.
¿Qué opinas del nuevo proyecto de Ley educativa (LOMLOE)? ¿Cómo puede ser que se excluya a la comunidad educativa del debate?
Ya lo dicho anteriormente: es un proyecto ideológico y por lo tanto no lógico. No es el proyecto que necesita este país. No viene a solucionar los problemas que tiene la educación española, sino a generar y agravar otros problemas. Está condenado al fracaso educativo y político. Ya hay muchas voces que están pidiendo que en cuanto cambie el gobierno se cambie la futura ley. Así no es posible avanzar.
ASIGNATURA DE RELIGIÓN
Uno de los temas que se han debatido en los sucesivos cambios de ley es el papel de la asignatura de religión: obligatoria o no, con asignatura espejo o no, computable… ¿Cómo es tan difícil llegar a un acuerdo político y de los políticos con la Conferencia Episcopal?
Por dos razones: la primera de tipo ideológico ya explicada anteriormente. La segunda es porque a la Conferencia Episcopal el Ministerio la ningunea, consciente de que ha perdido autoridad y prestigio en la sociedad española que, en los últimos años, ha sufrido un proceso de secularización enorme. No hay más que ver las cifras de matrimonios, bautizos etc.
Pero tengo que añadir que además de la Conferencia Episcopal deben oír a los padres de los hijos que cursan religión. Estamos hablando de un tema educativo y cultural, no estrictamente religioso. En última instancia, quien pide la asignatura son los alumnos o en su caso los padres. La Conferencia Episcopal y otras autoridades religiosas lo que hacen es garantizar la calidad de la enseñanza con la preparación del currículum y la selección del profesorado idóneo.
En la actualidad el colectivo de profesores de religión lo forman 14.000 profesionales…
Un colectivo que está pasando por malos momentos por las amenazas de las administraciones. A pesar de todo, la enseñanza de la religión actualmente goza de una relativa buena salud, como ha puesto de manifiesto el Informe 2020 Panorama de la Religión en la Escuela. El problema es que el Ministerio y algunas asociaciones laicistas, entre ellas la FAPA, quieren acabar con ella. Si realmente fueran demócratas y tuvieran en cuenta los deseos de la mayoría deberían cuando menos, abstenerse en esta materia, y cuando más apoyar lo que es una opción libre y mayoritaria de los padres: que sus hijos reciban clase de religión.
¿Cómo crees que debería estar integrada la asignatura de religión en el currículo académico?
Existen distintos modelos que ahora no cabe recordar por cuestión de tiempo. Pero creo que hay dos parámetros que nos indican cómo debe ser. Por un lado el legislativo como son los Acuerdos con la Santa Sede y las sentencias de los tribunales que nos indican las condiciones en que deben impartirse: libertad de elección por parte de los padres e igualdad con otras asignaturas. Por otro lado está la realidad histórica, cultural, sociológica: no entenderíamos el mundo que nos rodea ni al hombre mismo sin el conocimiento de la religión. ¿Quién puede entender el museo del Prado, las catedrales, el calendario o la vida social, los funerales etc., sin religión?
FUTURO
¿Cómo sueñas la educación en España dentro de diez años?
Por mi tranquilidad y por el cariño y preocupación por las nuevas generaciones – en especial por mis nietos-, me gustaría soñar con una situación mejor que la actual. Pero si seguimos haciendo lo mismo, no podremos tener resultados distintos, así que al día de hoy mis sueños tienen sobresaltos porque me acechan algunas pesadillas.
Pero quiero ser optimista y si los políticos no cambian, al final la educación depende de cada maestro, de cada director y sobre todo de cada familia, padres y madres que están dispuestos a poder decir al levantarse: “a pesar de todo, por mí no va a quedar”.
Al final, lo decisivo no son las leyes, sino el encuentro y relación personal entre el alumno y su profesor. Por un lado el educador, ya sea padre o maestro, es un adulto que ama, comprende y exige y por otro lado un niño o joven al que hay que ayudar para que saque de sí lo mejor que tiene y se inserte en la sociedad que le ha tocado vivir.
Gracias por un análisis con tanta perspectiva y profundidad, que es justo de lo que adolecen nuestros políticos. Lástima que esos mismos no tengan más horizontes que su partido o su líder y el tiempo de su mandato, en vez de pensar en España y sus gentes. Gracias, Juan Antonio. Una lástima que estés ya jubilado.