La actitud del profesor de Religión debe dejar en un segundo plano la apologética
Entrevista a Juan Carlos Sánchez Gómez, nuevo delegado diocesano de enseñanza de la diócesis de Ciudad Rodrigo. Se incorporó al cargo a finales del curso 19/20 tras el fallecimiento de Alfredo Ramajo.
Juan Carlos Sánchez es delegado diocesano de enseñanza en Ciudad Rodrigo desde el mes de abril. Su predecesor fue Alfredo Ramajo que además era el coordinador de todos los delegados de enseñanza de Castilla y León, falleció a finales de marzo víctima del COVID-19.
Nos acercamos a la localidad de Ciudad Rodrigo para conocer más de cerca al nuevo delegado y su visión sobre la asignatura y el profesorado.
¿Cómo se ha encontrado al profesorado y a la asignatura?
Yo me he incorporado ya cuando el curso 2019-20 estaba terminando, en el fin del confinamiento, pero impartiéndose las clases on line en los colegios e institutos. Me he incorporado tras la muerte del delegado, D. Alfredo Ramajo, que falleció a causa del Covid-19 el día 31 de marzo, en pleno desarrollo de la pandemia. Su muerte rápida, estuvo ingresado en la UCI una semana, nos dejó a todos muy tocados, también a todos los profesores de religión de Ciudad Rodrigo, que se encontraban preparando el encuentro regional de alumnos de Religión de 4º de ESO y 1º de Bachillerato, encuentro que se iba a realizar en Ciudad Rodrigo.
Yo me he encontrado a los profesores ilusionados, pero con la preocupación e incertidumbre que constantemente les asalta cuando se habla de nueva ley de Educación, etc…
¿Qué necesidades de formación percibes en el profesorado?
En general he visto que tiene buena formación y que tienen la preocupación de seguir formándose. Como profesionales de la Educación las dificultades de la enseñanza on line les ha cogido desprevenidos, como a la inmensa mayoría de los docentes; en esas circunstancias se han puesto manos a la obra para enseñar por medio de las distintas plataformas y en esa línea debe ir ahora su formación para lograr mejo implicación con los alumnos en el hoy y el ahora de la era digital. Por otro lado creo que hemos de renovar una y otra vez la formación de los profesores en la clave del primer anuncio, pues muchos de nuestros alumnos, aunque piden clase de religión, tienen necesidad de estas claves para abrir su mente al hecho religioso en medio de una sociedad cada vez más indiferente a lo religioso. En ese camino la mejor formación bíblica es un siempre una buena garantía para volver a las esencias.
El papa Francisco habla del concepto de “Iglesia en Salida”, ¿qué reto supone para la clase de Religión?
El reto es para toda la Iglesia y por ello para cualquier agente pastoral. Los profesores son agentes de la pastoral de la Iglesia, que están precisamente en un lugar en medio del mundo. Los profesores y los maestros de Religión deben sentir este abrigo y acompañamiento de la Iglesia que les pide “ser Iglesia en salida”; es decir, no pueden sentirse solos ni francotiradores, sino miembros de una Iglesia que les envía para trabajar en un mundo muy diferente. La estructura de los colegios e institutos y el estatuto de nuestros profesores como personal laboral no permite, aunque se quiera, mayor implicación de los profesores en los procesos educativos de los centros, en las reuniones de programación, en la implicación de cada profesor en el entramada de la urdimbre de un colegio… este es el gran reto: encontrar cauces de implicación, desde las pocas posibilidades legales que se tienen, pero que se suplen con la presencia viva y activa del profesor en la marcha de una clase, de un curso, de unas actividades del propio centro. La casuística es enorme, pero la actitud del profesor en esta “Iglesia en salida” debe dejar en un segundo plano la apologética y la defensa de sus derechos, para ser un miembro necesario en la vida de los centros. Un ejemplo: el profesor de religión debe conocer la situación de los alumnos y de su familia, para que pueda ser un profesor que defiende al alumno, que está con él, que comprende incluso cuando un alumno se porta mal… el derrotismo y el decir “este alumno no tiene remedio” se casa mal con la oferta positiva de “una Iglesia en salida”.
Horizonte para la Religión, ¿cómo ve al profesorado y a la asignatura dentro de diez años?
No es fácil hacer previsiones. Nadie tenemos una barita mágica. Parece que habrá menos alumnos que pidan las clases de religión, porque cada vez son menos los padres implicados en su vida de fe en parroquias o grupos… muchos se están instalando en “esa apostasía silenciosa” que les lleva a dejar lo religioso sin derramar una lágrima ni tener una sensación de pérdida. Este es el escenario en el que nos estamos viendo implicados. Pasar a ser más una iglesia de fermento y de menos relumbrón nos cuesta a todos. De todas formas si logramos tener buenos profesores de religión y que “suden la camiseta” de su pertenencia a la Iglesia, se mantendrán grupos importantes de alumnos que sigan demandando la clase de religión, siempre y cuando no cambie del todo la legislación en este aspecto.