Se define “pausa” como interrupción breve de una acción o movimiento. También como lentitud al hacer una cosa o al moverse. Relacionada con la calma, la parsimonia, as pausas nos rodean en nuestro mundo de prisas.
No es posible la música sin las pausas. Las notas llevan adheridos los silencios. Unas pausas son más largas y otras más cortas, pero esenciales para la existencia de la música. Hay silencios de redonda, de blanca, de negra, de corchea… Calderones, que indica un punto de reposo. Hay compases de espera. Mientras vamos componiendo la sinfonía de nuestras vidas se hacen imprescindibles las pausas, los tiempos de silencio, la espera. Más o menos largos, pero tiempos de silencio. Sin silencios, el amasijo de sonidos desafina y resultan desagradable. Una vida armónica requiere programar momentos de pausa.
Los signos ortográficos son imprescindibles para dar sentido al texto. Una narración, un poema, necesitan pausas. Unas más largas y otras más cortas: punto, coma, punto y coma, punto y aparte, punto final… Un texto sin pausas de ningún tipo se hace incomprensible y la afluencia de tanta información inconexa y sin sentido nos desconcierta, nos pierde. Una novela, además tienes sus capítulos que requieren unas pausas mayores para hacer el tránsito de un capítulo a otro. Pensamos también en el silencio métrico breve que se produce al final de un verso o entre dos hemistiquios que contribuyen a la estructura rítmica del poema. Metafóricamente podemos aplicarlo a la narración, poética o prosaica, de nuestras propias vidas. Sin pausas, sin tiempos de calma, nuestra novela, nuestra vida, se puede convertir en un texto desconcertante y sin sentido. Tanta información vital desestructurada nos desconcierta, nos desorienta, nos estresa. Se hacen necesarios los tiempos de pausa, unos más largos y otros más cortos, pero imprescindible para dar coherencia a nuestra propia obra autobiográfica.
En el mundo deportivo las pausas también son usadas con fines estratégicos. En varios deportes, dentro de sus normativas, se contempla el “tiempo muerto”. Cuando el desarrollo del partido se está poniendo “peligroso” o el entrenador considera que hay “desorientación” pide un tiempo de calma, de reposo, un “tiempo muerto” para reconducir lo que está sucediendo dentro del campo. Desde fuera dice qué está pasando en el campo y reorienta las estrategias para ver por dónde se debe continuar. La calma, la pausa, el “salir” para ver en perspectiva, puede ser, en muchas ocasiones, una de las causas del éxito.
Nuestra propia respiración, que es la que nos mantiene en la vida, tiene sus pausas. Nuestra mecánica respiratoria consta de 4 partes: Inspiración. Pausa. Respiración. Pausa. Sin pausas no hay vida. Es inviable, en el ser humano, una inspiración o espiración permanente, continua.
El habla, característica de los seres humanos, no se podría producir sin pausas. A alguien que habla mucho, a veces les indicamos “date un respiro”, calma. Cuando hay un interior pausado, es cuando la escucha activa se hace más eficaz.
Podemos distinguir, al menos, tres momentos en nuestras pausas vitales: Preparar, parar y reparar. El proyecto de vida surge para dar sentido a nuestra andadura por esta tierra que nos acoge. Nuestra vida es limitada y nadie vamos a salir vivos de ella, por ese motivo tiene tanta importancia dar un sentido a nuestra vida, dotarla de un propósito. El propósito de nuestra vida es una vida con propósito. Necesitamos preparar esos especiales momentos de pausa para proyectar nuestros sueños y realidades y analizar en qué momento estamos. Las prisas no son buenas consejeras, reza el refrán, y menos para las cosas importantes. Parar para analizar y proyectar. El desgaste de la vida, el impacto en nuestro interior de todo lo que nos sucede, requiere momentos de calma, de pausa, para reparar. ¿Marco en mi calendario tiempos de pausas anuales? ¿Mensuales? ¿Semanales? ¿Diarios?
El cuidado de nuestro interior, y de nuestras relaciones, necesitan ser pausados. ¿Tienes marca pausas? Pausas para armonizar la vida, para que sea coherente, para replantear estrategias y para vivir con sentido. Si no paras, la vida te para. Si no reparas, la vida te desgarra. Si no preparas, la vida te pasa por encima. Preparar, parar y reparar son inversiones para vivir de forma más alineada con tu propósito en este mundo. Estas pausas nos irán entrenando para cuando llegue, que a todos nos llega, la pausa de las pausas.