Artémides Zatti, el santo de la bicicleta
El 9 de octubre de 2022 fue la canonización de Artémides Zatti, un salesiano coadjutor (religioso no sacerdote) argentino de origen italiano al que se le conoce como «el santo de la bicicleta», «el pariente de todos los pobres» o «el enfermero santo de la Patagonia». Un santo de la puerta de al lado.
Artémides Zatti nació en Boretto, Italia, el 12 de octubre de 1880. Cuando tenia 17 años sus padres y los siete hermanos emigraron hacia la Argentina donde llegaron el 9 de febrero de 1897. Tres años después y tras trabajar en una fábrica de mosaicos y colaborar activamente en la parroquia, ingresó en el aspirantado salesiano. Tenía 20 años,
Quería ser sacerdote. Pero, en una ocasión, cuidando a un enfermo de tuberculosis, se contagió la enfermedad. Fue trasladado a un hospital misionero en Viedma, donde compartió vivencias y problemas de salud con Ceferino Namuncurá. Allí recibió el consejo de un enfermero salesiano: “Si Ella te cura, tú te dedicarás toda la vida a estos enfermos”.
Artémides prometió a María Auxiliadora que, si obtenía la gracia de su curación, se entregaría por completo al cuidado de los enfermos. Así fue. Tiempo después él recordaba esa promesa que escribió en un artículo: “Creí, prometí, curé”.
Profesó como coadjutor salesiano en 1908 e hizo la profesión perpetua en 1911. Su primer servicio fue en el hospital en el que se curó, del que se hizo cargo.
Dos fotos auténticas: Zatti, siempre con guardapolvos de enfermero y, a la derecha, con la bicicleta, su medio de movilidad preferido.
Desde Viedma fue haciéndose conocido como enfermero en toda la Patagonia, pues no sólo atendía en el Hospital, sino que sobre todo visitaba a los enfermos en su bicicleta, a los que amaba profundamente.
Zatti falleció en 1951, un año después de enterarse de un grave cáncer que sobrellevó con la misma templanza y alegría con la que cuidaba a sus enfermos.
Su fiesta se celebra el 15 de marzo.
EL RETRATO DEL PAPA FRANCISCO
Según resumimos de ANS, el día antes de su canonización, el papa Francisco recordó a los peregrinos salesianos a Roma cuatro rasgos de la figura de Artémides Zatti:
Un migrante italiano en Argentina
El Papa recordó que los salesianos llegaron a Argentina en 1875 y en los inicios desarrollaron su apostolado en Buenos Aires y en otros lugares, sobre todo en favor de los inmigrantes italianos. “Artémides conoció a los salesianos en Bahía Blanca, donde había llegado en 1897 junto con su familia. Lamentablemente, muchos inmigrantes perdían el valor de la fe, absorbidos por el trabajo y los problemas que encontraban. Pero los Zatti, gracias a Dios, fueron una excepción. La participación en la vida de la comunidad cristiana, las relaciones cordiales con los sacerdotes, la oración común en su hogar y la frecuencia de los sacramentos no disminuyeron”. “Artémides creció en un óptimo ambiente cristiano y, gracias a la guía del padre Carlo Cavalli, maduró su opción por la vida salesiana”.
Zatti, “pariente de todos los pobres”
La tuberculosis que lo afectó a la edad de veinte años parecía que debería haber puesto fin a todos sus sueños, pero, gracias a la curación obtenida por intercesión de María Auxiliadora, Artémides dedicó toda su vida a los enfermos, sobre todo a los más pobres, a los abandonados y a los descartados. Los hospitales de San José y de San Isidro fueron un recurso sanitario valioso y único, especialmente para atender a los pobres de Viedma y de la región de Río Negro; el heroísmo de Zatti los convirtió en lugares de irradiación del amor de Dios, donde el cuidado de la salud se volvió experiencia de salvación.
De este modo, un hospital se convirtió en la “Posada del Padre”, signo de una Iglesia que quiere ser rica de dones de humanidad y de gracia, morada del mandamiento del amor a Dios y a los hermanos, lugar de salud como signo de salvación. “El hospital y las casas de los pobres, que visitaba noche y día desplazándose en bicicleta, eran la frontera de su misión. Vivía la donación total de sí a Dios y la consagración de todas sus fuerzas al bien del prójimo. El trabajo intenso y la disponibilidad incansable para atender las necesidades de los pobres estaban animados por una profunda unión con el Señor, mediante la oración constante, la adoración eucarística prolongada y el rezo del rosario”.
“Artémides era un hombre de comunión, que sabía trabajar con los demás; con las religiosas, los médicos, los enfermeros. Y con su ejemplo y su consejo formaba a las personas, forjaba las conciencias, convertía los corazones”.
Artémides, un salesiano coadjutor
Recordamos el hermoso testimonio que dio en 1915 en Viedma, con ocasión de la inauguración de un monumento a la memoria del padre Evasio Garrone, salesiano misionero y considerado por Artémides como insigne benefactor. En esa circunstancia hizo esta declaración: «Si estoy bueno y sano y en estado de hacer algún bien a mis prójimos enfermos, se lo debo al padre Garrone, Doctor, que viendo que mi salud empeoraba cada día, pues estaba afectado de tuberculosis con frecuentes hemoptisis, me dijo terminantemente que, si no quería concluir como tantos otros, hiciera una promesa a María Auxiliadora de permanecer siempre a su lado, ayudándole en la cura de los enfermos y él, confiando en María, me sanaría. Creí, porque sabía por fama que María Auxiliadora lo ayudaba de manera visible. Prometí, pues siempre fue mi deseo ser de provecho en algo a mis prójimos. Y, habiendo Dios escuchado a su siervo, sané».
“Esta vida que había recuperado ya no era más su propiedad, sino que era totalmente para los pobres. Los tres verbos «creí, prometí, sané» expresan la bendición y el consuelo que se derramaron en la vida de Artémides. Vivió esta misión en comunión con sus hermanos salesianos. Era el primero en estar presente en los momentos comunitarios y con su alegría y simpatía animaba la fraternidad”.
Zatti, intercesor por las vocaciones
Sobre esto el Papa narró una experiencia personal. “Cuando era Provincial de los Jesuitas de Argentina conocí la historia de Artémides Zatti, leí su biografía y le confié a él la petición al Señor de santas vocaciones a la vida consagrada laical para la Compañía de Jesús. Desde el momento que empezamos a rezar, por su intercesión, aumentaron considerablemente los jóvenes coadjutores; y eran perseverantes y muy comprometidos. Y de esa forma de testimonio de esa gracia que recibimos”.
“Y a este respecto, deseo subrayar la importancia de la vocación de los hermanos… Son personas de piedad, alegres, trabajadoras. En ellos no se ven “complejos de inferioridad” por el hecho de no ser sacerdotes, ni aspiran a ser diáconos. Son conscientes de su vocación y la quieren así”.
UN CORTOMETRAJE SOBRE EL “ENFERMERO DE LOS ÚLTIMOS”
En Viedma, ciudad capital de la provincia de Río Negro, ubicada en el sector nordeste de la Patagonia argentina, Artémides Zatti, salesiano de Don Bosco, es obligado a desalojar el hospital que atendió durante décadas. En dicho momento (1941), su fe se pone a prueba. Este es el contexto que narra “Zatti, hermano nuestro”, un cortometraje producido en 2020 por el Boletín Salesiano de Argentina.
El cortometraje, que dura 31minutos, está dirigido por el salesiano Ricardo Cámpoli, que se inspiró para el guion en una frase del libro El pariente de todos los pobres, escrito por Raúl Entraigas: “Había que dejar vacío ese lugar (el hospital de Viedma). Zatti hasta lo último esperó en un milagro, pero Dios quería el milagro de su sacrificio, abnegación y obediencia… Y ese sí se realizó”.
El cortometraje dura 31 minutos y se puede ver aquí: