Gestos que nos desafían… También los de Jesús, en especial con la mujeres
En 1969 Mister Rogers y el oficial Clemmons desafiaban las leyes de segregación racial con esta imagen que ha pasado a la historia de la lucha por los derechos sociales de las personas. También Jesús realizó gestos que todavía nos cuestionan hoy.
La imagen fue tomada en un programa infantil que el mítico Mister Rogers presentaba y al que invitó al oficial Clemmons, que hacía de policía de barrio. Ambos compartieron un momento divertido en una pequeña piscina de plástico para niños. Hay que recordar que la segregación racial todavía existía en 1969 en los Estados Unidos y uno de los puntos conflictivos de ese momento era que la gente de color no podía usar las piscinas públicas, que eran solo para blancos. Esta imagen era, en realidad, una forma de protesta y mostraba a los niños que ambos eran iguales a pesar del color de la piel. La imagen sigue siendo muy poderosa hoy.
Eso sucedía en un programa de 1969 y 24 años más tarde, en 1993, volvió a emitirse una escena similar con los mismos personajes, como puede verse en las imágenes adjuntas.
En una de ellas se ve cómo Mister Rogers seca los pies al oficial Clemmons.
LOS GESTOS DE JESÚS
También Jesús realizó gestos llamativos que cuestionaban las normas sociales de su tiempo… y, en su despedida, limpió los pies de sus discípulos y se los secó con una toalla. Nos centramos en algunos de estos gestos de Jesús –que realizó especialmente con la mujeres– y que nos cuestionan todavía hoy.
Jesús lava los pies a sus discípulos (Juan 13,1-15)
En su despedida, después de la cena de la Pascua, Jesús lava los pies a sus discípulos (una tarea de esclavos) y les entrega “un mandamiento nuevo”: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis los unos a los otros”. (Juan 13,34).
El maestro deja como testamento el ejemplo del servicio por amor a los demás, la humildad y la igualdad.
Una mujer lava los pies a Jesús y los enjuga con su cabello (Lucas 7,36-50)
Según el evangelio de Juan, «María [de Betania], cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con sus cabellos» (Jn 11,2). Y después lo narra en 12,1-8: cuenta que sucedió en Betania, seis días antes de la Pascua, y que Lázaro estaba presente. Señala que María toma el perfume y unge los pies de Jesús, secándolos con su cabello, mientras Marta servía la mesa, lo que sugiere que la cena tuvo lugar en la casa de Lázaro.
Mateo y Marcos ponen la unción en Betania, pero en casa de Simón el leproso: una mujer derrama perfume muy caro sobre la cabeza de Jesús (Mt 26,6-13; Mc 14,3-9). La acción de la mujer provocó indignación en los discípulos, quienes aseguraron que el perfume era muy caro y que se podía dar a los pobres. Jesús les reprendió destacando la ley (Deut 15,11) y que el acto de esa mujer fue el presagio de su muerte y tumba.
Lucas señala que es también en la casa del fariseo Simón: se trata de una mujer pecadora que “se puso detrás de Jesús junto a sus pies y, llorando, comenzó a bañar con sus lágrimas los pies de Jesús y a jugárselos con los cabellos de la cabeza mientras se los besaba y se los ungía con el perfume” (Lc 7,36-40).
Jesús defiende a la mujer adúltera (Jn 8,1-11)
Uno de los gestos más llamativos de Jesús es cuando defiende a la mujer adúltera, a la que presentan ante él para lapidarla según establecía la ley.
“Jesús se inclinó y se puso a escribir con el dedo en el suelo.
–Aquel de vosotros que no tenga pecado puede tirarle la primera piedra.
Después se inclinó de nuevo y siguió escribiendo en la tierra”. (Lc 6,6.8)
Jesús, tras despedir a los acusadores, se incorpora, la levanta del suelo y cara a cara le dice: “Yo tampoco te condeno; vete, y desde ahora no peques más” (Jn, 8,11).
Resulta provocador que Jesús tampoco “condene a esos injustos acusadores de la mujer”, asegura Enzo Bianchi. En esta escena evangélica Jesús revoluciona la manera de concebir la moral, dinamitando cualquier moralismo: cada día existe la posibilidad de volver a empezar.
Diálogo en el pozo con la mujer samaritana
“Jesús se acerca y entabla conversación con una mujer que además pertenecía a un pueblo considerado herético e infiel para los judíos. Una actitud que descolocó incluso a los propios discípulos. La conversación evangélica pone de manifiesto la insaciabilidad del corazón del ser humano”.
Jesús le dice a la mujer samaritana que él es agua verdadera para el corazón. Y se presenta ante ella como el Salvador, como el Mesías esperado por el pueblo de Israel: “Soy yo, el que está hablando contigo”. La fórmula “Egó Eimi” (Soy yo) tiene una importancia vital, porque hunde sus raíces en el Antiguo Testamento, concretamente en el pasaje en el que Dios, el Misterio, revela su Nombre a Moisés: “Yo soy el que soy”. La samaritana, asegura Enzo Bianchi, pasa así de ser “despreciada y marginada a ser testimonio del Salvador del mundo, primera apóstol de Samaria”.
María Magdalena abraza a Jesús resucitado (Jn 20,10-18)
Una de las figuras femeninas más llamativas de los Evangelios es María Magdalena, que fue liberada de los espíritus malignos (Lucas 8,2) y que estuvo presente en el momento de la crucifixión de Jesús, acompañando a su madre, María, y en su resurrección. Fue la primera en ver a Jesús resucitado mientras lloraba desconsoladamente ante el sepulcro vacío.
En el relato de Juan, Jesús le dice: “No me retengas más, porque todavía no he subido a mi padre”. Esa frase (μή μου ἅπτου) se tradujo en la Vulgata por Noli me tangere (No me toques) pero mejor habría que haber traducido a partir del griego original como “Deja ya de tocarme”.
Ella fue la primera en dar la noticia a unos apóstoles incrédulos y derrotados… “¡He visto al Señor!”. Ella ostenta el título de “apóstol de los apóstoles” en la Iglesia católica romana y el título de “isoapóstol” o “igual a los apóstoles” en la Iglesia ortodoxa.
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Javier Aparicio resume: «La actitud de Jesús de Nazaret, por ejemplo, hacia las mujeres marcó un antes y un después en la historia de la humanidad». Y recuerda que todo judío devoto recitaba la siguiente oración: “Bendito seas, Señor, porque no me has creado pagano, ni me has hecho mujer ni ignorante”. Y sigue: “Por ello resulta muy llamativo e incluso escandaloso que en el contexto histórico de la Palestina del siglo I, un rabino como Jesús acogiera a todas las mujeres que se acercaban a él, desde samaritanas a prostitutas, y que incluso tuviera discípulas que le seguían a todas partes, y que no le abandonaron en los peores momentos de su vida, ni siquiera en la crucifixión. Se dice que también fueron ellas las primeras en anunciar a los discípulos la resurrección del propio Jesús”. No es de extrañar que el filósofo agnóstico Benedetto Croce dijera que “el cristianismo ha sido la revolución más grande que la humanidad haya hecho jamás”.
En clase 1. Mostrar la imagen que pie a esta entrada: ¿Qué sensación nos produce? ¿Qué sentimientos nos provoca? ¿Qué nos hace pensar? 2. ¿Puede servir para algo una imagen como esa? ¿Por qué? 3. Analizar los gestos de Jesús. ¿En qué suponen una revolución? 4. Buscar y ver otros gestos de Jesús, por ejemplo sus comidas. En concreto con Zaqueo (Lucas 19,1-10). 5. Repasar los gestos de Jesús aquí citados, leer el texto evangélico e imaginar la escena. Plasmarla después en un dibujo original… 6. ¿En qué sentido los gestos de Jesús aquí citados siguen siendo actuales? Buscamos ejemplos y noticias. 7. ¿Qué imágenes podrían ser una denuncia en la sociedad actual? Preparamos la escena, hacemos una foto y… las publicamos con los comentarios adecuados.
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Muy importante su trabajo, que aclara y ayuda en mi proceso de conversión .bendiciones