Un año importante para la formación del docente de Religión
Por: Juan José Capéans Pazos
Profesor de Religión
Hemos iniciado el nuevo curso 2021/22: alumnado, horario, programaciones, claustros, etc. A todo esto, que es importante, me gustaría añadir la formación personal y la mejora en conocimientos y herramientas pedagógicas que aumenten nuestra calidad como docentes. La formación permanente es fundamental en nuestro trabajo. Sin ella, no es posible estar a la altura de los nuevos desafíos de la educación.
La COVID-19 nos ha afectado mucho de forma negativa en el aspecto de la formación. El curso pasado, e incluso parte del anterior, se suspendieron muchas actividades; otras se redujeron al mínimo. Se intentó suplir este hecho con formación a distancia, que tuvo un aumento importante, pero, aun así, el balance general fue negativo. Sin embargo, ahora que volvemos a la normalidad, me parece importante resaltar la formación. Y si nos fijamos en lo que “se nos viene encima”, podemos descubrir cuatro retos formativos interesantes. En ellos, podríamos centrar nuestra formación durante, al menos, este curso y el próximo.
La nueva ley educativa (la LOMLOE) ya es una realidad, y conocerla es imprescindible. Aunque su implantación definitiva se dará en los próximos cursos académicos, en este ya se aplicará a, por ejemplo, las evaluaciones y las condiciones de promoción y de titulación en Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato. En el curso 2022/23, se verá afectado el currículo en los cursos impares de Primaria, Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato; y, en el 2023/24, en los pares. Asimismo, de la mano de la LOMLOE, caminamos hacia un nuevo currículo de Religión. La Iglesia ha escuchado las diferentes voces que reclamaban una actualización del mismo, y también da respuesta a los nuevos desafíos educativos. El nuevo currículo afrontará retos inaplazables en la educación, como la centralidad de la persona, la pedagogía surgida de la LOMLOE, el diálogo entre fe y cultura, la formación integral de alumno, las nuevas metodologías de enseñanza, etc.
Y, además, el pacto educativo global
Por otra parte, se nos plantea el pacto educativo global, que es una iniciativa del papa Francisco que tiene como objetivo fundamental generar un cambio de mentalidad a escala planetaria a través de la educación en la fraternidad, la justicia y la paz, fundamentalmente, y en donde nadie quede excluido del acceso a la educación. La idea principal es mentalizar al mundo educativo en la necesidad de adherirse a este nuevo desafío mundial. Por supuesto, nosotros, como docentes de Religión, somos especialmente llamados a adherirnos al mismo.
Por otra parte, 2021 es año santo, que ha sido ampliado en esta ocasión de manera extraordinaria por causa de la COVID-19 también al año 2022. Dos “años santos” en los que podremos incidir a fondo en el hecho jacobeo. La particularidad del Año Santo Compostelano, su especial y específico calendario, ha posibilitado que podamos tratarlo como protagonista principal en nuestras aulas en los dos próximos cursos académicos.
Por supuesto, aparte de estos cuatro ejemplos generales, la formación puede hacerse, como siempre, sobre cualquier aspecto que nos mejore como docentes y que nos haga más competentes. Lo importante es formarse. Feliz curso y formación.