El grupo aula
Para niños y adolescentes, es un grupo bien importante, en nada secundario, apenas por detrás en relevancia del grupo familiar. Líder institucional suyo es el tutor, tutora o, más amplio, el equipo docente al completo. El ejercicio del liderazgo educativo en el aula tiene unas funciones y tareas bien claras, para empezar la de crear y reforzar conciencia de grupo: cohesión dentro de él, sentimientos de compañerismo, complicidad y, en consecuencia de ello, prácticas de compartir cosas y de cooperación centrada en las tareas. La conciencia de grupo entraña la convicción de que el todo es más que la aritmética suma de sus partes: el “todo” del aula es el conjunto de los alumnos componentes más la red de relaciones entre ellos, un plus que beneficia a todos y que se consigue en un clima distendido de confianza recíproca, de todos con todos,
sin rivalidad.
El grupo ha de tener objetivos, metas colectivas, pero, dentro de él, cada integrante, cada alumno, tiene tareas específicas significativas en el cumplimiento del objetivo. Los logros grupales y los individuales han de ser evaluados corrigiendo la práctica cuando sea necesario. Necesitan evaluación no solo los alumnos uno a uno, también el grupo como tal: una evaluación que forma parte de una conciencia crítica, autocrítica, de grupo. Bajo el liderazgo de los educadores el grupo elabora normas de compañerismo y convivencia, define los proyectos, mide las fuerzas, sopesa los recursos disponibles y los medios para ello, toma decisiones, adopta cambios, trata de compaginar los intereses de cada uno, maneja y en lo posible aprovecha las contradicciones. En el marco del grupo se reconocen los errores, se aceptan las críticas, también las dirigidas al docente, que ha de verse como un moderador, no un líder indiscutible.