Acuerdos contemporáneos
Los acuerdos entre Santa Sede y Estado español cumplen cuarenta años. Veamos otros establecidos antes y después. Destacan, en muchos de ellos, los asuntos militares y la preocupación por la educación.
La era de los concordatos se inicia tras el fin de la Primera Guerra Mundial y coincide con el pontificado de Pío XI (1922-1939). Se trataba de ordenar de un modo nuevo las relaciones de la Iglesia con los Estados. A tal fin, se firmaron concordatos con Letonia (1922), Baviera (1924), Polonia (1925), Rumania, Lituania y Checoslovaquia (1927) y Prusia (1929). Destacan los pactos lateranenses entre la Santa Sede e Italia, en 1929, que resuelven la “cuestión romana” y crean el Estado Vaticano. Durante el pontificado de Pío XII (1939-1958), solo se firmaron tres: con Portugal (1940), España (1953) y República Dominicana (1954). El Concilio Vaticano II cambia la política concordataria. Se pide a los Estados la renuncia a privilegios, fundamentalmente, al de presentación de obispos, como hacen Venezuela (1964), Baja Sajonia (1965), o los últimos con San Marino (1992) y Polonia (1993).
Suele ser laborioso alcanzarlos,
¿nuestros acuerdos también lo fueron?
A partir de 1929, la Santa Sede ha suscrito también convenios: con Portugal, en 1940, y con la República de Bolivia, en 1957, ambos sobre las misiones, con la República de Austria, para la erección en diócesis de la administración apostólica del Burgenland, y con la República del Paraguay, en 1960; con la República de El Salvador, acerca del vicariato castrense, y la República de Austria, para erigir la diócesis de Feldkirch, en 1968, y con el Principado de Mónaco, en 1981.
“Convención” fue la denominación a partir de la firmada entre la Santa Sede y la República de Haití en 1984, siguieron las Convenciones con la República de Costa de Marfil, relativa a la Fondation Internationale Notre-Dame de la Paix de Yamoussoukro, de 1992, la firmada con la República Austriaca, en 1995, y la convención monetaria entre la Unión Europea y el Estado de la Ciudad del Vaticano, del 17 de diciembre de 2009, última convención, convenio, concordato o acuerdo de cualquier tipo alcanzado por la Santa Sede.
A partir del Concilio Vaticano II, predominan los acuerdos. Entre la Santa Sede y el Estado de Baviera acerca de la Facultad de Teología Católica de la Universidad de Ratisbona y acerca de la supresión de la Alta Escuela Filosófico-Teológica de Frisinga y el acuerdo con la República Argentina, los tres en 1966. Acuerdos también entre la Santa Sede y Sarre acerca de la creación de una cátedra de Teología Católica en su universidad y con el Estado Baviera, por el que se introducen modificaciones y añadidos a los artículos 5 y 6 del concordato del 29 de marzo
de 1924, ambos en 1968.
Se firman acuerdos entre la Santa Sede y el Land de Renania-Palatinado, introduciendo añadidos y modificaciones a las disposiciones concordatarias vigentes, y con la República de Austria, modificando el convenio para regular las relaciones patrimoniales firmado en 1960, y con el Estado de Sarre, sobre la formación de los maestros, en 1969, y el Estado de Baviera, acerca del Departamento de Teología Católica de la Universidad de Augusta un año después. Llegamos, así, a los acuerdos entre la Santa Sede y el Estado español (3 de enero de 1979). Curiosamente, se emplea la denominación “acuerdo” desde el suscrito entre la Santa Sede y el Estado español sobre la jurisdicción castrense y asistencia religiosa de las Fuerzas Armadas, del 5 de agosto de 1950.
Siguieron diez acuerdos con diversos países en los ochenta; importante el que modificó los pactos lateranenses, auténtico concordato, en 1985. Desde el acuerdo con la República Austriaca a comienzos de los noventa, la Santa Sede ha firmado diez y seis acuerdos más. Merecen mención especial el acuerdo fundamental entre la Santa Sede y el Estado de Israel, del 30 de diciembre de 1993, y el poco conocido acuerdo entre la Santa Sede y el Reino de España sobre asuntos de interés común en Tierra Santa, de 21 de diciembre de 1994. El último acuerdo data de 1996. Suele ser laborioso alcanzarlos, ¿nuestros acuerdos vigentes también lo fueron?