Pastoral Educativa
El 95 % de los alumnos se vio afectado por el aislamiento en Latinoamérica. En muchos países, se estaba iniciando el ciclo lectivo, por lo que, en algunos casos, se está considerando no retomar las clases durante todo el año.
Frente a este panorama hemos podido escuchar todo tipo de reflexiones que buscan echar luz para tratar de entender el nuevo escenario que se nos presenta y arriesgar posibles caminos para que el hecho de no asistir a la escuela traiga las menores consecuencias posibles. Sería para un debate mucho más largo discutir hasta qué punto la situación presente de millones de niños estudiando en sus casas se acerca a lo que se puede hacer en las escuelas. Como plantea el colectivo “Pansophia Project” en sus “Once tesis urgentes para una pedagogía del contra aislamiento” habría que cuestionarse la creencia de que «durante el aislamiento vamos a obtener los mismos resultados que en la escuela: lo peor de este presente es simular escolarización allí donde no la hay». La pregunta que me surge a partir de esta constatación es si en esta coyuntura, nuestras escuelas católicas que tienen como misión hacer presente el evangelio en el proyecto educativo, siguen haciendo pastoral o parafraseando la tesis anterior estamos «simulando pastoral donde no la hay».
Para asomarnos a una posible respuesta lo primero que tenemos que considerar es la misma definición de pastoral educativa. Tomando la que expresan los obispos de Costa Rica en el documento “Educación, Iglesia y Sociedad” (2002) podemos afirmar que «la Pastoral Educativa es tarea prioritaria de la Iglesia Pueblo de Dios, que hace presente la acción evangelizadora y salvífica de Cristo en todo el ámbito de la educación, incluyendo estructuras, mediadores, métodos y otros elementos propios de sus procesos. Se trata de permear, con la fuerza del Evangelio, todo hecho educativo, ya sea de educación formal o no formal, para la transformación personal y social, haciendo presente el Reino de Dios, anunciado por Cristo, y encarnándolo en las diversas culturas». Por lo tanto, desde este enfoque no tendríamos por qué no hacer pastoral en este nuevo escenario, ya que lo que se ha modificado en todo caso son las estructuras, las mediaciones, los métodos.
Asoma entonces la cuestión sobre qué podemos hacer y cómo podemos hacerlo. Con respecto al qué, vemos que en ese sentido las iniciativas de pastoral educativa han buscado llegar por los mismos canales con los que la escuela intenta acompañar la continuidad pedagógica. Ya sea por medios tecnológicos o con la producción de materiales impresos para entregar a los alumnos se ha procurado generar los momentos para el anuncio, la catequesis y/o la profundización en la fe. También la enseñanza religiosa escolar ha tenido que reconfigurarse y en ese sentido son variadas las iniciativas tanto desde las instituciones como también desde las diversas editoriales que salieron a dar respuesta a las nuevas modalidades. Por último las distintas expresiones para celebrar la fe en la escuela han tenido también que adaptarse, como le ha sucedido a la mayoría de las comunidades creyentes en el mundo. Más allá de las transmisiones por las redes sociales de las misas (con todos los beneficios y a su vez con los claros límites que tienen), es interesante ver las propuestas para celebrar y orar en el hogar, y también algunas propuestas destinadas especialmente para los jóvenes.
Cercanía en el aislamiento
Podríamos seguir detallando qué estamos haciendo o qué podríamos hacer o hacer mejor, pero todo esto no tiene sentido sin el cómo. Y aquí es donde aparece el diferencial que la mirada pastoral tiene que aportar en esta situación, y es el de la presencia y compañía. Podríamos seguir discutiendo sobre si es posible educar en cuarentena, pero lo que no podremos poner en discusión es que si nuestras escuelas quieren vivir en clave pastoral, esta situación de aislamiento nos tiene que hacer redoblar los esfuerzos para que ningún miembro de la comunidad educativa se sienta solo y desesperanzado. Más que nunca cobra sentido esta imagen tan clara que nos regala el Papa Francisco: «Me viene a la mente, ante todo, las palabras del Evangelio de Mateo donde se dice que Jesús “viendo a la gente, sintió compasión porque estaban cansados y agobiados, como ovejas sin pastor”. ¿Cuántas personas, en las tantas periferias existenciales de nuestros días, están “cansadas y agotadas” y esperan a la Iglesia?, ¡nos esperan a nosotros! ¿Cómo poderlas alcanzar? ¿Cómo compartir con ellas la experiencia de la fe, el amor de Dios, el encuentro con Jesús? Es esta la responsabilidad de nuestras comunidades y de nuestra pastoral».