Una ocasión para crecer
Uno puede mejorar y perfeccionarse en todas las dimensiones. El deporte puede ayudar a ello, pero también puede perjudicarlo. ¿Cómo orientarlo, por tanto, para que sea una oportunidad de crecimiento?
El ser humano no nace acabado. Es un proceso abierto, un ser dinámico y narrativo que está llamado a desarrollar sus capacidades latentes, sus talentos ocultos, las semillas creativas que se ocultan en él. El deporte es una ocasión para crecer de un modo integral. Lo importante no es lo que uno consigue, sino lo que uno está dispuesto a dar de sí mismo. Somos seres perfectibles y la práctica deportiva, cuando se desarrolla correctamente, es un poderoso instrumento para mejorar como seres humanos en todos los sentidos.
La perfectibilidad se define como la facultad de perfeccionarse, que, con la ayuda de las circunstancias, se desarrolla sucesivamente a lo largo de toda la vida. Según esta formulación, la perfectibilidad no es una facultad, en sentido estricto, sino una simple condición de posibilidad. Esta categoría identifica la relación que existe entre lo potencial y lo actual, entre el ser humano que soy, aquí y ahora, y el ser humano que puedo llegar a devenir en el futuro.
No se trata, pues, de un principio que determina al individuo. Uno puede mejorar, crecer y perfeccionarse en todas las dimensiones, pero ello depende, esencialmente, de sí mismo. El ser humano no es un ente terminado, fijado y acabado, a diferencia del animal que sí que está determinado por su especie. Cada cual tiene el poder de decidir si permanece como está o trata de mejorar: de ser mejor persona, mejor profesional, mejor padre, mejor hermano, mejor amigo. Depende de él y únicamente de él.
El deporte puede ayudar al crecimiento y al bienestar físico y psíquico, pero también puede perjudicarlos; puede ser escuela de autodisciplina y control, pero también puede convertirse en una descarga incontrolada de agresividad; puede favorecer unas relaciones equilibradas, pero también puede degenerar en una mera evasión de los problemas de la vida. Las únicas certezas de nuestras vidas son el cambio y la muerte. Desde que nacemos, estamos inexorablemente unidos al cambio permanente hasta el término de nuestro ciclo vital. La gran paradoja de la vida es que, aunque esas sean las únicas certezas, el ser humano tiene miedo de ambas y se pasa la vida tratando de evitar el cambio y rehúye hablar y conocer la muerte.
El deporte ayuda a ir más allá, a cruzar fronteras y a superar los límites. Ayuda también a tener una formación integral, pues desarrolla no solo la inteligencia física y mental, sino también la emocional y la espiritual. De esta manera, llegamos a la autotrascendencia, es decir, a la capacidad de expandir el yo más allá de los confines convencionales de las experiencias cotidianas y la capacidad de abrirse a nuevas perspectivas diferentes a la lógica racional.
Oportunidad de crecimiento continuo
Por todo ello, el deporte es una oportunidad de crecimiento continuo que merece ser explorada, desarrollada y potenciada para que uno pueda llegar a ser una persona completa. El ejercicio deportivo es una ocasión para crecer, para explorar las propias posibilidades, para desarrollar capacidades, para descubrir los propios límites. Marc Augé, en Elogia de la bicicleta, explica la experiencia que le suscitó la práctica de la bicicleta siendo un niño, todo el aprendizaje que hizo con ella y gracias a ella: “Ese cuerpo a cuerpo conmigo mismo era una experiencia íntima: estaba haciendo el aprendizaje de mis posibilidades y mis límites; con la bici no se puede hacer trampa. Toda presunción excesiva recibe su inmediata sanción; mi sistema de cambios solo tenía tres velocidades, pero tuve que utilizar los tres para no detenerme en la empinada cuesta que había que escalar con valentía, al regresar, si uno quería evitar la vergüenza de entrar en el pueblo empujando su bicicleta a mano. Aprendí a aprender, me discipliné y cuando, al final de las vacaciones, logré subir hasta la plaza de la iglesia en tercera y sin pararme en los pedales, supe que me había hecho más fuerte”.
El ejercicio deportivo es una ocasión para crecer,
para explorar las propias posibilidades